SHOWS
Rutas argentinas

Hay bandas que generan seguidores incondicionales, dispuestos a seguirlos en cualquier caravana. Hay músicos que generan amor y respeto, y otros que generan odio y resentimiento. Morrissey genera todas las pasiones; es imposible no caer ante su hechizo, para bien o para mal. A los 52 años sigue siendo el muchacho de 22: inseguro, retraído, obsesionado por la cultura pop de años no vividos. Un hombre que está constantemente demostrando quién es. No es sorpresa que antes de su actuación entretenga a su público con una selección de videos vintage; de Nico a Vince Taylor, de Sparks a New York Dolls. En el universo de Stephen Patrick Morrissey todo eso tiene sentido.
Y se cae el telón y la estrella autodeclarada arranca con “First of the gang to die”, “You have killed me” y “You are the one for me fatty”. Suena fuerte, suena joven, suena fresco. Es lo que la gente espera de él. Obviamente ya no se tira al público ni revolea gladiolos por el escenario. Hoy está más cerca de ser un crooner. Si Nick Cave es el Frank Sinatra del género, Morrissey puede ser una mezcla de Elvis con Neil Diamond. Esta vez, debido a las dimensiones y vallados del predio, el público no puede tener el galardón máximo y tocar a su ídolo, pero sí que lo intentan.
De repente el show toma el formato pop totalmente y escuchamos al Moz más reflexivo, quejándose por la falta de amor mientras trata de ser fiel a sí mismo. Algunas son muy celebradas, como “There is a light that neves goes out”, una desapercibida “Alma matters” y una gran “I’m throwing my arms around Paris”.
A la banda le gusta rockear y le sale bien. Al momento de la elección de canciones de los últimos trabajos no va por las obvias. Elige temas como “Black Cloud” y “I will see you in far off places”. De todas maneras los momentos donde más se lucen son los momentos en los que se dejan llevar. Una muy oscura “Meat is muder” (uno de los mejores temas de su obra), con explicitas imágenes de mataderos y criaderos para mostrar cómo son tratados los animales; momento incomodo que genera tibios aplausos. Y si de mejores temas hablamos, no se deja pasar a “I know it’s over” y “How son is now?”, ambas dos en versiones un tanto accidentadas. La primera sin el comienzo habitual pero que compensa con la magistral interpretación de la banda. La segunda con la omisión del último verso, que si la emoción no te nublaba, no lo dejabas pasar de largo.
Acá tampoco faltó el comentario sobre Malvinas. Mientras en varios medios se los tira de oportunistas y demagógicos a él y a Roger Waters, estaría bueno que algunos hagan una tarea un poco más profunda de investigación. Sí, es oportunista; pero canciones como “The Queen is dead”, “Irish Blood, English Heart” y “Margaret on the guillotine”hablan por sí solas y respaldan su postura.
El show transitó por varios momentos: empezó muy hitero y arriba y después fue bajando a un estado total de melancolía y oscuridad. Además de la constante de ir sacando temas show a show, por lo que apenas duró hora y media la ceremonia. Además, el final con “One day goodbye will be farewell”, gran canción pero no la indicada para cerrar, no convenció a todos.
Particularmente creo que fue un gran show para verlo cantar. Se despachó con un repertorio variado cruzando todos los climas. Tal vez en un lugar cerrado se hubiese disfrutado mejor, algo que sucedió en los otros tres shows, y que acá te los resumimos:
Mendoza
Tal vez el mejor show de la gira fue el que menos trascendencia tuvo. Como si estuviéramos en una Las Vegas anárquica, el cantante se presentó en un casino, y ni bien comenzado el show incentivó a no respetar ubicaciones para que las dos mil personas estuvieran más cerca. Podrá parecer distante, pero disfruta del cariño del público. Su arte es la forma que tiene de generar conexión con la gente y finalmente ser querido por siempre. El entusiasmo o el lugar hacen que en la lista haya algunas variaciones más rockeras, como incorporar “Irish blood, English Heart” y cerrar debidamente con “Still Ill”. Nadie rompió o quemó nada, pero daban ganas.
Córdoba
El Estadio Orfeo es un gran lugar para conciertos, aunque es más probable que se llene con Serrat y Sabina o con Marc Anthony que con Morrissey. El mismo efecto que en Mendoza y el público no espera para llegar adelante; incluso gente de la organización te incentiva y te indica algún truco para llegar más cerca. Gracias, muchachos, pero ya hay gente caminando por arriba de las butacas.
Curiosamente, de toda la gira fue el público más respetuoso y el más entregado a escuchar el show. Con un Moz visiblemente contento y entregando el micrófono a las primeras filas para recibir un par de halagos, flores y cerveza. El show más largo de todos y el regalo de las canciones“Maladjusted” y “I want the one I can’t have”, que no volverían a sonar en la gira nacional.
Rosario
Más cerca de Buenos Aires, el público ya empieza a ser más fanático en comparación a los curiosos de Mendoza y las familias de Córdoba; un marco que tiene más sensación de recital de rock. Un galpón en las instalaciones de un shopping, con gran sonido pero ocupado solamente con 2200 personas aproximadamente, hace las veces de auditorio. A diferencia de Buenos Aires, los conciertos en las provincias funcionaron como show íntimos, con más contacto con el público y con el artista disfrutando más de su oficio. Sonó “Speedway”, que no estuvo en Buenos Aires. El público rosarino fue sin dudas el más efusivo.
Esto es todo lo que pasó en la gira nacional de Morrissey. Ojalá sea el
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