RESEÑAS

Vuelvo a esconder algún dolor

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Llego y hay quilombo. En el barro del pogo y la distorsión salto y me entierro. Hoy me quedé con ganas de romperme en el llano de DOS MINUTOS, y con ROLIN (va con g de GUITARRA y VOZ), PEDU-CATO-LIMA-NO-ME-ACUERDO-NUNCA (BAJO) y el súper batero -que forman APURO-, la cosa está garantizada.

Unos 20 mutantes de los cientos que había en el lugar danzan al compás de un set que no tuvo más que 8 canciones, pero que los dejaron extenuados y sedientos. La presentación del primer EP de la banda es más que un éxito y me encolerizaré con quien sostenga lo contrario, ¿recordás?

Y parecerá que a ROLIN le digo lo que no quiero escuchar si le digo que me gusta, que así la quiero rockear yo con los pibes. Pero no, papá, son un rolo endemoniado, un manojo poderoso de tentáculos sobre una bata y un rastoso gritón que se sabe todas las formas de sonrisa que te dejan de cara.

Como un espectador que está despierto y se pierde la función, grito con los mutantes: “No me hables del ayer, si mañana nunca llega”, y por cuatro veces más “nunca llega”, un biri biri como los de mi amigo jipi, así, distorsión a pleno, medio rara, circular, que vuelve y otra vez recuerdo; aunque si vuelvo a despertar un domingo después de un sábado como el pasado, repetiría esto que se escribió hasta acá dos veces, tal como en “Despierto” corea la banda.

Esa fue una oración re larga, pero en el quilombo ese del set de la banda no hay tiempo para pensar en el Borges del eterno retorno. Tal vez me transforme hoy en un desconado bailarín del rock más callejero y pendenciero, negando a los literatos, pero es verdad que la letra tiene algo de volver, de repetir con apuro una espera, aunque esas sean más cosas de cronopio.

Tal vez para ser un cachiva mas que empuja a todos, que trata de cantar al micrófono alaridos incomprensibles y demás cosas de rotela. Y (tal vez) se vuelva invisible mi canción, eso que quiero gritarle a la banda en la cara (aunque el sonido era malo, lo mío iba a ser un alarido, precisamente, incomprensible).

El salvajismo de la banda tiene esperanzas, corte que no está tan lejos del amor, hay bellas muchachas danzando y arrojando miradas láser de lujuria hacia la banda, lo que hace suponer que (ninguno) está dormido y entre mis ojos y mi voz, si fuera un, ponele, BILLIE JOE AMSTRONG, no lograría lo que estos tres fisus.

Mirando en el balcón que hace el descanso de la escalera todos se quedan clavados a los escalones de cemento, esperando que pase cualquier cosa, porque parece realmente que en cualquier momento puede pasar. Sin embargo la cosa se desarrolla con una anormalidad muy normal, nadie se lastima aunque si yo fuera cualquiera de las otras bandas que tocaron con APURO me sentiría herido en mi orgullo: sí, me re cabió la banda, vieja.

“Tengo a mi lado un sueño y un cajón”, canta la banda en un bis; “no me grites por favor, quizás estés hablando con el sol”, en lo que interpreto que se viene el final, aunque falta para que el sol aparezca. Después de semejante show, la fiesta recién empieza.

Después de una extensa entrevista con la banda, que consistió en un saludo formal al batero (dado que tenía la cola con demasiado vértigo y sólo atiné a decir “muy bueno”), en un intercambio de sonrisas y sonidos guturales con el rastoso gritón del bajo y en una consulta sobre sustancias con ROLIN, conseguí una impresión completa de la banda.

Al llegar a casa me puse a escuchar el EP en copia de MP3 que tengo (porque en mi rol de pirata me robé su disco de algún lado, porque no me cabe el rol de periodista berreta que larvea discos como un tal Rómulo Cratérico) y escribí esta nota.

Después de escuchar una suficiente cantidad de veces el tema que mencioné a lo largo de toda la nota, determiné que el punteo final es así: “Pirir pirirpi riripi biririr ririrbi bibi”. Creo que voy a volver a ver a APURO.

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