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STEPHEN MALKMUS visión 1

“Pero che ¿qué onda?, ¿el chabón va a tocar todo solo?” Más allá de que nunca falta quien se olvida de leer los afiches promocionales (que fijaban expresamente las condiciones del show), pocas veces una posible limitación resultó tan apropiada para un artista.
Marca MALKMUS
“Con la banda paramos de girar, pero en unas semanas viajo a un festival de grupos independientes de Argentina. Al principio se habló de que podía abrir para STEREOLAB, lo cual hubiera sido muy bueno porque no sé cómo voy a hacer para entretener yo sólo a la gente. Supongo que tendré que sonar fuerte si no quiero que me maten (risas)”.
Las palabras de STEPHEN MALKMUS a la revista Billboard anticipaban una posible limitación respecto al formato de guitarra eléctrica, micrófono y pedal, según el cual iba armarse el show de su segunda visita a Buenos Aires.
En la práctica, significaron la oportunidad de apreciar la intimidad de un músico que (junto a su ex banda PAVEMENT durante los ’90) hizo de las condiciones cotidianas de producción un estilo de vida artística (el característico “hazlo tu mismo” del underground norteamericano de los ’80).
De todos modos, ese estilo no tenía nada que ver con la solemnidad de una postura crítica (o la tiranía de un “deber ser”) sino con la alegría de crear y sensibilizarse a partir de lo que se tenía más a mano.
Por eso los collages de las portadas hechos por alguien no necesariamente experto en diseño (“Crooked Rain, Crooked Rain”), los hits desprolijos no aptos para el boom masivo pero sí “para mover la patita” (“Cut Your Hair”), o esas voces y coros tan de entre casa, tan accesibles, que llevaban, sin resistencia posible, al canto espontáneo (“At & T”).
La influencia de aquellos discos y canciones llegó a cruzar el océano y generar la admiración de grupos muy en boga de ese momento como RADIOHEAD o BLUR. A tal punto que DAMON ALBARN y GRAHAM COXON decidieron, en 1997, abandonar cualquier pretensión de elegancia brit en procura de capturar esa belleza desalineada made at home, o de contagiarse aunque sea un poco de esa forma de cantar marca MALKMUS, en la que susurros indecisos y falsetes frágiles alternan con fraseos a la LOU REED y arranques eufóricos (el super hit “Song 2” fue un intento en ese sentido).
Generación slacker
“Gracias Ultrapop, gracias GUSTAVO, thanks everybody for comming”. Cuando MALKMUS soltó el cigarrillo, avanzó sobre el halo de luz y arrancó con “We Dance” -el primero de un serie de temas PAVEMENT- un rumor de aprobación recorrió La Trastienda.
Si bien su carrera artística comenzó a hacerse más conocida en la Argentina a partir de su anterior visita y, como se dijo, del reconocimiento de sus amigos británicos, para muchos de los que estaban en la sala escuchar temas de PAVEMENT sólo había sido imaginable durante los ’90, en el refugio del cuarto adolescente o en la solitaria complicidad del walkman vuelta a casa.
Esa sensibilidad generacional volvió a hacerse presente cuando MALKMUS entonó los primeros versos de “Here”: “Estaba vestido para el éxito/ pero el éxito nunca vino/ soy el único que ríe de tus chistes/ cuando tus chistes son tan malos/ aunque seguro no tan malos como esto”.
Sin duda, la tristeza desganada de la letra (y de esa guitarra y percusión cansinas), llevó a que pronto el tema se convirtiera en el himno subterráneo de los “slackers”, aquellos jóvenes yanquis que a principios de los ’90 prefirieron vagar sin rumbo por la vida antes que ilusionarse con la materialidad de sus hermanos mayores (los bastante más eficientes “yuppies”).
Las novelas de DOUGLAS COUPLAND y films como “Rebeldes y Confudidos” o “Clerks” fueron algunas expresiones de ese estado de ánimo generacional, mientras que las canciones de PERDEDORES POP y películas como “Rapado” (de MARTIN REJTMAN), estuvieron entre los correlatos locales.
Melodías amigables
Pero claro, no todo fue nostalgia PAVEMENT en el festejo de los cinco años de ULTRAPOP. Del primer disco solista (el único editado por el sello indie argentino), MALKMUS interpretó “Church on White” y “Jenny & the Ess Dog”, la graciosa historia de una pareja que escucha “Brothers in Arms“ (de DIRE STRAITS), cada vez que se encuentra.
Aunque hubo estreno de varios temas nuevos, la rareza fue la recuperación de “Blue Arrangements”, un olvidado tema de los antiguos SILVER JEWS (banda de la que MALKMUS formó parte cuando aún trabajaba de guardia en un museo de arte).
De regreso de una imprevista huída al baño (al igual que en su anterior show en el Salón Dorado de Unione E Benevolenza), el ex PAVEMENT confesó que ya no tenía preparado más temas.
Los coritos arengadores que surgieron cuando empezó a probar los primeros acordes de “Cut your hair” (“uh-uh-uh ¡uh!”) no pudieron impedir que MALKMUS tomara, de todos modos, otra dirección.
Sin embargo, los dos temas que concretó eran igual de esperados: la alegre “Elevate me Later” y la mutante “Father to a Sister of Thought” (cadencia sureña que deriva imperceptiblemente en asperaza noise).
Para entonces, La Trastienda había tomado un aspecto de fogón eléctrico en el que algunos pedían temas al voleo y otros colaboraban cuando el principal entretenedor olvidaba el fragmento de alguna letra.
En ese marco, el sentido final con “Range Life” (clásico folk del segundo disco de PAVEMENT) no pudo ser más acertado: como suele suceder, las amigables melodías de MALKMUS llevaron a que muchos terminaran la noche cantando. Esta vez, sobre las agridulces alternativas de una vida ordenada en el caso de que “fuera posible sentar cabeza”.
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