
SHOWS
Noche de redención
En medio de una Buenos Aires tapada por el agua, Foals tuvo su consagración en un show inolvidable, el martes por la noche en el Teatro Vorterix.
¿Y cuánto vale ser la banda nueva? Foals parece dispuesta a pagar el precio, sea cual sea. A partir de lo demostrado en la intimidad del Teatro Vorterix podemos pronosticar que los ingleses tienen todo para convertirse en una gran banda de estadios. Pero no vale la pena adelantarse y perderse de disfrutar este presente inmejorable que muestran a partir de lo que seguramente será uno de los álbumes del año.
El comienzo sería con “Prelude”, tema que también abre su enorme tercer disco, “Holy fire”. La introducción, instrumental, es ideal para que la expectativa vaya aumentando en el público en cada punteo de la guitarra hasta que deriva en “Total live forever”. Los nuevos temas dominaron el setlist, pero el principio siguió con un par de flashbacks a su debut: “Balloons” y “Olimpic airwaves”.
“Tenemos un tema nuevo para ustedes”, ironizó el vocalista Yannis Philippakis acerca de “My number”, la gran canción de su reciente material. El público saltó, bailó y cantó este hit instantáneo como si el Vorterix fuese un antro londinense escondido. Una metáfora futbolística ya en desuso rezaba que cuando un jugador tenía una gran actuación dejaba la pelota “así de chiquitita”. En la noche del martes los británicos la “descosieron”.
Foals vino a contradecir el estereotipo del inglés parco, reservado, medido en sus movimientos y hasta respetuoso. No podemos hablar de timidez cuando Philippakis se lanza al público con guitarra y todo, en dos grandes muestras de stage diving. La justeza con que cada uno ejecuta su instrumento sigue estando allí, como en los discos, (además un poco más guitarreros) pero con un plus de pasión y entrega que deja a todos con la boca abierta.
En medio de tanta vorágine y adrenalina (virtudes comandadas desde la batería por Jack Bevan) hubo espacio para la belleza intimista de “Late night” y “Moon”, esta última con el vocalista y su ladero estrella, el guitarrista Jimmy Smith, en esta ocasión sentado al piano.
Si con “My number” entregaron el hit del momento, en “Inhaler” encontraron el punto más alto de “Holy fire” para el vivo. Con un estribillo que sube constantemente y parece que nunca llegará al climax, cuando lo hace, explota en un podrido riff de guitarra convirtiéndose en la estrella del pogo, en uno de los mejores momentos de un show que lamentablemente iba llegando a su final.
“Two steps twice”, de su debut “Antidotes”, marcaría el cierre no sin que Yannis diera otra prueba de su locura: saltó del escenario una vez más para terminar tocando arriba de una de las barras laterales del Vorterix. Revoleó cerveza al público que deliraba, y también fue convidado de un cigarro que no parecía contener justamente tabaco.
Ya nos habían sorprendido en 2011 teloneando a los Chili Peppers, demostrando un sonido muy pulido en una cadencia new wave contagiosa. Dos años después, en una semana plagada de visitas internacionales, Foals llegó con menos marketing que El Festival, acá si con el bajo perfil inglés. Pero, claro, “en la cancha se ven los pingos”, y Foals nos pasó por encima brindando el primer gran show de este 2013.
La reina del Plata volvió a ser más que nunca la ciudad de la furia. En una Buenos Aires post-apocalíptica por el temporal, mitad a oscuras, mitad en silencio, un grupo de almas perdidas tuvo la suerte de refugiarse en el fuego sagrado de Foals y por algo más de una hora y media disfrutar su redención.
*Fotos por Fernando Fernández
[slideshow id=144]
1 Comentario
Tenés que estar logueado para escribir un comentario Iniciar sesión