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Virus: show y disco homenaje

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“Es un orgullo enorme que tantos músicos talentosos se hayan juntado para tocar nuestras canciones. No se dan una idea de lo que significa para nosotros”. Recién iban dos o tres temas del show de VIRUS en el teatro Coliseo de La Plata, pero MARCERLO MOURA -ex tecladista y actual voz líder- no pudo dejar de agradecer el homenaje que, hora y media atrás, en el mismo escenario, gran parte de la movida rockera local le rindió a su banda.

El disco -editado por Radio Universidad La Plata (FM 107.5, www.lr11.com.ar)-, se llama “Tomo lo que encuentro” y consiste en versiones personales que bandas y músicos locales (tanto under como consolidados) hicieron del grupo que dio vuelta los supuestos estéticos y morales del rock nacional a principios de los ochenta: cuando ser rockero no podía ser otra cosa que escribir letras profundas, llevar el pelo largo y elaborar melodías inteligentes.

En ese contexto, los primeros VIRUS irrumpieron en la escena con apologías hedonistas al “hombre plástico” (“la protesta no va más” cantaban en “Sorprendente”); invadieron las fiestas y las FM con ritmos hiperveloces que “sólo buscaban sacudirte” (“El rock es mi forma de ser”); y se dejaron descomprometidos peinados cortos que desordenaban anárquicamente con gel.

Junto a AUTOBUS, LOS HELICOPTEROS, ZAS y LOS TWIST, entre otros, conformaron la nueva sensibilidad de una Buenos Aires copada por jóvenes modernos de distintas clases sociales que no podían dejar de bailar el “Wadu Wadu” (o el “Hulla Hulla”) y de llenar el Luna Park varias veces al año.

Luego, muchos se preguntaron qué ocurrió para que el pop moderno y masivo de aquellos años terminara en el pop moderno pero minoritario (casi de elite) de fines de los noventa. O para que miles de personas apretujadas en Obras, el Astros o el Luna, se redujeran hoy a cientos (o menos) que deambulan por Club 69 o La Cigalle. El motivo podría ser una concepto que hizo su aparición hace algo más de diez años y que desde entonces domina, hegemónico, la escena pop actual: el concepto de lo “cool”.

El término no estuvo entre las palabras que utilizó el periodista TOM LUPO para conducir con soltura el homenaje a la banda platense, pero sí sobrevoló la presentación de varios grupos participantes. Tanto en la exquisitez lounge de “Tomo lo que encuentro” de SERGIO PANGARO o “Dame una señal” de MISTER AMERICA, como en la provocativa elegancia con que EX y AHORA se valieron para versionar “El banquete” y “Sin Disfraz”, apareció fuerte ese gusto por lo estéticamente distinguido que la banda de los hermanos MOURA, si bien compartía, no ubicaba en primer plano.

Y es que en VIRUS una búsqueda prioritariamente cool no hubiera sido compatible con el perfil inclusivo que le daban esas letras a veces más cercanas a lo sentimental “grasa” (“hay que salir del agujero interior/ golpear la piña en otra dirección”) que al buen gusto estilizado. Tampoco con ese sentido del humor que los alejaba de cualquier solemnidad y los llevaba a reírse de si mismos (“Soy moderno, no fumo”). Cualidades que, salvo en MIRANDA! -por algo la única banda pop capaz de llenar teatros y provocar gritos y sofocones-, desde hace tiempo se hace difícil encontrar en la escena pop actual.

Los que parecieron recrear algo del espíritu lúdico de FEDERICO MOURA y del ex letrista de la banda ROBERTO JACOBY, fueron LOS HERMANITOS KAISER Y SU INCREIBLE ORGANITO QUE TOCA SOLO, un dúo que a puro palma convirtieron “Juegos Incompletos” en una divertida coreografía estilo canal de 9 de los ochenta. También se destacaron, aunque en otro plan, el songwriter FEDERICO KEMPFF (su colección de canciones, “Tardes de sol”, figura entre lo mejor del año pasado) con “Desesperado Secuencia Uno”, los (ya esta altura) hiperlocales ESTELARES con su emocionante versión de “Pronta Entrega”, y FRANCISCO BOCHATON con una sentida “Imágenes paganas”.

“Vamos a tocar 5 o 4 temas nuevos uno peor que otro, son tan malos que ni siquiera merecen tener nombre”, advirtió MARCELO MOURA luego de que finalizó el homenaje y los VIRUS se adueñaron del Coliseo Podestá. Cuando resultó que dos de esos temas tenían título (”Cabeza” y “Milena”) y que, a demás, eran bastante buenos, pocos se sorprendieron. Después de todo, incoherencia y carisma pop suelen ir de la mano.

Las butacas rústicas, las alfombras cuidadas y la estricta prohibición de fumar en la sala, hicieron que el público -una mezcla heterogénea de estudiantes universitarios y viejos fans de la banda- al principio se cuidara de romper las formas. Pero apenas VIRUS emprendió su seguidilla de himnos ochentistas (“En mi garage”, “El probador”, “Destino Circular” y “Luna de miel en tu mano”), el clima levantó temperatura y varios se agolparon en el borde del escenario recreando aquellas noches en el Luna Park.

Ahora que luego de casi veinte años los originales DURAN DURAN se juntan y prometen otra invasión new romantic por el mundo, no es descabellado ilusionarse con que una nueva unión de VIRUS desemboque en un disco que vuelva a darle sensualidad, alegría y masividad al pop moderno actual.

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