DISCOS
Sobre la ola

Para su noveno álbum de estudio, Pearl Jam recurrió a su histórico productor Brendan O’Brien, quien los había acompañado durante cuatro placas ininterrumpidas, a partir de “Vs.” (1993) y hasta “Yield” (1998), quizás los dos mejores discos de la banda de Seattle.
Con un optimismo sin precedentes, contrastan su última época marcada por una posición anti Bush, y entregan un trabajo de 37 minutos que se escurre rápidamente en cualquier reproductor y obliga a presionar repeat.
El arranque ofrece cuatro canciones en 12 minutos que aportan frescura, brillo y un punk rock empático, de guitarras clásicas pero sin los profundos solos de viejas épocas.
“Gonna see my friend” repite un comienzo feroz (“Go”, “Brain of J”, “Breakerfall”, “Life Wasted”), “Got some” trae nuevamente una melodía del bajista Jeff Ament que promete ser una roca en el vivo, y el primer corte, “The Fixer”, marca el disco desde su radiante “Cuando algo es oscuro, dejame ponerle un poco de luz” (When somethings dark, let me shed a little light on it).
“Johnny guitar” cierra el bloque con riffs simpáticos, y llega “Just breath” para levantar el pie del acelerador, en la que será una de las preferidas de los escuchas casuales de Pearl Jam: una romántica composición de Eddie Vedder en la que inequívocamente recuerda a su brillante trabajo solista para la película “Into The Wild”, aunque en este caso encuentra una excelente banca en el piano de Boom Gaspar y el bajo de Ament.
La segunda parte del disco encuentra en “Amongst the waves” el ADN jammer: una pequeña partícula de nieve que se convierte en avalancha lentamente, en sociedad con la guitarra imprescindible de Mike McCready. En “Unthougth known” se da una mágica comunión entre el piano y la melodramática voz de Vedder, siempre pieza fundamental que en este disco firma en solitario cuatro composiciones.
Rock puro y directo trae “Supersonic”, una pieza bien ramonera de Stone Gossard que recuerda a su “Mankind” de “No Code” (1996), y Mike McCready aporta “Force of nature”, un rock con mucho wah wah que precede el final.
“Speed of sound”, pero sobre todo “The end”, encuentran al Vedder más intimo e introspectivo, en un final abrupto, en los que el cantante se mezcla con violines y más cuerdas para proclamar “Estoy acá, pero no por mucho tiempo”, sin tragedia en sus palabras, sino aceptando el destino.
Dista de ser un disco perfecto, pero lejos de eso estaba la búsqueda de Pearl Jam, luego de 20 años de carrera. Salen a divertirse, aceleran el tempo, buscan pegar más directo, sin tanto laberinto noventoso, y lo logran holgadamente.
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