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Charly premiado en Viña del mar

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El músico llegó al escenario en silla de ruedas, de smoking, con cintillo rojo, enormes audífonos y las uñas pintadas de rojo. Se sentó en un sofá de hotel, rodeado de tres teclados y se burló del concejal de Viña que sugirió que se le realizara un examen psiquiátrico.

En Demoliendo hoteles cambió de personajes y, en vez de “yo que nací con Videla”, reemplazó el comienzo de la canción por “yo que nací con Pinocho (en alusión a otro ex dictador, el chileno Augusto Pinochet)”.

Luego hizo una de sus típicas declaraciones de signo confuso: Hay guerra en el mundo y van a bombardear Irak. Les quiero mandar un mensaje a Estados Unidos e Irak: I’m Charly García… Say no more.

Charly jugó con elementos de su decorado, como un teléfono o una silla de dentista, levantó el dedo mayor -al parecer a unos músicos-, se desplazó a grandes zancadas por las pasarelas, cambió de temas en medio de la interpretación y se envió frases de auto-halago.

El músico tuvo, sin embargo, permanentes problemas de acople en el sonido y en sus desplazamientos con la guitarra enredó el cable. Arrojó una guitarra y al terminar la primera parte, pateó uno de los teclados, que quedó inutilizado.

García ya se había relajado -especialmente al cantar Influencia- pese a las dificultades de sonido y se veía dulce y tranquilo, disfrutando el momento. Fue un placer tocar acá, ¿eh?. Todo lo que me dijeron fue una mentira, dijo en referencia a la fama de difícil del público del Festival, al despedirse por primera vez. Sin embargo, el público quería más y exigió la Antorcha de Plata para él (el premio a los artistas que más gustan).

Charly García se retiró contento y de buen humor. En entrevistas posteriores describió al Festival de Viña como pluralista, grandioso, producidísimo y un poco kitsch.

Redacción ElAcople.com

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