RESEÑAS
Un mundo de sensaciones

“Hey Ho Let’s Go” se leía en la vestimenta de la gran mayoría de gente que se acercaba a aquel Teatro del barrio porteño de Colegiales un viernes por la noche.
Eso no sorprendía a nadie, porque se sabía que tocaba 2 MINUTOS, y que los teloneaban los chicos de SUPERUVA. Ahora, lo que sí sorprendió gratamente –cuanto menos a este cronista– fue ver a los fanáticos disfrutar de aquellos grandes vasos de cerveza, que últimamente tenían inhibida su venta dentro de este local. Resultaba una exageración, y por suerte se dieron cuenta.
Pero era el turno de SUPERUVA, con público propio y mucho pogo. Tanta energía transmitieron desde el escenario que para un loco en cuero fue irresistible subir para cantar con la banda. “Chau. Gracias a los 2 MINUTOS”, se despedían llenos de aplausos.
La gente disfrutaba con sus clásicos cánticos punks: “¡El que no salta es un stone!”, o el otro, más ofensivo: “RICKY no se murió, ¡que se muera MICK JAGGER la puta madre que lo parió!”. La verdad que no era un buen momento para que aparezca algún chico stone por El Teatro…
Ahora se escuchaba una guitarra tras el telón, luego la batería, desde abajo se acompañaba al momento con el “hey, hey”, y se abría la escena; aparecían ellos a los saltos, enmascarados, y hacían desatar un violento pogo en el suelo del lugar, como se esperaba.
“Ajá, ajá. Los niños enmascarados han vuelto, ¡opa!”, eran las primeras palabras de MOSCA, la voz de la banda, que cuando empezaba a hablar parecía imparable: “Por fin, de una bendita vez podemos presentar ‘Superocho’; se los extrañaba mucho… ahora parece que no hay mucha joda pero bueno”.
Tal como dijeron los chicos, la banda de Valentín Alsina estaba presentando su último disco -el octavo- que fue editado en 2004 y cuenta con 16 temas. La primera parte del show se ocupó exclusivamente de recorrer todo “Superocho”.
El no tan reciente último trabajo de 2 MINUTOS no marca una ruptura ni un punto crucial en la historia musical de la banda: la fórmula sigue siendo la misma que los llevó a estar donde están hoy, y que en la gente saca la misma energía poguera de siempre.
Cuando llegó el momento de hacer “Falta”, –otro tema de su último disco– un tipo con el torso desnudo subía al escenario para cantar junto a MOSCA. Sí, se supone que es el mismo que subió en SUPERUVA, pero ahora duró menos tiempo en el escenario, lógicamente.
“Acabamos de tocar todo el disco, ahora vienen canciones de todos los tiempos, llega un mundo de sensaciones… ¡Dale puto!”. Y efectivamente, de aquí en más nos sumergíamos en una seguidilla de temas de todas las épocas de la banda, como el clásico “Piñas van, piñas vienen” o “Aquaman”, “Canción de amor” y “Pelea callejera”.
Fue en ese último tema en donde surgió el primer inconveniente de la noche para los chicos: “Pará, pará. Aguanten que se nos está desarmando toda la batería”, y a los pocos segundos: “¡Se nos rompió la bata!”. Así fue que llamaron al CHINO de SUPERUVA para ayudar en el escenario con el reciente problema.
“La puta madre, no podía ser todo de lujo, algo tenía que pasar. Ahh, el sonidista está drogado, disculpen”, bromeaban para pasar el rato los chicos. Pasaron unos minutos y “ahora sí amiguitos, recuperamos la bata”. La música seguía con “Arrebato” y “Casa de dos”.
“La siguiente canción se la dedicamos al señor de la máscara. Si quieren ver una película bizarra, vean Jason X”, presentaban el tema homónimo, mientras MOSCA se calzaba la máscara de Jason.
Seguían “Lado oscuro”, “El mejor recuerdo” y “una canción nueva, que por ahora se llama ‘Aeropuertos’, o algo así, no sé, escúchenla, yo qué sé”.
Cuando promediaba este último tema se vivió un susto, que por suerte no fue más que eso: un chico aparentemente cayó por detrás de las vallas con un ataque de epilepsia. Obviamente el show paró: “Pará, pará, ¡un médico! Es epiléptico loco, ¡dale!, córranse todos un poco para atrás así tiene aire”. Por suerte apareció un médico y se llevó al fanático.
“Y bueno, como lo dije, amigos: un mundo de sensaciones. Tenemos que cortar porque nos pasó de todo hoy, a ver si este tema se lo saben”, y hacían sonar “Ya no sos igual”.
Luego de unos minutos anunciaban que “el pibito está lo más bien, así que no se preocupen”. Fue sólo un susto entonces, pero tampoco es para pasar por alto así nomás.
Llegaba el tema que le da nombre a la banda, y con ello el final del show, un maratónico espectáculo lleno de emociones, de las buenas y de las otras. Con problemas de la batería y el bajo, con casi 50 temas, y mucho, mucho pogo, los 2 MINUTOS hicieron vibrar a un Teatro casi completo, con la receta punk de ahora y siempre. Y verdaderamente, fue “un mundo de sensaciones”.
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