RESEÑAS

Viajes memorables

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“Queremos y creemos que podemos llegar a ser la banda más importante del país” confesaba RAMIRO CEREZO, el cantante de la banda que el pasado miércoles pisó por primera vez el escenario de Obras, en una entrevista para EL ACOPLE. Hay convicciones que lustran las botas de los caminantes para pulir sus huellas. Otras que prefieren desnudar todo rastro para invitar a todo aquel que le tiente seguir la misma dirección, a dejar la suya. PIER, la banda formada allá por 1995 por los hermanos RAMIRO y AGUSTIN CEREZO, sumergida en convicciones logró llenar el estadio con las botas bien pulidas, mostrando el brillo de una ilusión que los condena atándolos a ese camino de soberbias y pretenciosas ambiciones que eligieron andar.

Un escenario etiquetado por el nombre de la banda como única escenografía, repasaba los mejores temas de sus cuatro discos en una primera parte que incluía “Prisionera robot”, “El paraguas malvado de Porota”, “De andar elegante”, “Ángeles del olvido”, ”Ritual” y “La última risa”.

Con los reflectores iluminando el estadio por lo bajo y los globos salpicando entre las cabezas sonaba “Sabe que vuelve”, mientras los platillos de la batería de EUGENIO CEREZO desplegaban la chacarera de “Mar de sangre”.
A los costados del escenario, dos pantallas repetían “PIER” como si la gente hubiera estampado sus gritos en ellas.

Nuevamente la batería comenzaba a construir el tema pero la eléctrica de AGUSTIN no tardaba en pasarle las riendas del público a sus solos, con los cuales ponía a corear “La gorra de Carmelo”, dejando al resto de los músicos detrás de una nube de humo.

“Esto para nosotros es impresionante y hace mucho tiempo que veníamos en busca de esto. Si estamos acá es por el esfuerzo que hicimos y que hicieron ustedes. Sigamos así, que hinchada hay una sola y es la de PIER”, alentaba RAMIRO, la voz de la banda.

Sonaba “Juego Mufado” detrás de un escenario que se teñía de violeta. El pogo comenzaba revoleando remeras desde el fondo del campo del estadio para terminar desplegando algunas banderas infiltradas frente a las caras de los músicos.

“¡Bienvenidos al banquete!” anticipaba el frontman con una introducción de armónica de un tema que juega con las velocidades moldeando la adrenalina de su gente.

La guitarra repartía el riff de “Fervor de los sueños” en la oscuridad, poniendo a saltar a todo el estadio, que quedaba cubierto por el cantar de RAMIRO, una voz con eco propio que desliza las palabras sobre los acordes de una manera ricotera.

Las palmas atraen a “Pulposa satisfacción” donde NICOLAS FERREIROS saltaba y bailaba sobre las luces blancas del escenario.

“Bienvenido el maestro MIGUEL BOTAFOGO”, recibía el cantante al músico invitado de la última producción de la banda, “Seguir latiendo”. El guitarrista de barba blanca se enfrentaba con el pelado de PIER en solos de eléctricas que desenvolvían “Viajes Memorables”.

Grandes círculos se abrían entre la gente, la cual se posicionaba para golpearse en un pogo que recibía a los solos de BOTAFOGO mientras RAMIRO jugaba con un globo que iba y venía del escenario al público.

”Vamos a armar un dream team”. En la batería se sumaba BLACK AMAYA para homenajear a PAPPO, “el guitarrista más grande de la Argentina”, con “Ruta 66”.

Sonaba “Late a tu ritmo”, seguida de “La ilusión que me condena”, donde todo Obras se veía reflejado en los saltos que RAMIRO despegaba con el pie de micrófono en mano.

Entre saltos amagaban la despedida con “Por vos lo doy”, retomaban en plena distorsión con “Al filo del peligro”, mientras una bandera asentaba las cabezas con “Sacrificio y rock ´n´ roll”, tras la consigna de “¡¡¡Que se escuche hasta la general paz!!!”.

Otra bandera más grande se acercaba a la cornisa del escenario mientras las luces violetas y azules impregnaban una suerte de olas en ella, como dejando salpicar “Lunares” sobre un par de arpegios que rompían en rasguidos punk.

Tanto los músicos como la gente cantaban sobre las palmas y suspiros que confesaban frases como “nunca lo vamos a olvidar”, en un final que no retenía talones sobre el suelo, en un final que dejó “Conmovidos” a los allí presentes.

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