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Pura energía

Ser la apertura de los Guns N’ Roses el 22 de marzo de 2010 había dejado insatisfechos a sus fanáticos, por eso esta segunda visita era tan esperada por ellos. Querían escucharlo por más de 40 minutos y en compañía de un sonido óptimo. Todos estaban acomodados para disfrutar de los himnos de Skid Row junto a algunas canciones de sus discos solistas.
Gran comienzo
Después que pasaran A.P.G., El Quincho y On The Roxx era el turno de que el cantante canadiense tomara el mando del escenario. Tras 40 minutos de espera, Sebastian Bach salió a las tablas con una actitud avasallante, generando que la atención se centrará solo en él.
Aquel fan que presenció el recordado debut de Skid Row en 1992 estaba rememorando de algún modo esas noches históricas. Verlo moverse de un lado a otro, arengando una y otra vez, eran actitudes que lo trasladaban a esos tiempos. Si a ello le sumamos que arrancaron con “Slave to the grind”, la locura se asemejaba a aquella velada.
Durante la primera parte, el sonido nunca llegó a ser el ideal, sobre todo por un volumen excesivo que provocaba cierta saturación en la voz y en las guitarras. Bach notó esos problemas y con gestos trataba que se solucionen. Las nuevas canciones de “Kicking & screaming” como “Dirty power” y la que da título al disco también fueron perjudicadas.
Mucha gente dudaba de su estado vocal, especialmente porque en su reciente CD daba espacio para desconfiar de su desempeño actual. Sin embargo, cuando interpretó perlas de la talla de “Here i am”, “Big guns” y “Piece of me” demostró que sus agudos conservan mucha de esa magia. No obstante, vale aclarar que sus músicos lo ayudaban en los coros, tapando así cualquier bajón.
Cuando el concierto estaba en su mejor momento, tras el clásico “18 and life”, se produjo un corte de luz que detuvo ese entusiasmo. Ahí fue donde Bach sacó a relucir su vasta experiencia demostrando por qué era considerado uno de los mejores vocalistas del hard rock. Cantó a capela “Wasted time” y “In a darkened room” para el regocijo de sus seguidores, quienes con sus voces y palmas crearon un clima hermoso.
Sin embargo, desde ese instante el audio tomó una nitidez y una potencia como nunca antes en la noche. La gente también lo entendió así y disfrutó a pleno hasta el final, ayudado por supuesto con gemas de la talla de “Monkey business” y “I remember you”.
De su etapa solista también pasaron canciones del anterior “Angel down” (2007), como “(Love is) a bitchslap”, “Stuck inside” y “By your side”. Este álbum, que cosechó muy buenas críticas, le sirvió para estar en la consideración del metalero nuevamente.
Tras el corte de luz, los asistentes charlaron con Sebastian en dos ocasiones para contarle cómo estaba la situación. Por esta razón tocaron hasta el final sin bajarse del escenario. El cierre con “Youth gone wild” dejó a sus fans súper satisfechos y a la espera de una rápida vuelta.
La vida artística de Sebastian Bach post Skid Row fue discontinua y sin la trascendencia que esperaba. Sin embargo, poco importó al momento del directo, donde el público disfrutó de la verborragia de su ídolo y de los clásicos inoxidables.
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