RESEÑAS
Viaje al pasado

Después de 31 años de carrera, la popular banda sueca de hard rock tocaría finalmente en nuestro país con la excusa de mostrar las canciones de su octavo disco de estudio, “Last look at eden” (2009), aunque los clásicos de su primera etapa (1979-1992) serían los más esperados por todos.
Por suerte, tocarían con su formación más exitosa: Joey Tempest (voz y guitarra), John Norum (guitarra líder y coros), John Levén (bajo), Mic Michaeli (teclados y coros) y Ian Haugland (batería y coros).
Al fin
Previo al show principal actuó la gente de Bloom como única banda soporte. Durante su set despertaron mucho interés en los asistentes gracias a su hard rock clásico, que lo evidenciaron en canciones como “Jugador de cartas malas” o “A mí me gusta ser así”.
Ahora sí era el momento. Europe estaba a minutos de subir a escena, y no era el inicio de un show más, especialmente para aquellos cuarentones que los siguen desde su explosión mundial, hace ya 24 años.
Mientras sonaba la intro “Prelude”, el escenario se llenaba de humo, que representaba a una nube del tiempo que figurativamente transportaba a sus viejos fans a los gloriosos años ‘80. De esta manera, dos de sus fundadores, Joey Tempest y John Norum, se ubicaron en sus lugares y generarían un viaje de 100 minutos al pasado.
Si bien la apertura con las recientes “Last look at eden” y “The beast”, de su último CD, nada tenían que ver con ese éxodo personal, les sirvió para aclimatarse. Ya dentro de esta locura llegó el clásico “Rock the night”, que despertó la primera excitación generalizada, sobre todo en los muchachos mayores. Aquí Tempest empezó a derrochar todo su carisma, haciendo participar a su gente.
“Cómo están esta noche”, fue el saludo en español de su cantante, quien a cada momento creaba un feeling especial con sus fans. Una mínima afonía quedaba totalmente oculta gracias a su gran despliegue y manejo de masas.
No lloren chicas
Después de las ochentosas “Scream of anger” y “Let the good times rock”, llegó uno de los tres instantes de mayor euforia. Con la sensible “Carrie”, no sólo las niñas derramaron algunas lágrimas, sino que algún hombre también mostró sus ojos vidriosos. Por supuesto, las voces a capela de la masa y los encenderos/celulares tuvieron su momento.
Un entretenido solo de batería de Haugland derivó en un combo matador: “Superstitious” y “Cherokee” lograron que el estadio se ponga de pie otra vez. Con estas canciones dan sus claros fundamentos de porqué son una banda de heavy metal.
“Europe no se va”, gritaba el público durante el pequeño break. A la vuelta, Tempest regresó acompañado de una guitarra eléctrica para interpretar la rockerísima “Ready or not”. Apenas concluyó, todos sabían la próxima melodía que vendría.
Cuando empezaron a sonar los famosos acordes de “The final countdown”, el estadio se vino abajo. Los teclados inmortales de Michaeli fueron el punto culmine y de mayor excitación para aquellos hombres. Por suerte, los músicos se entregaron por completo y los hicieron sentirse jóvenes otra vez. Tras 100 minutos de show se despidieron, y muchos señores volvieron de su viaje. Sin embargo, una gran parte no quería retornar, por eso reclamaban por una más, pero jamás llegó.
Europe nunca fue una banda valorada debido a que sus grandes hits los condicionaron. Es decir, su sonido heavy-hard (que realmente practican) quedó en un segundo plano por la balada “Carrie” y su mega éxito “The final countdown”. Pero hay que ser justos y afirmar que pocas bandas de su género rockean como ellos. El domingo lo dejaron en claro.
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