Rock para paladares exquisitos

El telón se abre y deja ver una pantalla transparente de 14 metros que atraviesa casi todo el ancho del escenario. La gran cortina, que se encuentra delante de los BABASONICOS, recibe desde un proyector, una serie de imágenes computarizadas que producen un efecto tridimensional asombroso, y estimulan a la vez, los sentidos de todo el público. Esto es el “Animatronics”, sin duda, la prueba más fehaciente de que se puede, en épocas de crisis, hacer rock sin dejar de ser creativo e innovador.

“Deléctrico” y “Los Desfachatados” hicieron que ya desde el comienzo, se preparara el clima ideal para un show de rock en el cual, los adjetivos “mágico” y “encantador”, serían insuficientes. De esta forma, el soberbio Jessico fue sonando durante toda la noche. “Soy Rock”, “Pendejo”, y “Los calientes” fueron los que siguieron. Si bien la gente recibió muy bien los temas de su último álbum, las ovaciones en las piezas de las primeras épocas se llevaron todos los aplausos. Uno de estos casos fue “6 vírgenes descalzas” y “Patinador sagrado”, que hicieron temblar a todo el estadio. La pantalla del Animasonic hizo lo suyo: fue subiendo y bajando durante varios tramos del concierto, generando por momentos la máxima atención del público. Como un reloj Suizo, BABASÓNICOS coordinó imagen y sonido en forma perfecta.

Ahora la que se toca es la mina

Mientras la banda tocaba “Ruby”, la pantalla del Animatronics reproducía el nuevo video de la canción. Esta vez, una mina es la que aparece masturbándose en tiempo real. En una superposición de imágenes, juntaron esta nueva versión con la primera donde aparecía aquel muchacho toquetón. De esta forma, podía verse los dos rostros haciendo todo tipo de muecas. Lo asombroso fue que los dos acabasen al mismo tiempo con el último acorde del pegadizo tema.

“El Loco”, “El Playboy” y “Sátiro” fueron los últimos temas de lista. Promediando las dos horas de show, BABASONICOS se despidió con el asombro de haber llenado un Luna Park, que no es poca cosa, para una banda de rock “no barrial” que apuesta al glamour y a la creatividad, aún en tiempos de crisis.