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Viaje de agua vol 1: Toda la vida tiene música
Poseidótica organizó su propio festival donde el amor y la pasión hacia la música fueron el lei motiv.
En este eterno viaje musical y personal, llega un momento donde uno se da cuenta que hay música que no necesita tener palabras para decir muchas cosas. Astor Piazolla, Miles Davies, Ornette Coleman, Los Natas, John Coltrane, Medeski, Martin & Wood y un infinito etcétera son casos donde las palabras son escasas o directamente no existen; es música que viene de un lugar muy profundo del alma. Poseidótica forma parte de este ejemplo que prefiere hablar en su propio lenguaje.
Después de exitosos shows como parte del “Vorterix Stoner Fest” y las ya tradicionales fechas con Humo Del Cairo, era hora de este “Viaje de agua volumen 1”: el sueño de tener su propio festival, reuniendo bandas que siguen ese mismo espíritu.
Al minuto de llegar al teatro, Gripe se adueña del escenario. Tomando cada vez más fuerza en la escena, muchos se sorprenden al enterarse que este grupo tiene más de diez años de vida. Pero a partir del disco “La revolución permanente” han tomado un nuevo envión que ya lo respaldan con un público fiel y extraños que prestan atención a pesar de lo temprano del show. Un set sólido que consolida una vez más el buen lugar de la banda dentro de la escena.
Sur Oculto es cosa seria. Los cordobeses llevan un largo camino con su jazz/metal/funk abrasivo. La propuesta de los apadrinados por Pez parece haber calado hondo en un público muy joven sediento de virtuosismo, pero lleno de buenas ideas. En épocas donde la juventud levanta banderas, es saludable ver a tantos chicos entusiasmados por una propuesta completamente instrumental y difícil; si hasta hay algunos que se animan al pogo. Siendo los que mejor sonaron en la noche y tal vez dando el mejor show, Sur Oculto es una realidad hace rato, es solo cuestión de tiempo para que el resto se entere.
Dragonauta, bichos raros como son, descolocan hasta en este festival. Con formación nueva (una vez más) en épocas donde las barbas, el stoner y las camisas son “cool”, Dragonauta es muñequeras de clavos y parches de Hellhammer. No solo eso: han aumentado el nivel de maldad en su propuesta. Si en su etapa con el Topo Armetta en voces, el doom de los 70 y los duelos de guitarras eran la ley, esta nueva formación de la banda lleva el black metal más primitivo como estandarte. “Transmutado” y “Necrogalaxia” rescinden de los compases complejos de su sonido original para cambiarlo por agresión y suciedad; pero no una suciedad del desierto, sino una fría, gélida, sin ninguna otra intención que pasarte por arriba y no hacer concesiones. Eso es Dragonauta hoy.
Lamentablemente, la banda protagonista de la noche tuvo una presentación accidentada. Desde el comienzo, la guitarra de Santiago Rua no existió. Durante gran parte del show, se lo vio al músico luchar con su instrumento y los equipos mientras el resto de la banda se repartía entre zapadas y versiones a trío de viejas composiciones. Eventualmente el problema se solucionó y el clima nunca se cortó. Otra de las ventajas del género es que no hay que estar atados a las estructuras de una canción; se puede crear en el momento. Ahí podemos ver el oficio de la banda, tanto para improvisar como para entregar composiciones interesantes. Porque a pesar de ser una banda instrumental, ninguna canción es similar a la anterior.
La potencia de Walter Broide se funde muy bien con las sutilezas de Martín, Hernán y Santiago; pueden concentrar en una propuesta lo mejor de los dos mundos: se puede ser sutil y potente a la vez. Es por eso que el invitado de la noche, Edelmiro Molinari, encaja a la perfección en “Hace casi dos mil años”, de Color Humano, y “Aero ruta”. En esos momentos, pasado, presente y futuro del rock argentino se funden en un abrazo fraternal y se da de la manera más natural, porque tanto Color Humano como Poseidótica, con sus raíces en sonidos antiguos, miran hacia el futuro.
Hace poco el gran David Lebon dijo que ya no había nada interesante en el rock nacional. Pero eso no es cierto. Tal vez debería juntarse más con Edelmiro, porque a juzgar por las bandas que tocan todos los fines de semana, los festivales que se logran y la cantidad de público que apoya, desde acá no creemos que haya un mejor lugar para estar.
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