RESEÑAS
¡Rock and roll, carajo!

La banda encargada de abrir el escenario principal es D-Mente. El grupo de Andrés Giménez logra captar la atención de los presentes con una propuesta moderna, cada vez más sólida, cruza entre Queens Of The Stone Age y HIM, y cada vez más alejados de lo que fue A.N.I.M.A.L. De hecho, ninguna canción de aquella banda se incluye en el repertorio, pero sí una versión de “I believe in miracles” invocando el espíritu de los Ramones.
Viticus es la banda de rock and roll vieja escuela más sólida que hay. Con un arsenal de tres guitarras y muy buen rock sureño hace cantar y saltar a algunos de los presentes al momento y más que nada al interpretar clásicos inoxidables de Riff como “Mucho por hacer”y “Susy Cadillc”, que pone fin al show.
Horcas es la banda agitadora por excelencia. Walter Meza es un arengador nato, y el grupo, muy sólida, tira bomba tras bomba. “Esperanza”, Solución Suicida”, “Fuego”, todos clásicos coreados a viva voz por una gran cantidad de público que se acercó para verlos. Para al final amagan con “Destrucción”, de V8, aunque finalmente no pasa nada. De todas formas siempre hay que pedir ese tema, ya sea en un show de Almafuerte o de Ricky Martin. Siempre.
Ya entrada la noche sale Rata Blanca, en lo que sería la primera presentación grande en Capital luego de la salida del nuevo álbum, “El reino olvidado”, motivo por el cual la mayoría del show está dedicada a los temas nuevos, que ya suenan como clásicos. Una de las cosas raras de la banda es que Adrián Barilari habla con el público como si fueran una banda mexicana. “¿Cómo andan Buenos Aires?”, “¿Qué pasa?”, “¿Quieren rocanrol?”. Vamos, Adrián, que siempre nos cruzamos en la fila del súper. Bueno, en realidad no, pero se entiende la idea.
Para el final llegan “Chico Callejero” y “La Leyenda del Hada y del Mago”, como para contentar a las viejas hordas del metal, que a veces parece que se quedaron en el 93.
Justo después del final de Rata se desata la tormenta del siglo. Y en el medio de esta sale Mötley Crüe, la banda para la que se inventó el lema sexo, drogas y rock n roll. Y están todos, aunque los años no vienen solos. Vince Neil está cada vez mas gordo, Mick Mars parece que tuviera 80 años y apenas se puede mover, pero Nikki Sixx (también con unos kilos de más) y Tommy Lee están hechos unos pibes.
¿Y te pensás que la intensa lluvia le importa a la gente o a la banda?. Nada que ver, incluso le da una magia especial. Y más si en un concierto empezás con temazos como “Kickstar my Heart”, “Wild side” y “Shout at the devil”. Todo el mundo mojándose, saltando, coreando los “Uooooooooo” y los “Yeeeeeaaaaaaaahh”. Y qué fiesta, gente, qué fiesta.
Tommy Lee se acerca a la pasarela y lo primero que dice es “Me gusta la fiestaaaaaaa”. Sí, loco, sí. Aguante todo. También nos dice que nos quiere y que somos el mejor público para el que han tocado. Y todos le creemos. La sonrisa del baterista es increíble; como nene con juguete nuevo. Y pónganse a pensar. El tipo viajó por todo el mundo, es millonario, estuvo con miles y miles de mujeres, tiene un miembro de tamaño importante. Debe ser el tipo más feliz del mundo. Que lo hayamos puesto tan contento es todo un mérito, señores.
Y sigue lloviendo y hace frío, pero el show no baja de temperatura. Muchos dirán que son pura pose, puro circo. ¿Querés rock? Tomá: “Live Wire”, “S.O.S”, “Don’t go away mad”. Más agite que en un Rosario Central vs. Newells. El que creía que Mötley Crüe era un invento de MTv que vaya a freír churros (?).
El final es a todo trapo, con “Girls, Girls, Girls” y “Dr Feelgood” y el bis con la clásica balada “Home Sweet Home”,coreada hasta por los pancheros mientras en las pantallas desfilan imágenes de toda la historia de esta banda, que se pensó que nunca iba a pisar estas tierras. Y que seguramente no volverá, aunque tal vez si, después de la buena impresión que se llevaron.
Así pasó la noche en que mucha gente se puso la vieja campera de cuero y volvió a tener 20 años. Aunque luego de tanta lluvia uno haya tenido que volver a la realidad y darse un baño caliente y tomarse un tecito con miel, mientras, seguramente, la banda iba a seguir de fiesta, como lo viene haciendo desde hace más de 25 años.
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