ENTREVISTAS

Vueltas de la vida

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A fines de 2000, Julián Ibarrolaza (voz), Emiliano “Cabeza” Elso (bajo), “Matu” (batería) y “Kuntacu” (guitarra), decidieron separarse de común acuerdo porque según ellos el ciclo musical de Embajada Boliviana estaba cumplido. Si bien al momento de la ruptura estaban en pleno ascenso debido a la buena difusión y a las aceptables críticas de su disco debut, “Soñando Locuras” (salió en marzo de 2000), fueron honestos con ellos mismos y le pusieron punto final a la historia.

Otro de los factores para finalizar con esta etapa fue la partida de “Kuntacu”. Desde su surgimiento en 1992, los cuatro integrantes de Embajada Boliviana tenían una relación afectiva muy buena y no querían truncarla por la banda.

El paso del tiempo los ubicó en un lugar inédito para ellos, ya que durante su ciclo de ocho años jamás habían obtenido el suceso con el que cuentan hoy en día. Gracias a las nuevas generaciones, el grupo comenzó a crecer y a tomar un impulso que derivó en este reencuentro. Más allá de los comentarios, ellos jamás imaginaron que su vuelta generaría tanta expectativa. Ibarrolaza lo deja en claro.

¿Por qué crees que el grupo tomó esta relevancia?

Me imagino que deber ser por el tiempo transcurrido, las historias relatadas de aquellos que sí nos vieron, nuestra sinceridad, convicción e ideales, y sobre todo el azar. También, aunque suene extraño, nos ayudó la poca difusión en los medios para generar este mito.

¿Ustedes lo buscaron?

Sinceramente no, ya que nunca fue nuestra intención, o al menos nunca reparamos en ello. O sea, la gente la convirtió en banda de culto aunque lo fue cultivando de a poco y con mucho boca en boca. Sí te puedo decir el esfuerzo que hicimos nosotros para tener esta banda.

La idea de la vuelta la venían barajando desde hace un tiempo, pero recién se confirmó en mayo de este año: “Supongo que los cuatro pensábamos todo el tiempo y en todos lados esta situación, pero es difícil saber cuál fue el momento exacto”, aclara Julián.

¿Y qué tal el primer ensayo?

Nos sentimos realmente a gusto, como si el tiempo no hubiese pasado. Fue un momento de mucha adrenalina y emoción, además de tener una expectativa enorme.

¿Qué canciones salieron fácilmente y cuales les llevó más trabajo?

Los temas no se olvidan jamás, quizás nos costó un poco pulir algunos arreglos en algunas melodías, ya que tuvimos que variar temas viejos para poder cantarlos (ya no tenemos 17). De a poco fuimos encontrando el punto justo para cada canción.

Para esta incursión han sumado un nuevo integrante, el hermano de Julián, Lisandro, en guitarra y coros, a quién él considera el mejor compositor de la ciudad. A partir de este viernes en El Sótano, de Rosario, debutar

Redacción ElAcople.com

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