RESEÑAS
Una noche en el BLUES MOTEL

Pasadas las nueve de la noche, la entrada del ND Ateneo se iba colmando de juventud sedienta de buen rock & roll. Ciertamente no era Cemento, ni El Teatro, pero este lugar permitiría incursionar en una puesta en escena distinta, dándole otra ambientación, y espíritu a la noche.
Una vez abiertas las puertas, la pantalla posicionada al fondo del escenario mostraba imágenes “caseras” de BLUES MOTEL, tanto en el estudio como durante el proceso creativo, con comentarios de sus integrantes y allegados a la banda, mostrando el lado más “persona” y menos “rocker” de la banda.
Mientras las guitarras suenen
A las once menos cuarto las luces se apagan, y el telón cae por completo. La adrenalina comienza a crecer galopantemente, para encontrar consuelo en la explosión sonora de “Nunca pararé”, tema que arraiga una fuerza increíble, mientras declara que “la banda ya llegó, en el escenario todo es rock & roll”, ante un público que inmediatamente salta de sus inertes butacas para bailar y poguear.
Entre alaridos y aplausos, arrancó “Rock & Roll de la carretera” con una armónica incendiaria a cargo del cantante GABRIEL DIAZ, quien ciertamente sabe como ser un verdadero showman, jugando con la gente, bailando y saltando por todo el escenario. Poniéndose el sombrero de uno de los chicos del público, recreando la imagen casi mítica de JAGGER en Altamont, exclamó “Buenas noches”, las cuales fueron las únicas palabras que el público escucharía antes de volver a ser desbordado por el poder de la banda, cortesía de “Demian y Abraxas”.
Resulta evidente que BLUES MOTEL conoce las escapatorias a un sonido monótono dentro de un estilo similar. Ciertamente la incorporación estable de SEBASTIAN VOYATJIDES en los teclados les da una mayor plataforma para el desarrollo musical; así como el talentoso despliegue de afinaciones abiertas en la guitarra de ANDRES CASASCO, quien no falla en implantar un swing que automáticamente hace mecer todas las cabezas.
Envuelto en un Wah-wah endiablado a cargo de ADRIAN HERRERA llegó el primer estreno de la noche: “Puedo rodar y golpearme”, un buen boogie rock que por momentos trajo aires de una cruza entre “Thick and thin” de los BLACK CROWES, y la versión de “Six days on the road” de TAJ MAHAL. Continuaron otra novedad titulada “Despegar”, la cual pudo haber interactuado perfectamente en la cosecha de “Malbec” (2001).
El hermoso “Brujos” llega para brindar “por los que vinieron, por quienes trajeron la más blanca luz”, con un juego de guitarra que da pie al rugido de “dale dale Blues Motel, dale dale Blues Motel” por parte del público. Aún con un pormenor técnico en el principio, “Lo que barre con tu alma” hizo delirar al público, con la batería de RAFAEL GILDENBERGER en estado de máxima ebullición, y unas guitarras más que apasionadas.
Entre imágenes psicodélicas en la pantalla pasó “Nada será igual”, “Alegrías del hogar” -con un riff hipnótico y cortes filosos- y los estrenos de “El tiempo está en calma” y “Buscando”, con estribillos nada convencionales pero con el mismo poder de atracción, sin caer en la mediocridad de fórmulas.
En medio de luces cálidas suena la emotiva “El indio”, con pasajes que ciertamente logran poner la piel de gallina, y con ARIEL HERRERA dándole una vitalidad fretless a su bajo, deslizándose por todos los trastes, y cediéndole el micrófono a un “cantante invitado” del público. Así terminó el primer set de la banda. No había una sola persona que no tuviera una sonrisa pintada en la cara.
