RESEÑAS

Una luz que nunca desaparece

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Memoria emotiva 1. El primer recuerdo que se me acercó tras oír el principio de “How soon is now?” fue el de aquel día adolescente en que me estampé una remera con la tapa de “Hatful of Hollow”, mi disco favorito de THE SMITHS. Ese y el compilado “Louder than Bombs” se involucraron en mi vida una y otra vez, por mucho tiempo, con circulación continua, exclusiva y apasionada.

¿Y qué tiene que ver esto con el show del sábado?. Muy poco obviamente. Es sólo otro típico comentario personalísimo que quizás nada importe pero que no puedo evitar escribir. No quiero evitar describir. Ni siquiera ese fue el comienzo del show.

Todavía no dije que MORRISSEY salió pasadas las doce, con un elegantísimo corte de pelo. Apareció vestido de cura, de negro, como dispuesto a confesarse y a confesarnos, a liberarnos de nuestras penas y tentaciones con su sabia voz: “Es palabra de Morrissey, te alabamos Johnny Marr” (donde quiera que estés).

La primera canción fue “First of the gang to die”, gran momento del último disco que elevó la exaltación a los saltos. Llego a la mitad del tema, corriendo, me costó salir del fascinante trance hipnótico – musical de los enormes DEATH IN VEGAS en el otro escenario, a unos metros.

El grupo de MOZ sonaba exquisito. A diferencia del show del 2000 en el Luna Park, ya no estaba el guitarrista ALAIN WHITE, que venía acompañando a MORRISSEY hacía años. Sí estaban el otro guitarrista, el simpático de BOZ BOORER, y el bajista, los dos con el típico jopo rockabilly. Acompañaban además, un baterista impulsivo, otro guitarrista y el tecladista / percusionista.

Tras “How soon is now?” y lo más parecido al delirio, siguió “November spawned a monster”. Las bases de lo que sería la lista de temas estaban definidas: temas de THE SMITHS, de los años solistas y del último disco en iguales proporciones. Genial. MORRISSEY acertó de nuevo. “Bigmouth strikes again”. ¿Querías un clásico?, Tomá. Esa intro es para siempre, un comienzo guitarreado marca del insipiradísimo sonido de MARR. ¿Es la mejor de THE SMITHS? No creo, pero cómo resistirse a un hit.

Todos los días son como los domingos

Siguieron entre otras, “I like You”, “Shoplifters of the world unite” y “Such a little thing makes such a big diefference” (esos títulos enormes!!!, sus extensiones eran directamente proporcionales a su certeza). MORRISSEY paseaba por el escenario, desfilaba su carisma y vivía cada canción en gestos y movimientos significantes. Su voz estaba casi intacta, perduraba esa pronunciación única y sentida. Entre tema y tema acotaba, saludaba y agradecía el “Mo – rri – sséy” del público.

Memoria emotiva 2. Para “Everyday is like sunday” la noche ya era ideal. “¡Come Armaggedon come!” Repetía el MORRISSEY más sufrido. Otra frase que repetir. Ese video me gustaba mucho. Esa chica ajena a todo en la ciudad, encerrada en su walkman; la playa en invierno, silencio y gris, la pareja de mujeres, el vestido feo, el viaje en coche mirando sin ver, nada que ver, ni siquiera a MORRISSEY, que tapaba su cara en el final. Por mucho tiempo, mis días iban al ritmo de esa “canción – salvavidas”.

El final iba llegando aunque nadie lo quisiera asumir. “Irish blood, english heart” y “The more you ignore me, the closer i get” terminaron de encender al público; y “Let me kiss you”, “Now my heart is full” y “Rubber Ring” endulzaron el viento de la noche con fatales melodías.

La última canción fue “There is a light that never goes out”, sentencia indefinida para emocionar sin reparo, el prototípo de la “canción smith” (noches, coches, luces de ciudad, vidas perdidas, escapes y muerte), de mis preferidas para siempre, influencia genuina para todo el cancionero del pop y el rock de corazón abierto.

“Y si un camión de diez toneladas / nos mata a los dos / Morir a tu lado / sería una forma celestial de morir”.
Después de un saludo a mano alzada, MORRISSEY dejó al grupo tocando el final de “There is a light…” y todo terminó. Así de fácil. Un gran show, una pequeña muerte. Las despedidas son odiosas. Lo malo del final es que es inevitable, lo bueno es que no es eterno. Fue lo último que se me ocurrió antes de volver a la vida real.

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