RESEÑAS

Volver, ganar, gustar, golear

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Llena la sala de Niceto Vega y Humboldt, pese al jueves ventoso que obligó volver a las camperas. La popularidad del grupo colombiano goza de buena salud en Argentina. Aunque, a decir verdad, no hubiese sido raro si el lugar no se llenaba a pleno, porque para bastantes, los Aterciopelados pasaron medio de costado, casi como unos one-hit-wonders. Antes de las 9 y media,Andrea Echeverri, líder que se anota en la columna de los carismáticos, se apareció vestida de Pachamama, con pollera, aros y guitarra de mil batallas, electroacústica.

Aterciopelados es el mensaje que en los 90 fue ignorado. A contramano del nihilismo violento y cierta apatía apolítica que lideró la última década del siglo anterior, proclaman la unión de los pueblos del mundo, al mismo tiempo que piden volver a las raíces. También transmiten amor e incitan a fumar “La pipa de la paz”, tal como en el tema que abrió el show.

Según prometían las gacetillas de prensa, vinieron a presentar “Río”, su último disco, editado… ¡hace casi dos años! Es cierto, no nos visitan desde hace casi cinco (cuando, incluso, todavía no habían sacado su anteúltimo álbum), pero esas canciones lejos están de ser nuevas. Ya tienen suficiente rodaje como para que el público las pueda cantar, y eso sucede. La seguidilla “Río”, “28”, “Día paranormal” y “Gratis” es tan festejada como “El estuche”, primera revisión oldie.

A todo esto, el auditorio ya había caído rendidísimo a los encantos de la cantante. No sólo por lo bien que canta, sino también por su actitud, chamánica, que limpia malos humores sin esfuerzo. También, por fuera de las canciones, tiene un discurso entrañable. Por ejemplo, antes de introducir “Canción protesta”, reivindicó a los cantantes populares americanos, desde León Gieco a Bob Dylan, pasando por Victor Jara, Manu Chao y hasta Gustavo Cerati, de quien dijo: “De protesta, pocón pocón”.

Después de “El álbum”, vino lo que la mayoría fue a escuchar. Se supone que fue así, porque pintó coro de cancha y saltitos para “Bolero falaz”, que, en el momento en que suena, cualquiera diría que es el mejor tema que escuchó en su vida, aunque sepa que está equivocado.

Para el tramo final del show, se sumaron Pat Coria e Hilda Lizarazu, que secundaron en “Rompecabezas”, y después de “Luz azul” y “Baracunatana”, volvieron a cantar en “Florecita rockera”. Por un momento, Hilda le robó un poco de protagonismo a Andrea, aportando baile y coros. Como se dice, entró en el segundo tiempo para liquidar el partido.

La vuelta de Aterciopelados al país fue más que auspiciosa. Además del buen repertorio presentado y la onda de la Echeverri, sonaron bárbaro en un lugar donde esto es casi una misión imposible. Así, su nombre volvió a aparecer en algunas bocas, en algunos medios –incluida una participación en el programa televisivo de Pettinato-, y todo queda en condiciones para que vuelvan cuando quieran, más pronto que tarde.

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