RESEÑAS

Demoliendo Vélez

Por  | 

Desde el cielo las nubes amenazantes imponían respeto en la previa al show. Los fieles se iban a acercando al José Amalfitani, que se teñía con los diversos colores de los pilotos de lluvia improvisados. Desde la platea se escuchaba un fan contando el show más corto que presenció en su vida: tan solo 45 minutos. Por suerte, esos tiempos violentos en la vida de Carlos Alberto García Moreno parecen haber quedado atrás.

“El amor espera”, con algunos desperfectos de sonido que se esfumaron en poco tiempo, fue el inicio de una noche inolvidable para muchos, en donde los ’80 tomaron la lista de temas por asalto. Continuó con “Rap del exilio” dejando una tarea para los más grandes: ¿hace cuántos años que Charly no tocaba este brillante tema?. Pegadito sonó “Cerca de la revolución”, el cuál sigue siendo el preferido de la gente a la hora del pogo.

“Siempre que llovió, paró”, sentenció en un claro guiño a su recuperación. “Say no more es impermeable”, agregó, y vale decir que el espíritu de su público también lo fue. Mientras tanto, la lluvia no solo decía presente, sino que no daba respiro. En las mentes, y porque no en los corazones de algunos, se presentaban recuerdos de aquella noche en el estadio de Ferro, en donde García (en el marco del Quilmes Rock) brindó uno de sus mejores show de la década.

La banda se lucía sonando cada vez más ajustada a medida que se sucedían los temas, llevando a las 40 mil personas en un viaje por los ’80. No solo las canciones de esa década se hicieron presente, sino que se mantuvieron prácticamente todos los arreglos originales y hasta Charly se dio el gusto de desempolvar algunas joyas perdidas como “No te animás a despegar” o “Canción de 2×3”.

Los habituales segmentos o sets dentro de un mismo show no se dieron en ningún momento de la noche. García festejaba su cumpleaños número 58 arremetiendo con un hit tras otro: Chipi-chipi”, “Demoliendo hoteles”, “Promesas sobre el bidet”.

Cuando promediaba el recital se dieron dos de los puntos más altos. Charly presentó a su “ídolo y maestro”. Luis Alberto Spinetta, con su característico perfil bajo pero con el aura que lo acompaña, aportó guitarra y voz en “Rezo por vos”, coincidiendo también con el chaparrón más fuerte. Minutos más tarde sonó “Llorando en el espejo”, único tema fuera de su carrera solista, mostrando la voz de Charly en un estado excepcional, como si se hubiera sacado 10 años de encima.

La presencia de Hilda Lizarazu es clave en el sonido de la banda, y también ayuda a no extrañar tanto a María Gabriela Epumer. “Buscando un símbolo de paz” fue el hito de la noche para su voz. Otro veterano de mil batallas es el Negro García López, que a base de solos y arreglos perfectos también se llevó unos cuantos aplausos.

Varios fueron los amagues de cierre. Primero con “No voy en tren”, luego con “Rock and roll yo”. En medio sonó el tema nuevo: Deberías saber porqué. Finalmente se escuchó la furia punk de “No toquen” y todo parecía indicar que el show había terminado. Sin embargo, cuando la gente ya se estaba yendo (literalmente) la banda volvió para un último tema. “No se va a llamar mi amor” despidió la gran noche que Charly García se merecía y que ni siquiera la tormenta pudo opacar.

La gente, completamente mojada, no paró de brindar su cariño a uno de los padres del rock de acá. García, desde el escenario y a base de canciones, devolvió por completo ese afecto, y dio un paso más en su recuperación. Una noche en la que curó sus heridas y se encendió de música.

Redacción ElAcople.com

Tenés que estar logueado para escribir un comentario Iniciar sesión