RESEÑAS

Un rock para los chicos

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JOAQUIN LEVINGTON –Cantante de TURF- había dicho hace pocos días: “Pensar que una canción va a cambiar el mundo es ridículo. Hay bandas que parece que componen leyendo el diario, y para eso está el diario”. No sabía que se había tirado contra cincuenta años de rocanrol.

Qué hubiera dicho el fallecido KORNETA SUAREZ; qué diría su hijo ELIAS de esa respuesta, qué opinarían los chicos de EL BORDO, y los de SUCIAS ROCKAS, que el domingo pasado se presentaron a beneficio de varios neuro-psiquiátricos de la ciudad de Buenos Aires por el día del niño, cumpliendo las obligaciones de otros y reuniendo gran cantidad de juguetes para los más necesitados.

SUCIAS ROCKAS

Los que estaban atrás pensaron que estaba cantando ANDRES CALAMARO, pero cuando se pararon y vieron a MARIANO COSTA haciendo un homenaje a JOAN MANUEL SERRAT –“Niño, deja de ya de joder con esas drogas”– se dieron cuenta que había empezado el set de SUCIAS ROCKAS.
Con temas como “La caña” Y “Ser un placer”, le dieron pie y un poco de emoción a la gente que estaba colmando de a poco el lugar.

EL BORDO

Cuando llegó EL BORDO ya era otro el ambiente, se comenzaban a vislumbrar las primeras bengalas en las manos de los que querían fiesta. A todo esto, en el fondo del local, los juguetes llegaban a mil. Y eso se notaba en las caras de los organizadores.

Con “A mi favor” y “Quiero ver”, dos temas de su nueva placa “Un grito en el viento”, EL BORDO hizo agitar las banderas y a la gran hinchada que los acompaña en cada uno de sus shows.

Mezclados entre la soberbia escenografía roja, trajeron a la cancha el “No tan distintos (1989)” de SUMO y más temas nuevos como el tango “Te devoran” y “El grito”.
Pero el momento de la noche fue cuando ALEJANDRO KURZ, cantante de la banda hizo la dedicatoria: “Este tema va dedicado a la Policía Federal Argentina”, y “Chapita”, entre tambores y seudos policías de civil, sonó a murga uruguaya surtido con estiletazos claros de punk-rock. Luego siguió el clásico de la banda “Aquella nochecita”, dejando guardado para el final a “Los perdidos”, ambos temas de su primera producción oficial “Carnaval de las heridas”.

Musicalmente, EL BORDO es una banda multifacética, una banda que tiene todo: rocanrol, candombe rioplatense (que muy bien interpreta el percusionista EXEQUIEL “NEGRO” PUGA), una base muy bien trabajada de compases, que permite la apertura a otros campos musicales de composición, y que arriba del escenario hace una mezcolanza con las ganas que aporta el bajista PABLO SPIVAK y la furia del baterista MIGUEL SOIFER. Una mezcla que en Cemento dio cátedra.

LOS GARDELITOS

¿Qué podemos decir de LOS GARDELITOS? ¿Podemos criticar algo de ELI SUAREZ? No.
Cuando se apagaron las luces y comenzó a sonar de fondo el tango interpretado por CARLOS GARDEL –“Milonga Sentimental”– la gente sacudió las paredes pintadas de aerosol barato del viejo y querido Cemento.

La melodía sonaba en las cabezas y le daba color al local de San Telmo, las luces se apagaron por un momento y todo había quedado a merced de la oscuridad. Y fue cuando salieron ELI SUAREZ, MARTIN y HORACIO ALE y sonaron despacito los acordes de “Monoblock”, esa última declaración de principios de CORNETA, donde la gente levantaba los puños y gritaba fuerte eso de “No dejes que el gobierno destruya tu amor, no dejes que nada destruya este amor!”, y con la voz de ELI, que hacía a la canción más emocionante y era como una topadora que chocaba contra las bengalas y las cabezas de los que estaban abajo, en el campo donde no cabía un alfiler.

Entre la multitud que se había dado cita, algunos encendieron sus bengalas y todo se convirtió en mística, en una nave espacial que los llevaba desde ese lugar hasta un nuevo universo entre canción y canción. Las luces iban y venían. Se mezclaban, chocaban contra las paredes y rebotaban para darle de lleno con el reflejo al cantante. Así, siguieron en la lista “Nadie cree en mi canción”, “La calle es un espejo” y “Amando mi guitarra”, que fue dedicada a los chicos de SUCIAS ROCKAS y EL BORDO por la buena onda de coparse en tocar.

Las zapatillas de lona volaban por el aire enrarecido, lleno de humo y banderas que iban y venían, cuando llegaron “Cobarde para amar” y “Libertad condicionada”, el humo aquel ya era el protagonista de la noche, y no dejó ver lo que hacían los músicos en “No puedo parar mi moto” y “Llamame”.

Luego arribó “Hay que enterrarlos vivos”, el reggae que ELI dedicó “A los desparecidos, y a nosotros que podemos llegar a desaparecer”, y donde el trío se lució por unos diez minutos de pureza made in Jamaica.
Con “Novelas mexicanas”, perteneciente a la primera producción “Rock Sudaka”, ya se estaba cerrando la noche, y fue cuando lograron una versión poderosa de “Estamos podridos” y una emocionante “América del sur”.

Después de unos cinco minutos llegaron “Anabel”, “Los Querandíes” y “Gardeliando”, para luego regalarle al público, que pedía a gritos una más, el rocanrol “Cara de limón”.

¿Qué preferimos? ¿Virtuosismo o sencillez? ¿O los dos van de la mano?. La dicotomía es clara: o sos bueno o malo. Pero, ¿ser bueno es tener estribillos pegadizos? Creemos todos que no. Y es cierto.
La música es corazón. Es escuchar a tu banda favorita y conmoverte, llorar, ponerte a reír y a bailar. Es eso lo que vale. Y también es esto. Es compromiso con uno mismo y con todos. No es vivir en un pozo y abstraído de las bombas que caen en el mundo. Por eso habría que decirle a Joaquín Levington que los cacerolazos de 2001 también fueron música.

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