RESEÑAS
Tiempo de besar
“El Condado”, con sus agradables mesas anti-recital, acaricia el límite de su capacidad de albergue de espectadores, según lo dispuesto por la estricta ley, minutos antes del comienzo del show. Hardrockers por doquier, con jeans o pantalones de cuero sujetando viriles genitales masculinos o dejando intuir, pequeña y majestuosamente, suaves encajes de ropa interior femenina. Ellos, en su mayoría, necesitan tratamiento anti-frizz para sus cabellos. Ellas no. Pero hay de todo, miro alrededor y hay todo de todo de todo. Muchos monstruos. Monstruos. Como nosotros.
KISSIN TIME elige el repertorio kissero de mediados de los años 70, siguiendo sin alteraciones aquella lista de canciones que tiene su registro en ”Alive!”, el primer gran álbum en vivo de la banda. Deuce, Strutter y Got to choose son las del inicio. Que bueno es para mí volver a escuchar la cabalgata del interludio de She, el bajo marcando negras, la guitarra relinchando sobre la escala menor: She walks by moonlight, she doesn´t really knows. Tengo recuerdos que vienen.
Cuatro nenas se miraron al espejo y parece que se gustaron, porque maquilladas y ataviadas como sus ídolos llegaron hasta aquí. Revolean cabezas y tetas al compás del sensual riff de Hotter than hell. Nena, oh, nena ¿Puedo alcanzarte hasta tu casa? Ella luce caliente, más caliente del infierno. Así dice la letra. Lamentablemente dista de la tristísima realidad. Ellas no lucen nada bien.
Recital de KISS: no solo canciones ¿Qué se pretende? Pues mucho fuego, pirotecnia, rayos láser, sangre, plataformas que suben y bajan, circo y glamour. KISSIN TIME, por motivos obvios, carece de tales características, entonces el maquillaje y la ropa resultan escasos en lo que atañe al aspecto visual. El acierto mayor es la elección del repertorio y la ejecución. Son obras clásicas de la primera época, tres discos urgentes con el sonido único de esos mágicos años.
Mi amigo punk, que amablemente se ofreció a ser compañía, mira con desdén hacia el escenario mientras yo le canto 100.000 years en las orejas, buscando su enojo, que siempre llega fácil. Debiste haber sido una puta cuando me fui. Así dice la letra. Mientras, los palillos de Peter recorren los cascos superiores de la batería. En tanto, la guitarra solea a la vieja usanza, estirando las cuerdas hasta sacarlas del ancho diapasón.
El cuarteto se afianza y alcanza techo con la increíble Black diamond, un riff poderoso que es base de una gran melodía. Sobre el final la música se prende fuego y se derrite, reproduciendo fielmente el desgarro sonoro del final de la primera placa.
Y entonces KISSIN TIME subió, tocó y se fue. No es lo mismo, claro está, pero es una buena oportunidad para que el viejo roquero vuelva a escuchar la música que lo curtió. Es buena para que el niño nuevo revise un poco el pasado y descubra buena música. Pero sobre todo es bueno para mi amigo punk, que borracho y mal parado, nunca se enteró de que se trataba de un tributo. Da pena: aún cree que ha visto a los mismísimos KISS.
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