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Steven Wilson: La canción perfecta
El músico británico volvió por tercera vez a Buenos Aires para presentar su última joya, “”Hand.Cannot.Erase”, el martes en el teatro Vorterix.
En este mismo sitio ya se ha contado en sus anteriores visitas lo que es ver un recital de Steven Wilson. Entonces, ¿qué se se puede agregar? Allí está su propio desafío como artista.
A través de un teatro repleto de gente se alcanza a ver el escenario. Una gigantesca pantalla, amuchada detrás de los instrumentos da a entender que el protagonismo audiovisual es clave; siempre lo fue. Wilson sabe lo que quiere, y su público también: es así que ni bien la pantalla empieza a mostrar las imágenes, se escuchan los primeros chistidos del público para escuchar. Pocos públicos tienen y entienden ese respeto por una obra, al menos en este ámbito.
Una mujer caminando por una ciudad, una de las protagonistas virtuales de la noche, acompaña a Steven Wilson y su banda, para hacer lugar a “First regret” y “3 years older”, ambos temas que abren “Hand. Cannot. Erase”, su nuevo disco. Fiel a su costumbre, el inglés no para de recorrer el escenario, revisar las notas tocadas y seguir con sus manos -cuando no estaba tocando su guitarra- los ritmos de sus temas.
Steven entiende cómo acompañarse. Si bien en esta gira brillaron por su ausencia los excelentes Guthrie Govan y Marco Minemann, encontró reemplazos de categoría en Dave Kilminster (guitarrista de Roger Waters) y Craig Blundell (Frost), respectivamente.
A este peculiar personaje de anteojos le gusta mucho hablar, y en esta ocasión no ahorró saliva para congraciarse con la aduana argentina, quienes retuvieron sus equipos hasta horas antes del show: “Creo que a su aduana no le gustan los ingleses. O los rockeros. O ambos”.
Las imágenes, en su mayoría provistas por su ladero visual Lasse Hoile, cuentan una historia centrada en una muchacha. Sus penetrantes ojos fueron una constante durante todos los temas que salían de “Hand. Cannot. Erase”. Él sabía que para acompañar al disco en vivo necesitaba un soporte visual acorde, que no distraiga, que acompañe. Aunque a veces eso queda en el espectador y cómo interpreta toda esa obra audiovisual.
Antes que sonara “Routine”, Steven dedicó un breve monólogo para hablar sobre las voces invitadas en la canción; por razones de logística, tuvieron que comprimirlas en un “pedazo de tecnología de Apple”. “Sí, tengo al hijo de un criminal de guerra cantando en mi disco”, dijo refiriéndose a Leo Blair (hijo del ex primer ministro inglés, Tony Blair), con su particular y socarrón humor.
Entre la muchedumbre de gente, a veces no se puede observar a los músicos. Pero cuando se escucha una voz que acompaña a la cálida voz de Wilson, las cabezas giran hacia el bajista Nick Beggs. El músico, además de poseer unos dedos de amianto, tiene unas cuerdas vocales hechas de seda.
En otro de sus monólogos, Steven recordó el hecho de que es “un viejo de mierda” al estar haciendo música desde hace ya 25 años. Para celebrar este hecho, decidió hacer una somera versión de “Lazarus”, ese precioso tema de Porcupine Tree. Allí, nuevamente el teatro se rindió ante sus pies.
Poco después, decidió hacer junto a su tecladista, Adam Holzman, una breve y cálida versión de “Thank U”, de Alannis Morisette, que quizás el público no supo acompañar por el corte improvisado del tema.
En el primer bis de la noche, cayó una tela sobre el escenario, y se empezaron a ver las primeras imágenes, los primeros sonidos envolventes de ese recorrido llamado “The Watchmaker”. Como esto no podía ser todo, la banda volvió a rompernos la cabeza con otro tema de Porcupine Tree: aquella pesada perla que cierra “Fear of a Blank Planet”, “Sleep Together”, para que el público estalle en saltos y cantitos para el estribillo.
El último tema de la noche te saca de donde estás, y te lleva a que explores tus sentimientos: “The Raven That Refused to Sing”.
Después de esta visita, el músico británico deja claro que además de tener material de sobra, tiene maneras de seguir sorprendiendo a viejos y nuevos aficionados. Sea con o sin Porcupine Tree, Steven Wilson sigue siendo causante de sorpresas.
Sea como sea, sus futuras visitas serán bien recibidas. Lo del martes fue otra prueba de eso.
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