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The Mission: el amor después del amor
La banda inglesa regresó a Buenos Aires con su formación histórica para presentar disco nuevo y deleitarnos con viejos clásicos. Fue el domingo, en el teatro Vorterix.
Dicen que con el amor se sufre y Wayne Hussey, Craig Adams y Simon Hinkler son un matrimonio de 30 años donde tanto las peleas como la dedicación están a flor de piel. Como esas parejas que no paran de gritarse pero no pueden estar lejos el uno del otro por períodos demasiados extensos. Porque los momentos buenos superan a los malos y uno siempre quiere volver a intentarlo. Por eso The Mission sigue dando pelea.
Saliendo de la oscuridad con su blanca cabellera, camisa platinada y vino en mano, Wayne Hussey no aparenta hacer la música que hace, lo mismo para el resto del grupo; por eso es hipnótico el efecto que generan al comenzar el show con «Black cat bone», canción del último disco, «The brightest light». Y en épocas de nostalgia, con la banda (casi) con su formación original, podría elegir hacer un material más cercano a los primeros años de fama y fortuna, y sin embargo deciden seguir su musa y dar un trabajo más complicado, que dista bastante del histórico espíritu de la banda, aunque siempre se encargaron de cambiar. De hecho, las canciones escogidas de este disco para interpretar esta noche ,»Everything but the squel» o «Swan song», por ejemplo, son de las más difíciles de digerir de ese álbum, dejando de lado temas más directos como «Born under a good sign» o «The girl in a furskin rug», cuestión que por momento hace que el repertorio no fluya adecuadamente.
Tal vez tendrá que ver con el sonido, que tarda un buen rato en acomodarse y hace que estas nuevas composiciones y las guitarras de viejos himnos como «Serpent’s kiss» o «Naked and savage» no se disfruten del todo; no es un detalle menor ya que The Mission tiene un trabajo notable de violas. Lo mismo pasa con el bajo, que por momentos no existe. Esto solo pasa en canciones más delicadas; por suerte para temas más directos y rockeros como «Beyond the pale» o «Wasteland» los problemas técnicos no representan mayor desafío y levantan el ánimo del show.
Si hablamos de versatilidad y canciones buenas, el concierto no tiene fisuras. Siempre fueron grandes intérpretes de temas de otros como en la enorme «Like a Hurricane», de Neil Young. Pueden ser pop en «Butterfly on a wheel», pueden ser rock puro en «Wasteland» y pueden ser íntimos en «Like a child», con Hussey solo con su guitarra y retransformando la canción en una balada. Los shows del grupo son influidos directamente por el humor de sus integrantes y el líder, como siempre, con unos tragos de más, parece disfrutar junto a Craig Adams un poco más el lugar que ocupa su banda hoy en día sin rendirle cuentas a nadie. Pueden tocar un himno como «Deliverance» y pomelearla un poco tirándose al piso, haciendo muecas y tirando sus instrumentos y sin tomarse a ellos demasiado en serio a pesar de lo solemne de sus composiciones y de sus credenciales góticas.
Habiéndonos visitado infinidad de veces y en muchos períodos, este no fue el mejor show de los ingleses en Buenos Aires pero tampoco ha sido el más flojo. Fue un concierto bueno, de un grupo de gente madura que trata de aceptarse con todas sus virtudes y falencias para poder darle al fruto de su amor -sus canciones- la mejor vida posible. The Mission lo hace dignamente.
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