RESEÑAS

Silencio festival

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Monotemáticos, todos los presentes hablaban de lo mismo: ¡qué bajo esta el volumen! Y no es ni que faltan baños químicos ni los cuarenta minutos de cola para comprar algo para comer: el sonido es un elemento fundamental en un concierto. Aquello que el público va a buscar cuando compra su entrada y que, conjugado con la pericia del artista, construye el espectáculo. 

La noche anterior Ricardo Mollo ya había tirado la bronca, y la explicación de la productora fue que una denuncia de una vecina logró que el gobierno porteño limite el volumen a los irrisorios 95 decibeles. Es sólo un número, pero para que se entienda un show “habitual” promedia los 105 y, según los expertos, el aumento en 3 decibeles de un sonido representa para el oído humano el doble de volumen. 

Con este fierro en la rueda, se realizó la última jornada festival de la gaseosa que reunió una cantidad innumerable de bandas a partir de la tarde del domingo y hasta casi las 2 de la mañana, cuando Catupecu Machu cerró el festival con “Dale”. 

Bien temprano se presentaron en el escenario principal Maximo Park y The Ting Tings, bandas extranjeras con cierto nombre en la escena internacional que no defraudaron desde la propuesta a un puñado de seguidores, aunque sufrieron fallas marcadas en el sonido, al punto de que algunos instrumentos queden mudos. 

Pasaron también Cultura Profética, Karamelo Santo, Los Tipitos y Mama Pulpa, para darle lugar a un dispar show de Los Auténticos Decadentes en el que presentaron grandes hits pero faltos de la energía que suelen regalar. 

La perla de la noche llegó con el combo de punk gitano Gogol Bordello, que para sorpresa de muchos cuenta con un gran número de seguidores que armaron tremendos pogos en medio de un sinfín de adolescentes que habían ido a ver a Calle 13. 

Comandados por Eugene Hütz, estos paisanos provenientes del este de Europa poblaron el escenario con violines, bombos, coristas y una impronta de cabaret que recuerda a las interminables fiestas gitanas de largos días. 

Los Fabulosos Cadillacs anunciaron que vuelven a tomar caminos separados por un tiempo y Vicentico contó que querían hacer la última función en su ciudad, por eso la presencia a último momento en el festival. 

Primero hubo impronta rockabilly con Flavio Cianciarullo, su hijo Astor y los Misterio, que hicieron un puñado de temas a los que se les marcó el jopo, y versionaron a los Dead Kennedys en “Let’s Lynch The Landlord”. 

Cuando se formó el equipo con Fernández Capello, Rotman y Ricciardi, entregaron una tormenta de clásicos como “Mal Bicho”, “Matador”, “El Genio del Dub” y el cierre de esta nueva etapa con el grito en mil bocas  “Los Cadillacs tocando para vos” de “El Satánico Dr. Cadillac”. 

Ya con 45 minutos de retraso, René Pérez alias “Residente”, salió a escena con joggin blanco y el “SNM” escrito sobre su espalda desnuda, en honor a García.Los gritos femeninos se sintieron mucho más que la recordada como explosiva “Nadie Como Tu”, que abrió el set. 

Demasiado bajo el sonido para una banda que calienta tanto el ambiente con su sexualidad extrema, su incitación al baile sudoroso y un frontman que charla, opina, cuenta y rapea sus versos bajo una avalancha de miradas deseosas que le cantan el anacrónico “la tiene paspadita”, para ver cómo mueve la cola. 

La señorita PG13 erizó el ambiente con sus recitados introductorios, luciéndose en “Pal Norte”, y recorriendo el escenario de punta a punta y a los saltos, regalando también su gracia sensual. 

“Nos están botando estos cabrones, pero que se jodan, vamos a hacer uno más” protestó quien la semana pasada levantó 5 Grammys Latinos, y activó el popular “Atevete-te” para cerrar un show que tuvo potencia visual mas allá de que le faltó volumen para convertir el campo en una real pista de baile. 

Varios minutos pasados la medianoche, Catupecu Machu falló en la elección de las canciones, al elegir como apertura dos de las nuevas composiciones de su flamante “Simetría de Moebius”, “Anacrusa” (con tres bajos en escena) y “Piano y RD”, que sonaron mientras una gran parte del público abandonaba el recinto. 

Luego sí, “Y lo que quiero es que pises sin el suelo”y “Plan B” recordaron a la faceta más festivalera de los de Villa Luro, épocas en las que de la mano de Gabriel, sorprendían a todos con su frescura demoledora en cada fecha multitudinaria. 

Hubo tiempo para más estrenos <

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