OPINIÓN
Sinfonía de un sentimiento

Escribir sobre Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota no sólo es indagar sobre un gran fenómeno musical, sino también analizar un complejo proceso social que va desde la contracultura rock, la censura de la dictadura, pasando por el destape democrático, hasta la década del 90’. Sin embargo, el fenómeno ricotero trasciende todos esos planos y se ubica en un proceso de identificación más amplio.
La clave está en las letras. Y es que las metáforas de Los Redondos comunican una sociabilidad distinta; en los recitales, los que asistíamos improvisábamos una sociabilidad tribal y espontánea. En ese marco, se creaba la ilusión de que la banda que estaba arriba del escenario era del mismo palo de las bandas que asistíamos a verla, de los que estábamos abajo; allí estaban, convertidas en música, las palabras de las tribus de la calle. Este hecho generó un pacto incondicional que trascendió generaciones.
En este plano, el significado de su obra adquiere su singularidad. El ritual transforma lo cotidiano en arte, y el grupo transformó el drama en música. Éste es su gran legado: el intento de erigir en una expresión artística, a través de la creación, los materiales sonoros de una realidad cotidiana que por definición es trágica.
De esta manera, las frases del Indio atravesaron literalmente (no metafóricamente) a los presentes. Son las voces de los sin voz; la irrupción de los “vencedores vencidos”.
En este marco, la utilización de la metáfora se inscribe en una dinámica social más amplia; se enfrentan, directa o indirectamente, al poder. El poder está presente en toda la discografía ricotera. Y no es una cosa, es una red de relaciones sociales constitutiva; produce prácticas sociales, y con ellas, sujetos que resisten a ese poder a través de actos de rebeldía. Ir a un recital de Los Redondos era un acto de insurrección por el solo hecho de estar presentes; se constituía en una práctica contestataria que no transformaba el orden vigente, sino que directamente lo trasgredía.
La música y la prosa de Los Redondos realizan un trabajo de descubrimiento, donde un “nosotros” indefinido asume el centro de la escena. Una verdadera comunión.
Esta banda cambió la forma de crear y hacer música. Este cambio, muchas veces imitado, no puede ser aprendido bajo la idealización sino por la experiencia de escuchar ese cambio. No basta con que sólo nos guste el maldito rock.
Patricio Rey explicita el hecho de que las prácticas culturales (el escribir y hacer música, por ejemplo) pueden ser también entendidas como acciones sociales. Ver, a través del rock, qué se hace y cómo trascurre la historia. Ver en el rock algo que hoy, quizás, parece lejano: un lugar donde se puede cuestionar la mentira y su violencia.
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