RESEÑAS
Tócala de nuevo, Juana

Pienso hoy que lo único más desesperadamente nostálgico que un fanático buscando en viejos discos la memoria de un grupo que fue y no será más, es un grupo buscando en viejos discos la memoria del grupo que fueron y no serán más.
Ahí ubico a JUANA LA LOCA. Por decisión propia, por conducta, por actitud, por música en fin. Mal o bien, juzgar la elección dependerá del valor que le demos a la fidelidad de RODRIGO MARTIN y sus compañeros ocasionales a sus propios instintos y su propia pasión.
“Casablanca” es la continuación mejor maquillada e inevitable de “Belleza” (´02), a su vez continuación (que podía haber sido evitada) de ”Vida Modelo” (’97), perla del brit pop ganchero y argentino.
El nuevo disco de JLL abunda en hits radiales, tal como los anteriores, repleto de guiños al “desenfrenado” espíritu adolescente, sobredimensionada impostura “experimental” y cantos a la pasión como un natural mecanismo de liberación, amor y soltura que se debate entre la pose y la convicción.
Aún así y con todo, sigue siendo, en algún lugar (imaginario, de ficción, abstracto, musical o real simplemente) aquel grupo que resulta imposible dejar de cantar a los gritos, estribillo por estribillo. Ese lugar creo, es el escenario.
Autoejecución y Resurrección
El principio (¿casualmente?) fue con “Resurrección”, del último disco, para seguir con “Perdí la fe” y luego “Autoejeución”, de aquel enorme ”Electronauta” (‘93), súmun sónico y devoto del idílico sonido madchesteriano, de los JESÚS & MARY CHAIN y de MY BLOODY VALENTINE, tan del momento “alternativo” (del ”Dynamo” de SODA STEREO a los MARTES MENTA sin escalas).
Y justamente esta canción, además de traer a mi mente el recuerdo de aquel súper video con RODRIGO tirado en el pasto dando vueltas y ¡ese conejo blanco! (no se que hacía ese conejo blanco tan sónico, no lo sé!), también me hizo pensar en lo extraño que suena oírla hoy, en una versión más pop, igual de guitarrera (mérito para ROBERTO PASQUALE, reincorporado guitarrista original) pero más que auto referencial y profética de un grupo que extrañamente “puso un arma sobre su sien” y se echó a su suerte y a su elección.
El show siguió con proyecciones varias que acompañaron, de fondo, una decena de clásicos goleadores, infalibles, de los que se trompeaban hace mucho con los hits de los bocones de los GALLAGHER sin miedo, con la misma prepotencia, con la misma (o más, ¡tomá!) delicadeza, riesgo y vuelo en la composición. Ahí llegaron “Superman”, “Angelical”, “Mi otoño es verde”, “Cupido” y “Agujeros Negros”.
Para “Planeta Carmesí” y “Ella dorada” subió RUDIE MARTINEZ de ADICTA, que acompañó al grupo en guitarra. Momentos después, en “Sangre y espinas”, subió un amigo del grupo (Martín) para tocar el theremin (?), que aportó lo que puede aportar hoy un theremin en un tema del último disco de JLL en otra nueva canción pop a ritmo rockero veloz, pasando nada más que como “un aparato raro”, tal como lo presentó RODRIGO, elegante como siempre, feliz por el regreso, de blanco esta vez, con su rosa roja tan “Casablanca” en el saco y bebiendo de a ratos champagne de su copa.
El final, entre papelitos y bien futbolizado -como debe ser también para JLL, lo más parecido a un gol que tuvo el indie rock de los ’90- llegó con “Viernes a la noche” y la nueva “Dame Pasión”, exaltando al mucho publico que concurrió el domingo a La Trastienda, mezcla rara de generaciones y gustos, entre renovados y reincidentes.
Aún en su medianía creativa, por presencia, por interpretación, por historia si se quiere, en vivo, JLL no puede evitar sonar como ella y despertar las mismas deliciosas sensaciones que hace años. Ahí está la compleja esencia y la magia de un grupo que no abdica en esto de entregar rock desde un mundo que permanece profundo y superficial, absurdo y artificial.
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