RESEÑAS

Un Kuartito non stop

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Como cada sábado, el Asbury Club de Flores se preparaba para una nueva noche de fiesta, música en vivo y proyecciones alucinógenas. La Lima Limón prometía toda esa música que querés escuchar, baile alocado y desaforado y barra compañera de emociones, entre otras cosas. Afuera, como contrapropuesta, el clima era frío, soplaba un viento húmedo y todavía reinaba una profunda tristeza por el resultado de la selección frente a los vecinos brasileños. Todo eso era motivo suficiente para que terrícolas deseosos de fiesta se acercaran al boliche de la calle Rivadavia al 7500 a mover sus esqueletos atrofiados de tanta rutina. Pero la propuesta era aún más tentadora si se prestaba atención al número musical que prometía para esa noche: Un Kuartito en vivo, dispuestos a hacer bailar hasta a el más rígido de los concurrentes.

La fiesta había comenzado con JPA despidiéndose del escenario entre bombos y platillos murgueros. De a poco iba entrando la gente, desaparecían los huecos vacíos y la temperatura empezaba a aumentar. Todos deseosos de ver a esta banda, nacida en los primeros años de la década del 90, que tantos 21 de septiembre supo animar en la legendaria Plaza Francia. O, por qué no, muchos curiosos por ver cuál era la propuesta musical de aquellos integrantes de Cirko Marisko (espectáculo callejero protagonista de infinitos domingos en el mismo pastito de Recoleta) del cual forma parte la mitad de la banda. Lo cierto es que, pasadas las 3.00, la gente de Un Kuartito se subiría a las tablas para deleitar a todos los asistentes con un puñado de poderosas canciones y para presentar también temas de su sexto y último disco, Otra vez sopa!.

Como es costumbre, al abrirse el telón comenzó a sonar la ya clásica intro dub que el grupo suele hacer para entibiar suavemente el ambiente. Sin embargo, la acción no se hizo esperar y enseguida se dio por empezado oficialmente el show de la mano de Hello rasta. El sonido era consistente y prolijo y, esta vez, no se veía a los integrantes rotar de un instrumento a otro como en otras ocasiones. Mientras los temas pasaban, debajo del escenario los cuerpos bailaban enérgicamente de un lado hacia el otro, de arriba hacia abajo, y algunas cervezas se derramaban, fruto de esos tambaleos poco calculados.

Una de las sorpresas fue ver sentado en el lugar de Emiliano Emix Rodríguez al baterista de Dancing Mood, Walter Araña Arricau. Quizás fuera esa la razón, sumada a la ausencia de las manos percusionistas de Ana Sol Torroixa, por la que la banda se restringió cumbias y algún que otro hip hop. Podría decirse que faltaron en el repertorio la clásica La hierbita (original cumbia de los colombianos Corraleros de Majagual), Armando y Planta, oportuna canción –dado el reciente fallo de la Corte Suprema que despenaliza la tenencia de marihuana para consumo personal– que reclama: legalización, no mano dura, entre otras cosas.

Pero la fiesta seguía encendida con temas como Skalofriante y No es para mí, hasta el final conducido por la enérgica Prende. De esa manera, Un Kuartito exigía, para terminar con su presentación, prender cuerpos y vidas y ponerse a danzar y a brillar, porque …la felicidad no es un destino: ¡felicidad es el camino!. Y es que así, festejando y promoviendo lo alternativo desde el arte y la cultura, como esta banda de múltiples aristas viene haciendo hace más de 15 años, se demuestra que desde la alegría también se puede construir y que la felicidad no sólo no es algo tan difícil de alcanzar, sino que puede convertirse en el mismo medio para llegar a ella.

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