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Semejanza extrema
El jueves, en el Teatro Flores, Cradle of Filth regresó a la Argentina con un show correcto que mostró similitudes con respecto a su debut de 2010 en cuanto al sonido en vivo y la postura en escena.
La famosa banda inglesa de black metal viene en una debacle compositiva desde su cuarto disco de estudio, “Midian” (2000), de la que no logra reponerse. Durante los siguientes seis álbumes fueron mechando algunas buenas canciones en un contexto de repetición y falto de vuelo.
Recuperar la esencia pérdida
En la antesala hubo una pequeña muestra de la escena extrema local. Primero pasaron los uruguayos de Opus Gaia con su metal sinfónico y luego los Symphony ov Death con su improvisado black. Con un black sinfónico más consolidado aparecieron los chaqueños de Tenabrarium. Para cerrar, la gente de Alma Matter mostró todo su poderío.
Poco antes de las 21.30 se corrió el telón del teatro y comenzó la intro sinfónica “Tiffauges”, pero llamativamente las luces quedaron encendidas. Esta situación no ayudó a generar el clima ideal para el arranque del show. Ya con el local a oscuras ingresaron los Cradle of Filth, se acomodaron y largaron con “Tragic Kingdom”, del disco “Godspeed on the Devil’s thunder” (2008).
Cuando su carismático líder Dani Filth apareció en escena, el público mostró mayor calidez, aunque la ausencia de violas y un sonido opaco en la mezcla hizo que este entusiasmo vuelve a disminuir. Previo al primer clásico, “Funeral in Carpathia”, Dany notó esta merma y con lucidez los empezó a arengar y así despertar el pogo.
Por lo general, las bandas suelen iniciar los conciertos con un tema de su álbum reciente. Sin embargo, no fue el caso de los ingleses, quienes recién en su tercer melodía hicieron sonar «For your vulgar delectation» de su CD «The manticore and other horrors» (2012). Si bien esto llamó la atención, lo que causó mayor sorpresa fue que solo hayan interpretado esta canción cuando supuestamente venían a promocionar el disco.
Recién promediando el show, la banda pudo encontrar un sonido correcto, donde los solos a lo Maiden de Paul Allender se pudieron apreciar con nitidez. Las primeras composiciones que contaron con este beneficio fueron la gótica y pausada «Nymphetamine» y la adictiva «The forest whispers my name». Gracias a «Nymphetamine» muchos seguidores se incorporaron al mundo de Cradle of Filth, sobre todo por fuera de la escena black.
A la soberbia y el aullido vampirezco de Dany y a la presencia arrolladora de Allender se le suma la tercer pata fundamental en el sonido del grupo: Marthus detrás de los parches. Sus golpes contundentes son los que indican el próximo paso. Después cuentan con tres sesionistas, entre los que se destacó la corista y tecladista, Lindsay Schoolcraft.
Para el final llegaron tres canciones antiguas, que dejaron en claro el porqué del suceso. Primero pasó la progresiva «Cruelty brought three orchids», después la aclamada «Her ghost in the fog» y el cierre con la agresiva «From the cradle to enslave». Tras 80 minutos, Dany dejó el escenario con su último aullido.
Tal como sucedió en 2010, los Cradle of Filth no generaron admiración con su vivo, aunque sí dieron muestras de su talento personal que los convirtió, junto a Dimmu Borgir, en las agrupaciones más populares del género. Para el futuro tendrán un arduo trabajo, que es intentar encontrar esa luminosidad creativa que los llevó a ocupar el lugar de hoy en día. Ellos tienen confianza en su poderío.
*Fotos por Fernando Fernández
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