
RESEÑAS
Vorterix Stoner Fest: de todo un poco, apto para muchos
Bhutan, Las Diferencias, Los Antiguos, Ararat y Humo del Cairo animaron el festival, en un Teatro Vorterix colmado.
Bajo el marco de un nuevo festival stoner, anoche se juntó un grupo de bandas a tocar en el Teatro Vorterix. Un grupo de bandas que tienen algo y poco en común, pero que compartieron una idea clara: mostrar qué alternativas hay para escuchar en este país, en esta creciente escena, ante la catarata de visitas internacionales.
La noche arrancó temprano con el singular set de los neuquinos Bhutan. Armados con guitarras, bajos y sintetizadores, este trío generó un clima con su drone al que el público se sumó con respeto. Tanto claros seguidores como ajenos, todos entendieron la consigna: menos charla y más oídos y ojos. Desde la guitarra y arco (!) de Martín Tarifeño, pasando por los efectos y machaques de Francisco Badano, y los efectos y bajos de Andrés Gargiulo, Bhutan armó una situación que fue creciendo de a poco, y que se iba consumando a medida que pasaban los minutos. Todo terminó con una explosión en la batería, a cargo de Gargiulo, para que este trío concluya en un punto muy alto su breve set.
Después de un corto receso, siguió una de las perlas del momento: Las Diferencias, que en vivo hacen justamente su diferencia. Ásperos, musicales, clarísimos en su propuesta, logran hacer entender bien lo que hacen con mucho rock y blues rememorando viejas y buenas épocas. Pese a los inconvenientes que tuvo Andrés Robledo con su guitarra, el trío oriundo de Caseros salió airoso y siguió tocando; hasta se dieron el lujo de estrenar tema y video nuevo, “Un as bajo la manga”. Gran intervención de estos chicos, hay que decirlo.
Promediando la mitad del festival, se corrió el telón y apareció una de las grandes armas letales de este año: Los Antiguos. Este quinteto vino dispuesto a comerse la cancha, pero lamentablemente acá ya se notaron los problemas de sonido. La voz del Pato Larralde quedó algo ahogada; la batería de Huija y el bajo de Mow sonaron muy claros, quizá demasiado claros; las guitarras del Tano y de David Iapalucci también sufrieron un desliz de volumen, que supo arreglarse pronto. Sin embargo, el volumen general seguía estando muy alto. Pese a esto, el público acompañó (con una gran convocatoria) y se dio lugar a los primeros pogos y coreos de la noche, conformando una salvajada que va creciendo más y más. Se destaca, del repertorio, esa catarata de trompadas que es “Los grises”; “El sureño”, ideal para sacar a bailar alguna chica; y una para que la gente cante, “El hombre que no se puede ir”. Hay muchas expectativas sobre qué pasará cuando saquen su segundo disco.
Algunos pensarán que Ararat es la banda que carga la mochila más pesada acá, pero no es así. Lo que este trío (sí, otro más) genera con su sludge está entre lo familiar y lo novedoso. Acompañados de una extraña y perturbadora película que se proyectaba en la pantalla del teatro, la banda descargó un repertorio bien afilado. Se celebra el comienzo con ese trance que es “Caballos”, con ese riff maldito e hipnotizante, como antesala al despelote que son los temas de “Cabalgando hacia la luz”. “El Paso”, “Las dos mitades” y la pegadiza “Nicotina y Destrucción” elevaron la noche, que se vio algo opacada por el sonido (otra vez); la voz de Sergio tuvo momentos en que quedó muy detrás, hasta de su propio bajo, y esto empezaba a irritar un poco.
Pisando fuerte como un elefante, Humo del Cairo terminó la noche a todo trapo en un teatro que ya estaba desbordado de gente. Tal vez, esta es una banda que puede cansar pero entre la energía que tienen los tres, y esos temas como “Los ojos”, “A tiempo” y “Tres” se destacan y mucho, como truco de mago con una galera. Desde ya, la convocatoria que tienen está bien justificada. Y sí, el sonido también tuvo su lugar en esta parte: la voz de Juan Manuel Díaz se tornaba de a ratos inentendible, pero este trago amargo igual no terminó de opacar un final de festival muy arriba.
Para terminar, hay que puntualizar dos cosas: primero, más allá del nivel en general de todas las bandas, se pudo notar bien el nivel de bateristas que hay acá. Desde Heis de Las Diferencias, Huija de Los Antiguos, la bestia que es Felitte de Ararat, Castrogiovanni de Humo y hasta la leve intervención de Gargiulo; todos mostraron que hay un nivel impresionante en los parches. En segundo lugar, quizás para las futuras ediciones pueda superarse la complicación del sonido, teniendo en cuenta desde ya lo complejo de armar un festival con bandas donde cada una tiene su propia configuración. Perlas negras, perlas blancas demás, es gratificante ver cómo después de mucho esfuerzo para tanta gente implicada, se arman estos espacios. Se dan de a poco, pero van creciendo al fin. Que haya una próxima, la estaremos esperando.
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