
RESEÑAS
Utopía rocanrolera
El mismo grupo que el año pasado llegaba al escenario del ex – estadio Obras diluyó su sonido pasado en los actuales acordes de guitarras y la pesadez en la voz de ALE KURZ. EL BORDO cambió, sin lugar a dudas, y está en ese punto intermedio de metamorfosis donde toda su estructura melódica está buscando nuevas formas de ser y decir.
“Yacanto”, su última producción y el claro reflejo del cambio, fue la excusa para desembarcar en el estadio auxiliar de Ferrocarril Oeste, a medio llenar. La reprogramación de la fecha del 24 de noviembre pasado puede considerarse una de las causas de esta merma en el público.
Como en su disco, “El Regreso” fue el primer tema de la noche. Las primeras filas sub-20, sin espacio alguno para dejar pasar una gota de aire, estallaron en medio de papeles y globos. Una bandera de fondo negro y con el nombre de la banda se extendía por momentos.
Un popurrí de pasado lejano y reciente se fundió en la lista de 28 temas con canciones como “El insatisfecho”, “Quiero ver” y “En la vereda”. Incluso el mix de “Matanga”, “Escupiendo” y “Así”, sumado a “RnR hepático” y “Jazz Barrial” retrotrajo a los fanáticos más antiguos a aquellas noches donde EL BORDO recorría los bastiones del under.
Pero el hoy de esta banda es mucho más interesante, donde la búsqueda lírica y musical de un lugar utópico (recurso que parece cincelar a muchos géneros y bandas) carga a sus canciones de metáforas y sonidos enriquecidos, y por lo tanto, con mayores puntas para comenzar a destejer su producción.
“Borracho en mi ciencia, no puedo ver más” se escuchaba en todo el estadio en “Soñando despierto”. La superposición de los instrumentos que crean el sonido actual de la banda, cargado y denso pero sin fricciones, contrasta con la simpleza de formas que tuvieron en sus placas anteriores, que no dejaron la frescura de lado. “Me da igual” y “Chapita”, temas de la noche, son el claro ejemplo de ese pasado de trazos limpios y estructurados.
El recordatorio de la muerte de LUCA PRODAN tuvo su espacio, con un KURZ cuasi-pacificador ante los clásicos cánticos contra GUSTAVO CERATI. “No le deseen la muerte a nadie, simplemente no lo escuchen”, argumentó ante un público que acalló al instante.
Antes de “Te devoran”, la voz líder agradeció a LA RENGA y a POCHO de LOS PIOJOS por el apoyo brindado luego del traspié en la fecha cancelada. Incluso las bandas teloneras; PERRO CIEGO, EL MENDIGO, HEREFORD y LA COVACHA (que dio un condimento especial a su presentación con un tramo sólo de percusión), tuvieron sus agradecimientos por parte de la banda principal.
El final oficial llegó después de “Volando” y “La banda”, ese himno dedicado a los fanáticos que “van cantando unidos por el rocanrol”. Las palmas y los gritos aclamaban un final, el verdadero. La tropa salió para completar la noche con “A mi favor” y el clásico “Los Perdidos”, dos de los últimos tres temas de la noche bordolina.
“Mientras tanto el rock se va/ salteando estructuras, mirando al costado/ ¡No le gusta ser un héroe pop!”, entonó KURZ en la última canción de la noche, “El silencio del caos infernal”, la misma que cierra “Yacanto”, un lugar que existe en el corazón del país. Mientras los pensamientos quedaban en esos versos que parecen ir en contra de lo que sucede en la realidad, el show terminó.
La fantasía ya fue planteada; cargar a un lugar geográfico con todos los deseos del anhelo de una creación utópica. Ahora queda como deuda pendiente expandir el espacio del mismo rock que parece estar estancado en las estructuras de las que alguna vez buscó escapar. Y crear así la verdadera materialización del no-lugar dentro del rocanrol: ver más allá de sus fronteras artísticas y enriquecerse musicalmente para crear un nuevo límite. Quizás esta sea la nueva tarea que EL BORDO puede asumir sin miedo.
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