RESEÑAS

Sesenta mil piojos

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A algunos les llamaba la atención y a otros les causaba gracia leer, en los afiches de promoción del Quilmes Rock, el anuncio de las bandas principales ya que al lado de Radiohead, Iron Maiden y Kiss se encontraba Los Piojos. Y es que para el mundo una cosa son Radiohead, Iron Maiden y Kiss y otra son Los Piojos; de hecho, estos no serán más que insectos indeseables.

Pero aquellos que miraron de reojo el sumario de los números de cierre del festival, como viendo en Los Piojos al error a buscar, como esos juegos en los que hay sólo tres cosas de una misma familia entre cuatro, tuvieron su refutación, al menos en lo estadístico, en la convocatoria que el conjunto de El Palomar logró: sesenta mil personas, la mayor de las cuatro fechas.

Luego de pasar por Club Ciudad de Buenos Aires con Radiohead y por Vélez con Iron Maiden, el Quilmes Rock llegó, el sábado, a River; no sólo con Los Piojos, por supuesto: el puntapié inicial lo dio Fidel Nadal, que disfruta de un buen momento gracias a “International Love”, después fue el turno de Kapanga y su alegría de costumbre y, luego, Los Cafres hizo lo suyo.

Entonces, con la noche ya puesta, el evento presentó su primer plato fuerte: Divididos, que sorprendió arrancando con una impecable versión de “She´s so heavy” de The Beatles. Justamente, desde hace un tiempo, el trío muestra en sus conciertos más de un momento que pasa por el blues, tal es el caso de la zapada que hacen en “Voodoo Chile”; el sábado, y como es usual, no faltó esta pieza de Jimi Hendrix en la que Ricardo Mollo toca la guitarra con una zapatilla, los dientes, una pelota de tenis, una hamburguesa, un plomo y cualquier cosa que pase por ahí, demostrando por qué es de lo mejor en el rubro.

Desde febrero, la banda está grabando su esperado nuevo disco y, desde 2008, interpreta algún que otro adelanto; en esta ocasión, hizo lo propio con el ya conocido “Hombres en U” y estrenó otro que se titularía “Todos fuimos”, dedicado a las víctimas de la tragedia de Santa Fe, según explicó el cantante y guitarrista.

Pareciera que nada puede frenar la potencia de “Paisano de Hurlingham”, con su riff tan AC/DC, pero una béngala se adjudicó ese ignominioso poder: ante la aparición de una de ellas, ahí en el medio del campo, Mollo paró el tema y pidió que se apagara; Diego Arnedo, con dureza, sentenció al que la prendió: “No entendiste nada, boludo”. Lo que hicieron los músicos, y los aplausos de la mayor parte del estadio que procedieron a ello, puso justicia. Lamentablemente, eso sí, es una justicia castigo que no soluciona el problema: la inconsciencia, la falta de razón, de memoria, de aprendizaje.

Tiempo atrás, Divididos finalizaba sus recitales con un “Sumazo”. De hecho, su gran disco doble en vivo “Viveza criolla” registró ese momento en el que engancha diversas canciones del grupo que Mollo y Arnedo integraron junto a Luca Prodan y compañía. Por suerte, decidieron retomar aquello para cerrar su participación en el festival; así, se escuchó con fascinación nuevamente ese viaje con alguna que otra ida y vuelta por “El ojo blindado”, “Estallando desde el océano”, “No duermas más” y “Mejor no hablar de ciertas cosas”. En alguna ocasión, a este “Sumazo” se le agregó “Haciendo cosas raras”, pero no hubo tanta fortuna en esta oportunidad.

Una de las verdades que escribió Juan Pérez, siempre con acierto, es que los tubos con pastas para dientes nunca se acaban; siempre, pero siempre, dan un poquito más. Así, tal cual, sucede con Los Piojos: cuando ya se está convencido que se llegó al final de su show, cuando ya fue suficiente incluso para el fanático más exigente, cuando ya todos se quieren ir a casa, cuando parecen agotados todos los trucos de bises posibles, la banda no hace un solo tema más sino dos, tres y hasta cuatro.

El sábado, el conjunto demostró eso con una presentación que superó las dos horas y media de duración, con infinidad de falsos finales; para no desordenar el relato de más, es necesario ir al principio: allí, se ve al grupo aparecer repentinamente con “Arco” y un par más de la primera hora, como lo son “Chac tu chac” y “Ay, ay, ay”.

Ciro Martínez estaba de buen ánimo como es regular pero incluso de radiante humor; esto lo llevó a hacer gala de sus dotes de contador de chistes que por cierto son inexistentes. “Mamá, ¿por qué tengo un agujero en el culo?”. “Porque si lo tuvieras en la espalda serías una alcancía, hijo”

Por fortuna, su antojo de showman lo hizo improvisar una conversación con Chucky de Ípola, que derivó en una breve muestra de la última producción solista del tecladista, “Concreto”. Hay que decir que éste, a diferencia de Micky Rodríguez cantando “Un buen día” y Tavo Kupinski haciendo lo propio con “Sudestada”, salió muy bien parado.

Hubo un momento en el que Martínez quedó solo en el escenario, guitarra criolla en mano, en el extremo de la pasarela entrometida en el campo. Entonces, contó que la canción que haría, en su momento, cuando la compuso, fue rechazada por Rodríguez e incluso por él mismo, por considerarla blanda de más, pero la insistencia en no descartarla de Kupinski terminó ganando. Se habla de “Tan solo”. A Kupinski, evidentemente, el tiempo le dio la razón.

Hacia el final de la velada, Los Piojos entregó canciones como “Genius”, “Desde lejos no se ve”, la linda “Buenos días, Palomar” y “Finale”, con la obligada lectura de banderas; antes, se destacaron unos covers: “El viejo” de Pappo y “Around and around” de Chuck Berry pegada a “Zapatos de gamuza azul” de Carl Perkins, doblete que supo integrar “Ritual”, aquel renombrado álbum en vivo que salió en ocasión de los diez año

Redacción ElAcople.com

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