RESEÑAS

Un poco de buena cepa

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¿Cómo que fusionan ritmos, culturas y estilos, pero no se embotellan en la avenida del rock latino? ¿Cómo es eso de que el virtuosismo convive con el sentimiento sin eclipsarlo? ¿ANETOL DELMONTE me dijiste? ¿Los que pelean un lugar en el podio de pintadas callejeras?

En ésta parte del barrio, a Palermo le gusta cambiarse de apellido a cada baldosa. Que Soho, que Rojo, que Hollywood, que Viejo. Entro por Gorriti (que en algunos carteles está con doble “t” y en otros no), sumergido en una confusión de identidades, a la que se agrega la ambigüedad del nombre que busco: ANETOL DELMONTE. Nombre de analgésico antifebril ácido y químico. Apellido natural, verde, vegetal. Descendientes del mestizaje. Nietos de inmigrantes porfiados.

Un disco de siete temas editado en el mítico estudio “Los Ángeles”, Córdoba, LAS PELOTAS, TIMMY MC KERN… y el espíritu de LUCA gambeteando la heroína que sobrevuela Traslasierra. Un par de fechas en el 2001, acompañando a BERSUIT en Obras para cantar “Negra Murguera”, situación a la que llegaron gracias a sus buenas voces y a la amistad que los une con ALEJANDRO BALBIS, de la murga uruguaya FALTA Y RESTO. Vaya camino hecho en tres años de andar.

Que empiece la función

Con lujosos trajes emparchados, tiradores, pantalones por las canillas, medias de colores y sombreros, los músicos salen a calentar la frivolidad reinante del bar. Es la cuarta de cinco presentaciones del ciclo “Circo Latente”. Las imágenes de Buster Keaton proyectadas atrás del escenario dan la bienvenida con tropezones en sepia de la década del ’30.

Arranca la clave de candombe y el público acompaña con palmas, golpes sobre la mesa y/o encendedores contra vasos. “Candombe para el tímido” es una buena postal de la paranoia post cartoneros, aparte de dejar claros los pilares de la banda: todos cantan, todos bailan. LEANDRO ROSSI (guitarra y voz), RAMIRO LOPEZ (bajo y voz) y DIEGO ROCHA (guitarra y voz) son pura melodía y armonía. EDUARDO BAZAN (batería) y DIEGO VASSENA (percusión) contienen en sus cabales la marcha de las canciones.

El reggae florece con toques oscuros en “Solución”, “La Roca”, “Gente” y “Un poco de buena cepa”. Rastamans sin dreadlocks, fanáticos del verbo fluir. El andar hacia un lugar mejor, etéreo, no conocido física pero sí ancestralmente, se reitera en las letras. “Allá adelante va la libertad”, pero a veces “es mejor ir a pie” porque “todo va rápido y yo voy lento”, sin “pensar en tantas cosas, si no la cabeza se ahoga”.

El foxtrot y las melodías circenses se hacen un lugar y el cruce de miradas clownescas entre los músicos dan un paso al frente para bailar en el medio de la pista. Los Anetol se miran entre sí, juegan con los ojos. No es acaso una virtud, pero tal vez es bueno reconocerlo y rescatarlo como una actitud esperanzadora en tiempos de sequía de abrazos y comunicación entre las personas.

El guitarrista DIEGO ROCHA rompe una cuerda y el imprevisto se adapta inmediatamente al show: la banda arranca con una base digna de acompañar a un reloj de arena, mientras LEANDRO ROSSI presenta a su compañero como “el cambiador de cuerdas más veloz del oeste”. Un minuto. Afinada y todo.

A la banda le calza perfecto el formato electroacústico que eligen para algunos candombes de tempo lento. “Al Sol” y “Tranquilo” (con aires de bossa), rescatan el género canción, en el modo más setentista del término. En la misma frecuencia suena la impecable versión de “Mañana en el Abasto”, permitiendo un cruce imaginario entre las locuras de EDUARDO MATEO y LUCA PRODAN.

Sobre el final, el valsecito “El inmigrante” remonta a los brindis violentos de los marineros que derraman todo el contenido del vaso mientras ríen embriagados, en esa mezcla de tristeza y felicidad que regala el alcohol.

ANETOL DELMONTE baja la persiana del anteúltimo show de este ciclo autogestionado. Corre un aire de esperanza, renovador. Una bocanada fresca Buena cepa, que le dicen. Queda la sensación de haber sido invitados a andar. ¿Hacia dónde? Para adelante, dónde siempre se esconde la libertad. ¿Cómo? Shh. No pensar en tantas cosas, sino la cabeza se ahoga.

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