SHOWS
Solo dolor

Peter Tagtgren es un gran obsesivo: no solo lleva adelante a Hypocrisy, su banda de hace más de 20 años, también formó parte de Lock up durante un tiempo; una especie de súper grupo del death metal. Después de año y media de su visita con Hypocrisy en el Teatro Flores, Peter volvió con ese proyecto llamado Pain que aún mantiene y que funciona que tiene mucha e inusual continuidad. El sueco armó la banda a mediados de los 90 para despuntar el vicio y crear un híbrido entre electrónica y metal. Pain es una de esas cosas que funcionan como banda de un solo hombre: Peter graba absolutamente todos los instrumentos en los discos y llama a un par de sesionistas cuando quiere salir de gira. Curiosamente, esta formación es más exitosa que Hipocrisy, comercialmente hablando.
Antes de las 9 y ante un marco no muy expectante salen a escena. Jugando con la imaginería de la banda, Peter sale vestido con una especia de chaleco de fuerza. Ya de entrada lo llamativo del grupo es que, teniendo en cuenta la importancia de la electrónica en su sonido, no cuenten con tecladista. Las partes de teclado son pistas disparadas.
El show comienza con “Let me out”, de su último disco. Con un buen sonido desde el principio vemos que la propuesta de la banda se vuelve absolutamente rockera de entrada. Al no haber colchones de teclados y al tomar protagonismo las guitarras hace que el grupo cambie totalmente y adquiera un sonido más pesado. Hasta que no suena el primer clásico, “End of the line”, el público no parece reaccionar demasiado. Al pegarle “Dirty Woman” uno se da cuenta que el show será palo y a la bolsa. Realmente intenso.
Teniendo en cuenta que el sonidista era nuevo y los músicos eran sesionistas, uno podía temer por el desempeño tanto del sonido como de la banda. Por suerte todo estuvo a la altura. Tal vez el bajo de Johan Husgatvel podría haber estado más alto para darle más groove al combo, pero de todas formas no hay reclamos. A pesar que el lugar no esté muy concurrido, el profesionalismo de la banda se hace notar. Arengando a la gente a saltar en “Nailed to the ground” o interpretando las canciones de una forma realmente afilada, se nota que el líder sabe elegir bien a sus compañeros.
“You only live twice” es el último lanzamiento de la banda que sirve de excusa para esta gira. Lejos de la indiferencia, la gente toma canciones como “The Great Pretender” o “Feed The Demons” como nuevos clásicos. Pero claro, es cuando suenan canciones como “Monkey Business” o “Same old song” que realmente se despierta, sin llegar a un nivel de locura de todas formas.
Apenas pasada la hora la banda se despide con el clásico “Shut your mouth” con la gente coreando por lo menos la clásica intro de teclados. Suena “My way” de Frank Sinatra como despedida y el show da ganas de más. Una hora sabe a poco para una banda con tantos discos y que visita el país por primera vez. Pero lo dice el dicho: “Lo bueno, si breve, dos veces bueno”. Pain vino y los pocos que se enteraron se llevaron un gran concierto.
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