RESEÑAS

Sin parafernalia

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El debut de este tradicional grupo norteamericano se venía barajando desde hace algún tiempo, tal es así que en varias ocasiones hubo acercamientos para contratarlos. Sin embargo, Virgin Steele recién confirmaría su llegada para el 24 de abril de este año en The End, aunque todavía debía superar un escalón más.

Debido al poco interés de las productoras de Brasil, México y Chile, tuvieron que postergar la fecha. En ese momento, apareció el sello Icarus Music para solventar los gastos del evento y oficializar la fecha. El último cambio se provocó a dos semanas del concierto y se debió al cierre de Súper Rock. Finalmente, El Teatro fue el lugar elegido.

Por más que nunca fueron un grupo demasiado trascendente, siempre contaron con un público fiel. Aquí en Argentina, sólo los metaleros más devotos son los que llevaron la bandera de la banda. De este modo, la expectativa por una asistencia abundante era nula, aunque estaba la incógnita de la cantidad.

Una vez dentro del lugar, cerca 500 personas transitaban por las instalaciones. Sinceramente, un número nada despreciable para una banda considerada under.

La velada comenzó a las 18 con las actuaciones de Malacara, Paranoia, Trident y Montreal. Cada una con sus características aportaron lo suyo, además de entretener al público y de servir como previa para lo que vendría.

La banda formada en 1981 subió al escenario a las 20.30 ante un público que se sorprendió por el repentino comienzo del show. Luego de la intro “Ase’s death”, los Virgin Steele arremetieron con “Immortal i stand”, la primera de una larga lista. Desde ese instante y durante las próximas dos horas y media demostrarían mucho profesionalismo, claridad y entrega.

Liderados por su cantante, compositor y único integrante original, David DeFeis, los neoyorquinos repasaron canciones de toda su discografía, poniendo énfasis en su disco “Noble Savage (1986). De ahí pasaron a la que le da título al álbum, aparte de Thy kingdom come” y “We rule the night.

Acompañan a DeFeis, Edward Pursino (en guitarra líder), Josh Block (reproduce los sonidos del bajo con su guitarra de siete cuerdas, además encargarse de la parte rítmica) y Frank Gilchriest (batería). Si bien todos cumplieron y se destacaron en su puesto, tanto Pursino como Gilchriest fueron fundamentales en la performance del grupo.

Como habrán notado no cuentan ni con un bajista estable ni un tecladista para los directos. Los sonidos pomposos que escoltan a las melodías son sampleadas, quitándole la real crudeza de las canciones.

A Virgin Steele siempre se lo caracterizó con un heavy metal clásico típico de la década del ’80 con influencias de Judas Priest y Manowar. Sin embargo, el sábado demostraron que con sus canciones épicas y melodiosas también puedan jugar hacia otros ámbitos.

Durante el set acústico, con DeFeis y Pursino solos en escena, lograron emocionar. Las tres canciones interpretadas (“A cry in the night”, una de ellas) provocaron un atención total en el recinto.

Pese a que la banda sonó muy bien desde el inicio, el volumen elevado perjudicó en el resultado final; es decir, durante buena parte del show la guitarra de Pursino saturaba, generando este defecto. En un momento del recital se solucionó, por lo que canciones como “Bonedust”, “Voice as weapon” e “Invictus” se escucharon de manera genial.

DeFeis se mostró emocionado a cada paso por la actitud y el amor de sus seguidores, quienes nunca se cansaron de alabarlos y cantarles en su apoyo. Se notó que no están acostumbrados a que los traten tan afectuosamente.

Virgin Steele no será la banda más virtuosa y carismática, pero se las ingenian para brindar un concierto súper entretenido y alegre. Sus canciones no serán las más hiteras y complejas, pero se las ingenian para armarlas gancheras y rifferas. En fin, después de 27 años de historia continuarán siendo una banda under, aunque con las cualidades y artilugios de un grupo de mayor renombre.

Redacción ElAcople.com

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