Acusticazo
Si alguna vez te sentaste en un bar, a ahogar tus penas por una mujer que te trató mal, seguramente esta era la banda sonora de tu cabeza. Sentados sobre las cajas que guardan los amplificadores, con tres acústicas, un bajo semi-acústico, batería y piano, la banda dejó fluir es espíritu blusero y country de “Miro”, y la temprana “Estrella country”, tema altamente festejado por el público, que recién pudo disfrutarlo en un disco con “Rescate Moebius” (2002), si bien ha estado presente en vivo desde la época de “Volumen 1” (1994).
La fragilidad de “La mañana después” fue seguida por las palabras de GABA: “no puede faltar esto”, refiriéndose a la tan coreada “Hojas vacías”, con un público haciéndose cargo de las tareas vocales, constantemente demostrándole a la banda su enorme aprecio.
Vuelve la electricidad…
… y con ella, “Es hora de volverlo a hacer”, tema/himno del cual el público adopta el estribillo para transformarlo en el cántico “…y vamos vamos Blues Motel”, repitiéndolo hasta el infinito, comandados por un frontman que siempre tiene al auditorio en la palma de la mano, exudando carisma.
Por demanda popular, la canción no termina, sino que va tomando fuerza hasta fundirse en “Vamos nena”, y una gran versión de “It´s all over now” de los ROLLING STONES, con un gran solo de slide a cargo de la hiperquinética guitarra de HERRERA.
Luego del estreno de “Atravesando la tormenta”, con buen groove y poder, llegó “Me podrías levantar”, con una entrega vocal pura, que revela sentimientos tan a flor de piel que crea en la mente del espectador una nítida imagen del relato lírico. Le siguió “Ese chico llora igual”: heavy riff, heavy letra.
“Alcohol en mis venas” tomó carrera para la explosión de “Angel”, sumergido en un mar technicolor, imposibilitando a los presentes quedarse quietos y callar el potente estribillo. La fiesta se completó con “Dame magia”, con una batería que se había reinventado completamente respecto a la grabación original, y un cantante haciendo la del Topo Giggio para que todo el Ateneo pida magia sin cesar, intoxicados en una mística festiva potenciada por el rock & roll, mientras que la banda abandonaba el escenario, sólo para retornar minutos más tarde y entregar unos bises arrolladores.
Aun sin la mano (y el pedal steel) del gran BOTAFOGO, “Tanto tiempo ausente” hizo delirar al público, con ADRIAN HERRERA haciéndose cargo del omnipresente slide para darle un toque exquisito a la composición.
Entre aplausos y gritos, las luces mueren, dejando un único haz sobre DIAZ y su acústica, la cual suspiraba los primeros acordes de una reversión bien “bluesmotelera” del clásico de SPINETTA “Todas las hojas son del viento”, para llegar al cenit con “Blues Motel”.
Luego de presentar a toda la banda, GABA remató con “…y en la voz… ¡MICK JAGGER!”, caricaturizando al líder de los STONES con sus aleteos y gesticulaciones, para el delirio del público en medio de un torbellino sonoro fundido en aplausos, dejando la piel ardiendo en distorsión valvular.
Hasta volver a tocar
Ante un ND Ateneo lleno, la banda dio un show imponente e impecable, cargado de una fuerza y emoción que tiñeron los 28 temas logrando hacer vibrar el teatro, demostrando un creciente poder de convocatoria, y el innegable hecho de que en vivo suenan genial.
Como dijo una vez BOBBY FLORES, “la banda parece venir arrastrando treinta años de cultura de rock & roll detrás de sus instrumentos, (…) haciéndose cargo de su arrastre; dejándose influir por todo aquello que determinó lo que somos”. Tal vez por eso, muchos intentan encasillarlos en un generalísimo infundado. Una cosa es ser un “stone”, y otra es estar influido por los Rolling Stones. Una cosa es “Start me up”, y otra es “Torn and Frayed”. Ciertamente BLUES MOTEL es de los segundos.
Con una entrega en vivo de esta magnitud, no queda más que esperar la llegada del nuevo disco, y con él, el nuevo capítulo en la vida de esta pujante banda.
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