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Sobra ganja

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El jueves, en el Luna Park, Zona Ganjah deleitó a sus fieles con un maratónico concierto de algo más de tres horas, 41 temas y mucho, pero mucho humo.

 

A las 8.30 de la noche del jueves, una hora antes del comienzo del show, el Luna ya era una auténtico submarino canábico que al entrar golpeaba a cada asistente con un dulce estímulo a sus sentidos. Ya desde la puerta, donde podía uno conseguir “brownies con marimba”, pipas, papel y cualquier elemento de la parafernalia correspondiente, se respiraba dentro del recinto una habilitación particular para la cultura del faso. Algo les dice a los muchachos “aquí sí podemos hacerlo” y el fumar se vuelve un acto más significativo que el de aspirar el humito, es el símbolo de la unión entre todos. Y es que la familia, como la llamó toda la noche José Gahona, el cerebro y la voz de Zona Ganjah, está tan unida por la música como por la cultura. Tanto así, que cuando apareció el cartelito de “No fumar” y la voz del estadio empezó con su sermón, la rechifla fue ensordecedora: “Qué no vamo a fumá, gí”.

A las 9 se apagaron las luces, la gente se agolpó frente al escenario y… viste cómo es el fasito, no estaban las cosas listas y volvieron a prender las luces. Una foto permanente durante 5 minutos que se llevó una nueva rechifla y ahí sí, sin tanto preámbulo, fueron apareciendo los músicos, les bajaron las luces y arrancaron con una corta pieza instrumental bien hip hopera, medio entre improvisada e improvisante, que lograron enganchar con los primeros acordes de “Me despojo del mal”.

A partir de ahí, siguió una avalancha de reggae roots de un par de horitas, en los que desplegó, como él dice, su puñado de ideas que abarca un abanico más o menos así: los cantos a Jah, que es la más grande fuente de verdad que hay; los cantos a la marihuana, que es la manera de llegar a la verdad; las críticas a la Babylon, que es lo peor del mundo, junto con la gente que no quiere abrir los ojos a LA verdad; las loas a la vida bucólica, retirada y en contacto con la naturaleza, que es lo mejor que uno puede hacer para entrar en contacto con la verdad; las canciones pacifistas; y finalmente los himnos a la música misma, que si se combinan con marihuana o con Jah o con la vida bucólica, o mejor aún, con todos ellos, ya directamente estamos hablando de un paraíso terrenal. “Irie”, “Guerrero de Jah”, “De la tierra crece”, “No más guerras” (donde acopia el concepto de autosuicidio), “Cabeza de la creación” y “Buscar estar” fueron las canciones que siguieron y que terminaron de darme la sensación de estar ante un pastor desarrollando su prédica de la regresión. “Disculpen si sueno como un cura” dice, después de dar una serie de consejos sobre qué comer, evitando transgénicos, qué ropa usar (aunque estaba metido en un par de Adidas, prestadas, probablemente) o de tirar un “Hoy es un día especial, ¿saben por qué? Porque todos los días son especiales bajo la mirada de Jah”. Resulta realmente sorprendente que un mensaje tan pavorosamente preceptivo esté oculto bajo la bandera de la libertad. Ante tal idea, no queda otra que dedicarse a escuchar a la buena banda que lo acompaña: el buen baterista se destaca en “Volver” y “No es triste”, y con el bajista forman realmente el corazón de la banda, manteniendo a todos los presentes con sus patitas en movimiento. Las canciones con tono más hiphoperas tienden a sacar mejores sonidos de los teclados y el guitarrista  -multiinstrumentista en realidad- se mueve con total comodidad entre la computadora, los teclados, la percusión y su divina Les Paul, aunque tímidamente saca de vez en cuando un solo con wah wah. Como nuevas adquisiciones, tienen a dos bailarinas que por momentos cantan un poco. Una de ellas, adornada con una flor rojísima en la cabeza, era poseída por trances de baile realmente hipnóticos que eran la delicia del escenario cada vez que acontecían.

Cerca del final, se sumó a la banda un trío de cuerdas que le dio un color a las canciones insospechadamente cálido, haciendo lo que suelen hacer los vientos en las bandas de reggae y hasta mejorándolo. Gran acierto poder disfrutar de “Jah love”, “Música”, el hitero “Ninguna como ella”, “Qué será de mí” y “Fumo marihuana”. Antes del fin, José desea feliz cosecha a todos los presentes, dada la fecha en que estamos, regala bolsitas con semillas a los que estaban más cerca y arranca con el tema final, “Dicen y dicen”, lamentando que las bolsitas no vuelen más lejos. Me pasa lo mismo con Zona Ganjah.

*Fotos por Fernando Fernández

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Redacción ElAcople.com

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