RESEÑAS

Soy… el manicomio BOCHATÓN

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Solito en el escenario, parado junto al pie del micrófono frente a un puñado de personas que lo miraban expectantes e inmóviles desde sus mesas, armado únicamente con su guitarra acústica y en un tono muy irónico: Yo no sé, pero ustedes vieron como es el rock de ahora, todos ‘ohhhhhhaaaahhhhgggg ohhhhh vaaamo vaaaaaaamo ehhhhhhhh locooo’. A ver, los quiero ver a ustedes como sería ‘ohhhh vaaaamo Bochatoooooooooooo.

Al mejor estilo Elige tu propia aventura, ir a ver a FRANCISCO BOCHATÓN puede dar como resultado distintos finales: irte gustoso de una velada prolija, cálida, melancólica, con un cantautor-protagonista concentrado hasta en el más ínfimo detalle para que sus poesías con forma de canción sean una poderosa puñalada que inquiete y acaricie el alma de todos los presentes; un show horroroso servido en bandeja por un autoboicoteador que ni siquiera se despide aclamando el olvido y el perdón de todo su público; un tipo fresco y sencillo que, con mucho humor, guía de principio a fin una actuación despojada que te permite salir (con ganas de volver) con una sonrisa de oreja a oreja, luego de haber disfrutado de un muy buen rato. Como ésta última, y con más delirio aún, fue la noche del domingo.

Acompañado por el guitarrista FERNANDO KABUSAKI, CRISTIAN FABRIZIO (actual TODOS TUS MUERTOS) en batería y MATIAS MANGO en teclados, el ex PELIGROSOS GORRIONES mechó en hora y media temas de sus cinco discos, entre los que se destacaron Todas las ventanas, La calle, Sábado, El gusano y Nazareno ha muerto, pertenecientes a La tranquilidad después de la paliza, su última placa editada hace ya más de un año y que rescata felizmente esos aires gorrioneros de los noventas que fueron sepultados en sus primeros cds.

Día de enero, tema de SHAKIRA, también formó parte de la lista improvisada, como en su momento fue el Sigue girando de los RATONES. Yo estoy a favor de ella y la apoyo en todo, largó BOCHATÓN riéndose, y a partir de ahí la noche no volvió a ser la misma. El delirio tomó terreno en el escenario y mientras FRANCISCO se movía agitando al público con un ohhhh vaaaamoooo, le daba paso a un 22.33 versión kitsch a lo MIRANDA! (imaginen el mejor agudo de ALE SERGI cantando el píntame los labios/ hazme sonreír/ bésame en la boca/ pasa un año junto a mi). Desopilante como Si tu no vuelves, cover bizarro de MIGUEL BOSÉ.

Tengo la acústica pero no se qué iba a tocar, dijo en ausencia de la banda, y antes que termine la frase alguien se animó y le pidió Imágenes Paganas, tema de VIRUS que fue una de las perlitas de la noche junto a Caja de Zapatos, Luces, El beso de tus ojos y Maratón de Torturas.

Ni Pastillas Celestes, ese himno minimalista-sentimental-bochatoniano que no deja corazón sin desequilibrar, zafó de los halos de improvisación que recorrieron frescamente a troche y moche todo el show.

Con Por tres Monedas, Manicomio Gris y Siempre Acampa de los PELIGROSOS GORRIONES, la tranquilidad del público ya estaba perdida. Las mesas desordenadas hacían juego con el clima distendido que se respiraba y que tenía como principal culpable a ese gran letrista, poeta y músico platense que sabe hacer de la imprevisibilidad su mejor arma para enfrentar al mundo, tanto desde arriba del escenario como desde el lado de la composición. Ese es el detalle que lo hace ser irresistible, interesante y misterioso. Como su propia música.

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