RESEÑAS

TIPITOS: Batalla contra el destierro

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Medianoche pasada por agua. A dos cuadras del local palermícola NICETO, (donde según lo anunciado, LOS TIPITOS están tocando hace más de una hora), ya se escuchan los gritos desesperados. Tan estridentes, tan alarmantes que obligan a los más curiosos a correr hacia ellos, hasta alcanzarlos. Y en la corrida, no hay más que confusión.

¿Que pasó? ¿De repente LOS TIPITOS se convirtieron en símbolos sexuales, productores de aullidos quinceañeros? ¿Cuál de los cuatro se habrá vuelto desnudista? Piedra libre. El mundo está loco, pero no tanto.

Es que al lado de Niceto, está el local pop devaluado EL CONDADO, en donde recién terminó de cantar el extraño dúo de chicos marionetas de madera, GAMBERRO, construidos por la mano de un extraño Yepeto televisivo, llamado ESCALERA A LA FAMA. Por suerte, todo sigue igual. Las niñas siguen desparramando sus fanatismos ilógicos sin tapujos ni vergüenzas por unos momentáneos ídolos. Y ellos, siguen esperando que ellas les griten a la salida, para tener ante quien presumir unos anteojos rojos ridículos.
Por suerte, hay Gamberros perros, pero al lado, hay rock tipitero, barrial, costumbrista,; y banderas, y cervezas, e historias sin pantalla, ni billetes, ni reality shows.

Todo este show es real

Después de las dos bandas soporte, LOS FALSOS y BAOBAB, irrumpen en escena con “Sábados Blancos” estos cuatro mosqueteros, que a pura garra y espada, durante todo este año, supieron ganar varias batallas. Llenaron dos Ateneos; vienen haciendo acústicos en el MARQUEE todos los martes desde agosto sin parar; estuvieron en la última fecha del Quilmes Rock (junto con ARBOL, VICENTICO, INTOXICADOS, CATUPECU Y BERSUIT), y la última semana fueron noticia porque extraños malhechores intentan desterrarlos de la esquina de 3 y 106 gesellina que los vio nacer.

Esta batalla todavía no se convirtió en victoria, pero ya hay varios paladines luchando para hacer justicia. Porque Ciudad Gótica necesita a Batman, tanto como Gesell necesita a LOS TIPITOS.

El que sí se convirtió en victoria fue este Niceto, poco poblado, (con muchas bajas para lo que es habitual en uno de sus recitales), pero enérgico, que celebró la vuelta a la luz de canciones viejas, que hacía mucho no tocaban en vivo como “De otras mutaciones”, “Valeria” o “Dolor de tu amor que estalla”.

Un público que aplaude a la canción estreno “En el cielo” con una calurosa bienvenida, aunque la hayan tenido que volver a empezar porque la primera vez les salió desafinada. Un público que los tiene tan cerca que asombra. La comunicación es fluida, se suceden los chistes, los delirios. Porque ellos no se enajenan en su rock, sino que arrastran a todos en su enajenación.

Cuatro para uno, uno para cuatro

Pero lo mejor es ver como celebran el encuentro de ellos con ellos mismos, arriba de un escenario, teniendo al público como testigo. Porque son cuatro personalidades, cuatro instrumentos y posiciones originarias que se mezclan en UNA, y después de la fusión, se cambian los papeles, los instrumentos, las posiciones. Y el que cantaba, ahora toca la batería, y el que tocaba el teclado ahora toca la guitarra y así. Como las cuatro estaciones del año, cada uno tiene su encanto.

EL OTOÑO: PABLO TEVEZ, el batero, se gana millones de simpatías cuando con su remera del Quilmes Rock, se planta al frente del micrófono y canta en tono inocente: “Yo sé que la vida no es un algodón” en el jazz “Solo me tropecé”.

EL INVIERNO: El tecladista WALTER PIANCIOLI –WILLY- regala su voz melancólica salida de teclas invernales en las confesiones de “El pasillo mágico” y “Casa nueva”, teñidas de sueños de libertad, de amaneceres sin muros ni encierros.

LA PRIMAVERA: RAUL RUFFINO aporta toda su dulce voz chaqueña en historias de amor florecientes como “Flasheadito”, y contagia alegría en el chamamé esperanzador de “Corazón del litoral”.

EL VERANO: FEDERICO BUGALLO –BOCHA-, chapa armónica, saca una seguidilla de chistes de su repertorio mientras adorna un bache, y es el encargado de relucir dos temas bien up, bien potentes: “Tío bigote” y “Rock de putas”.

Son cuatro estaciones, cuatro estados de ánimo que se complementan, que logran que LOS TIPITOS sean ese rock melanco tipo calamarense, pero también ese rock power, esquizofrénico como en “Trip”, sin ser contradictorios ni ciclotímicos. Porque de todo esto “está hecha la vida”.

FEDE se despide: “Dios bendiga sus corazones y no los deje caer en tentación”. RAUL lo festeja: “que lindo eso, lo inventaste vos?”. PABLO agradece, y WILLY remata: “pronto seremos hombres de bien”.

Y esa es la mayor virtud de LOS TIPITOS, el no creerse lo que ya son. Porque ya son grandes, y siguen siendo simples, sin olvidarse del antes, de las canciones a la gorra, de los conventillos y las pensiones sin luz.

Y se les nota y lo notan las banderas enormes que les pintan sus “barras bravas”: la Vanguardia de Tanatos (desplegada a lo ancho de Niceto durante el tema “Revolución”) o Las cucarachas del sur.

Y esas banderas y ese amor, dice algo. No hace falta mucho para ser hombres de bien. Con no ser una “piel de Judas o un punto en la esquina” basta.

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