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Todos los muchachos

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Por primera vez, Almafuerte tocó en un estadio de fútbol: fue en All Boys, con marco caótico. Beto Zamarbide, la aparición especial.

“Diecisiete años esperamos para esto, por favor se los pedimos”, le suplicó Claudio Marciello a ese numeroso grupo de personas que había trepado hacia la platea alta de All Boys. Ya eran más de las nueve y media de la noche, y el show de Almafuerte en la cancha de Floresta no podía terminar de arrancar porque una ordenanza municipal impedía que hubiese gente en ese sector. Sin embargo, no era antojadiza esa ubicación tomada por ese grupo de sujetos.

Es una lástima, pero es obligatorio empezar la crónica del concierto más importante de la historia de la banda hablando de lo mala que fue la organización, que pretendió que las más de trece mil personas que se habían acercado entraran todas por la misma puerta, un acceso que no solo no alcanzaba por único sino también por pequeño. Y, como si fuese poco conflicto, a esto se le agregó que el grupo empezó a tocar cuando la gente todavía no había concluido de ingresar; en consecuencia, se produjeron saltos de vallas, avalanchas, forcejeos y demás. La puerta se cerró, el conjunto siguió adelante (“Patria al hombro” y “Debes saberlo”) y el descontrol aumentó; finalmente, los pocos hombres de prevención que había fueron pasados por arriba y el público entró. A todo esto, ahora, la banda había parado de tocar.

No obstante, mientras la gente se acomodaba como podía y esto incluyó copar esa platea prohibida, los músicos volvieron a escenario pero para pedir que se ubicaran en los sitios habilitados: “Tenemos problemas. Si no se bajan todos los que están allá arriba, no podemos tocar”, exclamó Ricardo Iorio. “Y se me van todos los ahorros de la vida en esta noche. Los que están allá y no bajan, son gente mala”, agregó. Los minutos corrieron, algunos descendieron al campo o la popular y otros, con niños, directamente se fueron del estadio a sus casas; mostraban, indignados, que ni las entradas les habían cortado. Afuera, encima, se encontraban con otros que nunca habían entrado, temerosos de ser víctimas del caos.

A todo esto, la cuestión musical no podía arrancar: con personas todavía en la platea, la banda hizo “Con rumbo al abra”. La voz se oía bien, pero al resto de los sonidos les faltaba volumen; no obstante, esto importó poco puesto que nuevamente el show se detuvo. “Parece que hay muchos tragaleches que quieren que yo sea el próximo cantante de Callejeros”, protestó Iorio, y como todavía había un buen número de gente donde no se podía estar instó a otros a sacarlos por la fuerza e incluso jugó con la idea de que buscaban ser reprimidos; de todos modos, no había fuerza policial alguna por allí para hacerlo.

Finalmente, lo que ocurrió fue que el conjunto se resignó a la situación e hizo el concierto en esas condiciones, ya que la otra alternativa era suspender todo pero, tal vez, las consecuencias de esa determinación podrían haber sido más nefastas aún. Así, y con los problemas de sonido de los instrumentos resueltos, comenzó a tomar forma algo ya más parecido a un recital hecho y derecho. Buen golpe para lograrlo, entonces, que Ricardo se colgara el bajo como en las viejas épocas y entonara la primera de las canciones de Hermética de la jornada, “Desde el oeste”.

Seguramente, del primer tramo del concierto, lo más recordado será el segmento acústico e instrumental, con temas como “Ceibo”, “Caballo negro”, “Mi credo”, “Zamba de resurrección”; este bloque de la noche incluyó, también, un par de tangos que contaron con las guitarras no del Tano sino de los hermanos Cordone. Como respuesta a las caras de estupefacción por esas dos canciones desconocidas, Iorio protestó: “Seguro que si cantaba Mosa mosa asi voce me mata o Inundados están favela da marea la conocían todos, putos”. Asimismo, pero divertido, la voz de la formación aclaró una y otra vez: “All Boys significa todos muchachos, así que cuando diga All Boys quiero decir que canten todos los muchachos”. Como era de esperarse, para los que lo conocen, no pudo dejar de repetir tema a tema “¡All Boys! ¡Todos los muchachos!”.

En efecto, para este show se juntaron todos y cada uno de los muchachos y muchachas que siguen al proyecto que el ex Hermética forjó allá en el 95´; nunca antes se había visto semejante convocatoria y es por ello que el líder del conjunto no dudó en afirmar que estaban haciendo historia y que esta era “la noche” de Almafuerte. ¿Será que, de ahora en más, quedarán en el pasado los shows para cuatro dígitos y el grupo deberá acostumbrarse a los estadios, incluso con más capacidad que el de All Boys que definitivamente le quedó chico?

Para el final de la jornada, quedaría el plato fuerte: el viejo y querido popurrí de Hermética y V8, tal y como figura en el disco en vivo en Obras de 2001: “Vida impersonal”, “La revancha de América”, “Del camionero”, “Cuando duerme la ciudad”, “Olvídalo y volverá por más”, “Deseando destruir y matar”, “Cautivos del sistema”, “Muy cansado estoy” y “Destrucción”. Aunque las últimas cuatro canciones con una sorpresa no tan sorprendente porque era un secreto a voces: así como Iorio y compañía estuvieron en el último concierto de Beto Zambarbide, ahora el ex cantante de Logos devolvió la visita. Curiosa actitud de Ricardo, presentó a su ex compañero y se apartó del escenario, para que solo él cantara…

Lamentablemente, por todos los parates y conflictos que tuvo el show, la lista de temas se vio reducida: la banda tachó “Ser humano junto a los míos”, “La máquina de picar carne” y “Sopla el Pampero”. Esto, por cierto, se sintió ya que todos esperaban que el concierto tuviera una duración mayor a la habitual del conjunto; no obstante, y como de costumbre, quedó tiempo para “Almafuerte” y “A vos amigo” y la despedida de rigor, con los regalos de golosinas. Lo importante, a fin de cuentas, es que después de casi dos décadas de trayectoria Almafuerte logró reventar una cancha de fútbol, merecidamente; se podrán discutir muchas cosas de su mentor, pero no sus aportes a la cultura rock del país. Habrá revancha, de seguro, para que las cosas salgan bien. Y que solo haya que hablar de música, y que solo haya que oír música.

*Fotos por Cristian Seligmann.

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Redacción ElAcople.com

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