RESEÑAS

…Y en Uruguay, también

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Domingo 8:30 am.

Después de casi una hora de viaje en tren, cruzo el puente lo más rápido que pueda sin resbalarme y al grito de “espérenme! espérenme! No se vayan! No me dejen!” hago los trámites en la oficina de migraciones.

Subo al “Hércules” y en menos de 1 minuto, zarpa… es evidente que llegaba MUY tarde. Busco un lugar para sentarme. Trato de encontrar alguien afín, como para que el viaje no se haga tan tedioso, pero aparentemente ninguna de las pocas personas que viajaban en ese barco, iban a Uruguay con mi mismo fin: ver a MOLOTOV.

Comienza la aventura

Tres horas de viaje en barco y cuatro horas más en micro era la distancia que me separaba de Montevideo, la capital de la República Oriental del Uruguay.

Ver un show en otro país. ¿Cómo sería el comportamiento del público? ¿Será verdad que sólo los argentinos somos tan efusivos? ¿Harán pogo? ¿Cantarán el famoso “olé olé olé… cada día te quiero más”? ¿Pedirán en la cola una moneda para comprar la entrada? ¿o para la birra? Con demasiadas expectativas y muchas intrigas en mi cabeza.

Me tomé un taxi y me fui al hotel. Durante el viaje pude ver la ciudad empapelada de afiches anunciando el show de Molotov. Todo incrementaba mi ansiedad. No tenía demasiado tiempo, el show estaba anunciado para las 19 hs y eran las 17:30… acá no me iban a esperar!, así que me fui para el “Cilindro Municipal”.

En un principio, el show iba a realizarse en el Teatro de Verano, “un lugar muy pintoresco, hermoso”, según lo describían los montevideanos, pero debido a la lluvia tuvo que cambiarse a último momento a este edificio, un lugar con capacidad para 12 mil personas y que -tal como lo indica su nombre- tiene forma cilíndrica.

Me iba acercando con el taxi y la verdad no veía demasiado clima de recital… ¿me habré equivocado de lugar? ¿se habrán ido todos para el Teatro de Verano? Tuve que caminar algunos metros por el playón de estacionamiento y a medida que me acercaba al lugar, empezaba a ver más gente y me acosaban los revendedores de entradas, me llamó la atención la cantidad que había.

Retiré mi acreditación en la ventanilla de prensa y mientras iba hacia la puerta de entrada observaba a la gente. Todo era muy tranquilo. La cola ordenada. No había gente que repartiera volantes. No había gente que te pidiera una moneda. Mis expectativas se iban apagando. Me sentía bastante extraña aunque estaba en un ámbito tan familiar como lo es un recital.

Hubo algo que me llamó poderosamente la atención ya que no le encontraba relación con la serenidad en que se desarrollaba el evento: la cantidad de policías que había. Y lo que realmente me sorprendió fue cómo estaban vestidos: cascos, escudos, chalecos antibalas. No sabía si estaba en medio de una manifestación en Argentina o a punto de entrar a ver un clásico entre Peñarol y Nacional. Pero no, cierto! Venía a ver un recital de rock!!!

Preparativos

El clima de adentro no difería mucho del que se vivía afuera. La gente se acomodaba en las butacas, charlaban entre ellos. Algunos esperaban en el hall de entrada donde había dos puestos que vendían hamburguesas, choripanes, sandwiches de milanesa y gaseosas.

La gente no llevaba “remeras de rock”, y me llamó la atención que de las pocas que se podían ver, de las que más había eran de LOS REDONDOS. De fondo sonaban los RED HOT CHILI PEPPERS. Ya eran las 8 de la noche, había pasado una hora de lo anunciado, y la gente no se impacientaba.

Visitantes

Además de MOLOTOV, se anunciaban dos bandas más: los locales SNAKE y los argentinos ARBOL. Ellos fueron los encargados de dar el puntapié de este festival.

20:30 se apagaron las luces y los de Haedo entraron en escena. Es imposible estarse quieto cuando la banda de Haedo se sube al escenario y empieza a tocar su música, pero acá eran visitantes y esto se convertía en un desafío.

Comenzaron con “De arriba de abajo”, “La vida” y “La nena monstruo” y se llevaron al “Cilindro” por delante. Nadie podía permanecer sentado. Y lo más curioso: la gente conocía los temas y los cantaba! Pogueaban, saltaban, aplaudían, enloquecían con la banda, y la banda con la gente.

No era la primera vez que ARBOL visitaba Montevideo. Hacía un tiempo atrás habían hecho una presentación pero “en un lugar muy chico, nada comparable a esto” decía PABLITO abajo del escenario.

Y entre un público con bastantes adeptos ricoteros, obviamente no pudo faltar el final con el potpurrí a capella de los Redondos con el que siempre cierran sus shows.

Se prendieron las luces y no pude evitar “agrandarme” ante los periodistas uruguayos con los que estaba. Les contaba de ARBOL, de la gran convocatoria que tienen en Argentina, de lo mucho que la gente disfruta en sus shows. Pero ellos se mantenían reacios y se preparaban para contra atacar con SNAKE.

Locales

Con un estilo muy diferente al de la banda argentina, SNAKE se hizo presente. Una puesta en escena donde predominaban los colores violetas, rojos y azules, un bajo que sobresalía con su sonido tan particular, el carisma y la voz del cantante mezcla de COBAIN y BUNBURY invitaban a prestarles atención.

SNAKE lleva casi 5 años en carrera. Tienen un único disco llamado “Dos pasajes paramarte

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