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Simpatía por el demonio
Dragonauta realizó el show más importante de su carrera, el viernes por la noche en Niceto Club.
Hay un mundo en Argentina que no tiene -ni quiere- tener nada que ver con la tradición del rock argentino. Nada de guitarras criollas, nada de fogón, nada de canciones, nada de cantarle a las chicas. Hay un mundo donde las afinaciones graves, la herejía, la oscuridad, los pentagramas, el oscurantismo y las imágenes paganas son palabra santa. Hay un mundo donde Dragonauta, presentándose en un Niceto lleno, es una victoria para los marginados.
Dragonauta es más una esencia que una banda. Viven lo mismo que vivían los grupos en los 60 y 70. No importa cuánto cambie la formación, no importa qué músicos pasen por sus filas: sigue siendo Dragonauta. Esta vez la excusa del show es la presentación de «Omega Pentagram», flamante discoque hasta tiene su edición en casette. Hablamos de declaraciones de principios muy fuertes.
Pasadas las diez sale el cuarteto entre velas, calaveras y cuernos de venados y reafirman algo que los que están presentes saben: Dragonauta es la banda más pesada y maligna del país. Con cero glamour y con un volumen demencial se despachan tocando el disco nuevo de forma completa. ¿La respuesta del público? Gritos, mosh y sacudidas de cabezas como si fueran los hits de siempre. Es que hace algún tiempo el grupo venía interpretando en vivo estas canciones, así que para muchos no eran completamente nuevas. Y para los que sí lo eran, el efecto es el mismo. El sonido es tan demoledor, la batería arrasa con todo y el juego de guitarras entre Alejandro Gómez y Daniel Lidebinsky es tan atractivo que nadie puede escapar y entregarse al revoleo de cabeza. Más cuando hablamos de, tal vez, la banda doom más rápida del mundo; así lo afirma la canción «Nautilus 666».
Como dijimos, por Dragonauta ha pasado mucha gente, con dos formaciones clásicas. La que vemos por estos días, liderada por El Topo (Massacre, Natas, Santoro) y la otra, liderada por Federico Wolman (El festival de los Viajes). Siendo este el show más importante en la carrera de la banda, hay tiempo para invitar al viejo cantante para algunas canciones de los discos «Luciferatu» y «Cabramacabra». Wolman podría no contar ni con la imagen ni con los movimientos indicados para el estilo de la banda, pero la magia que aporta el muchacho hace que el público delire. Es que glorias pasadas como «Transmutado» o «Necrogalaxia» ya se han convertido en perlas difíciles de oír en los shows regulares, por lo que contar esta vez con la voz original no es poca cosa.
Para el final dejan las canciones de la época de «Cruz invertida», el primer disco de la banda con la formación que hoy vemos. Un rápido recorrido que termina con lo que podría ser el slogan de la banda: «Muerte y Destrucción».
Dragonauta pertenece a una camada de bandas que hace rato vienen haciendo las cosas bien, a pesar de que el resto del mundo les de la espalda. Con casi 15 años de carrera y cientos de batallas, a pesar del estilo que profesan, están lejos de ser condenados.
*Fotos por Guillermo Coluccio
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