RESEÑAS

Una banda difícil de cuestionar

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Nunca entendí esa cosa típica de cantar o ponernos a aplaudir y chiflar antes de un show. ¿Tendremos la idea de que la banda sale a tocar inmediatamente? Sabemos que no. Los años que llevo viendo diversos recitales, me sirven para comprobar que el arengue previo no es puntapié del show. Sin embargo, la versión del público de “Carnaval para tu desconsuelo” suele tener un dejo emotivo e intrigante.

Emotivo porque los seguidores de PAMPA YAKUZA -o yakuzeros– la cantan con tal intensidad que terminan convirtiéndola en un himno, penetrable, de fácil acompañamiento que obliga al tarareo durante –mínimo- una hora post final de la presentación. Intrigante porque es inevitable pensar qué estará pasando detrás de ese telón, las historias que el tema representa para cada uno de los miembros de la banda y todo lo que implica que una sala llena la cante ansiosa esperando su show.

Tranquilamente se inicia el show. Temas bien, más abajo que arriba: “A la raíz”, “Tres minitas” y el tibio estallido con “La mañana del mañana”. Pero que dan el efecto justo. Efusividad pero hasta ahí. Estamos en un teatro donde hay butacas poco cómodas para bailar (sin embargo, habrá quien se la rebusque en el pasillo), saltar (heterogéneamente y sobre el mismo lugar) y lo evidente, cantar cada uno de los temas como si se tratase del último, alentar y dejarse conquistar.

Y será injusto no rescatar lo bien armada que estuvo la lista. Equilibrio ideal de temas viejos, nuevos, reversiones (“Mundos Matungos” unplugged)… Tampoco faltaron los covers (“Sucio y desprolijo” de PAPPO y “Voces” de AZTECAS TUPRO junto con su líder, el HUEVO WHEBE) ni los middleys (“Cuidando el empate”“Brindis por Pierrot” de JAIME ROOS e “Idilio eterno”, seguida de fragmentos de “Waiting in vain” y “One love” de MARLEY) ni los invitados (LIMON de VIA VARELA y el productor de PAMPA YAKUZA, LOLO MINUCCI).

El final merece un párrafo aparte. Desde el mejor cuarteto de los últimos tiempos –“Amor de poliester”– pasan a la cumbia, al ska y el carnavalito con una ductilidad envidiable. Siempre alentando cada uno desde su lugar: HERNAN invitando mediante su voz, LUCIANO bailoteando charango y guitarra en mano y YAKU coreando y jugando al frontman que secunda, cuya única misión es alentar. Los vientos, el bajo y la segunda guitarra se divierten sin tomar la totalidad de la escena, ARIEL en la batería no deja de sonreír ni un segundo del show y GUSTAVO saca un buzo -o nosequecarajo- y revolea mientras salta. (Nota aparte, es grandioso que el percusionista pele de entre sus cacharros la herramienta destinada al agite. Elemento que solo sube al escenario para esa función: ser sacudido en determinados momentos de la lista).

En la butaca, escondidos en el pasillo, a la vista de todo el mundo o simplemente parados. Todos encuentran “su” lugar en el teatro. Sin embargo, en un dejo de duda o incertidumbre, la banda desciende a la platea para mezclarse con la gente. ¿Cuál será el lugar de cada uno de los diez integrantes de la banda? ¿Siendo público de la fiesta o siendo artífice?

La respuesta es simple: A esta altura de crecimiento, se tornó muy difícil hablar mal de PAMPA YAKUZA. No pasa por un tema de que sepan donde vivo, ni hay una amistad. Sólo es reconocimiento de mi parte a un grupo con un gran trabajo en las espaldas, muchísima humildad y todas las armas para derribar cualquier tipo de obstáculos. El futuro que les espera es aún más auspicioso. Sólo tienen que salir a buscarlo.

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