RESEÑAS
Un partido ganado de antemano

Muchas –demasiadas- eran las expectativas por la llegada de LENNY KRAVITZ a la Argentina, y mucha –demasiada- fue la publicidad que se le realizó a dicho evento. Sin la iluminación de las calles aledañas al estadio –tal como prometían los anuncios-, y con “entradas agotadas” pero con algunos espacios vacíos en las plateas, así fue la primera de las dos presentaciones del músico en nuestro país.
Quince minutos después de las 22.00 hs. las luces del estadio se apagaron y KRAVITZ arribó al escenario ante una ovación general. Enfundado en un sobretodo negro y con lentes oscuros, el cantante elevó sus brazos hacia el nublado cielo y exclamó en inglés –un tanto pretencioso- ¡Soy el ministro del rock and roll!, para luego quedarse en silencio en esa posición durante unos instantes recibiendo la bendición de sus seguidores. Y así arrancó el show, con “Minister of rock and roll” – tema incluido en su reciente disco “Baptism”– ante la euforia de un público predominantemente femenino.
Todo un showman, LENNY no paró de arengar a los espectadores: hizo que cantaran, movieran los brazos (cual coordinador de viaje de egresados) y aplaudieran. Pero la verdad es que no necesitó demasiado, ya que el público estaba entregado de antemano. Bastaba con que levantase un dedo para tener a todos a sus pies, y los gritos femeninos delataban un alto nivel de histeria –casi insoportable-. Tal vez todo esto, sumado a que pocos conocían las letras de los temas, sea un indicio de que gran parte del público estaba ahí no por la música sino por el evento en sí.
Volviendo a lo musical, KRAVITZ no estuvo solo. De hecho en muy pocos temas se hizo cargo de la guitarra, y prácticamente cedió la voz a sus tres coristas -dos mujeres y un caballero- durante todos los estribillos de las canciones (saquen sus propias conclusiones…). De los siete músicos que lo acompañaron en escena (guitarra, bajo, batería, teclados y vientos) hay que destacar la potencia y precisión con que la sensual baterista CINDY BLACKMAN ejecutó su instrumento.
No es sólo rock and roll
El primer tramo del show se basó en ritmos cercanos al soul, gospel y funk. En esta sintonía, sonaron “Live”, “Let love rule” y “It aint over till it´s over”,entre otros. Luego, promediando la mitad de la noche, vendrían algunos temas más rockeros como “Where are we running” y “American Woman”. Y, por supuesto, no faltaron las baladas románticas que emocionaron a los presentes, tales como “Stand by my woman”, “Fields of joy” e “Is there any love”.
Llegando a la recta final, y pasados unos minutos de la medianoche, los músicos se retiraron del escenario y tras una breve pausa LENNY volvió para un momento acústico. Solo con su guitarra, y haciendo gala de toda su sensualidad, tocó “Calling all angels” mientras los suspiros femeninos se multiplicaban con cada palabra salida de esa boca.
Terminado este tema, y con toda la banda ya sobre las tablas, sonó el mega hit “Again”, durante el cual KRAVITZ –dejando el micrófono- bajó del escenario y caminó saludando a la gente que se encontraba en el VIP (para algo pagaron $500, ¿no?) que se desesperaba por tocar alguna parte del cuerpo del cantante. Por un momento pensé que estaba en un recital de Luis Miguel…
Otra vez arriba, y luego de agradecer reiteradas veces, se despidió de su público. Claro está que nadie atinó a moverse de su lugar, y cantitos mediante, los músicos retornaron para, ahora sí, el último tema de la noche. Al grito de “¡Viva Boca!” (fue la segunda vez que se dirigió al público en castellano) y luciendo una guitarra azul y amarilla con el escudo del club (¿era necesario?), LENNY finalizó su concierto bien arriba con “Are you gonna go my way”.
Y así fue el debut de LENNY en Argentina. La lista de temas elegida para la ocasión –basada principalmente en hits- fue más que acertada, el sonido muy bueno, y el show impecable. En las dos horas que duró el recital, el cantante apeló a su carisma y sensualidad para lograr, sin mayor esfuerzo, penetrar en las miles de almas presentes en el lugar. Ya en la puerta, solo se veían caras de felicidad. Pero una duda: ¿ministro del rock and roll no será demasiado?
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