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Tan sólo The Winery Dogs

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El jueves, en el Teatro Flores, el trío de estrellas formado por Richie Kotzen, Mike Portnoy y Billy Sheehan deslumbró a los presentes con dosis justas de virtuosismo y calidez.

A fines de marzo se confirmó que un nuevo súper grupo denominado The Winery Dogs estaba por lanzar su disco debut auto titulado. Luego, a principios de junio y casi en forma simultánea, se filtró el álbum en la web y se anunció que tocarían en Buenos Aires. El trabajo se editó formalmente el martes 23 de julio, es decir sólo 9 días antes de la presentación. Todo una apuesta para las productores. Sin embargo, el Teatro Flores mostraba un gran marco, superior a cualquier favoritismo.

Entonces después de que pasarán los chicos de Cruel y los históricos Presto Vivace, era el turno para la banda estelar. Los talentosos Richie Kotzen, en guitarra y voz (ex Mr. Big), Billy Sheehan, bajo y coros (Mr. Big, ex Steve Vai) y Mike Portnoy, batería y coros (Flying Colors, ex Dream Theater) subieron a escena a las 21 de la mano del tema que abre el disco, “Elevate”. A partir de ahí dieron rienda suelta a sus destrezas, pero con un gran sentido de la canción.

Pese al poco tiempo de las composiciones, los presentes mostraron una gran sabiduría y placer por las mismas, especialmente al momento de las melodías más hard rockeras. Sin dudas, el disco debut causó una gran impresión en los seguidores. Con “We are one” alcanzaron un sonido esplendoroso y una química fantástica.

Si bien Kotzen fue el  último en incorporarse a The Winery Dogs, los temas tienen mucho de su impronta. Seguramente incentivado por sus compañeros, su áspera y soulera voz brilla aún más, como así también sus solos, que tienen más que ver con sus primeras épocas de virtuosismo, como se percibe en “Criminal”, “Time machine” y “The other side”.

Como se comentó en varias reseñas, a  Portnoy se lo nota contenido, adecuándose a una banda que no demanda tanto de su hiper ductilidad. Al momento del solo utilizó sólo un minuto para descollar y afirmar con hechos por qué es uno de los mejores bateristas del mundo. Durante el vivo también atrapa por su carisma innato, ya que en cada golpe y en cada mirada transmite.

Sheehan es otro grandísimo músico que durante su exclusiva participación maravilló a cada uno de los espectadores. Luego le tocó el turno a Richie, que eligió arrancar con una acústica y emocionar con “Stand”, de Poison. Después siguió con sus compañeros para una oscura canción de su carrera solista, “You can’t save me”, y terminar bien arriba con el clásico de Mr. Big, “Shine”.

En todos los temas ronda un sentimiento y una onda muy particular, tales los casos de “You saved me” y “Not hopeless”. También los coros de Sheehan y Portnoy le dan un espíritu y una calidez que sobresale.

Para el final, Kotzen filmó al público y contó que este era el sexto y último concierto de la gira sudamericana. Primero pasó la balada de Elvin Bishop, “Fooled around and fell in love”, en una versión más rockera, para después cerrar con la agitada “Desire” ante un público enfervorizado por lo que la banda le entregaba en escena. Tras 100 minutos de buen gusto y virtuosismo pleno se despidieron hasta una futura visita.

Por lo general, los súper grupos tienen carreras cortas por diferencias artísticas o muy espaciadas por las cargadas agenda de los músicos. Aquí Portnoy es el integrante con mayor actividad, aunque por sus comentarios está muy motivado con este proyecto, así que hay esperanzas de que sea con continuidad.

*Fotos por Fernando Fernández

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Redacción ElAcople.com

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