RESEÑAS
Ritual habitual

Vamos a los bifes. Los shows de Manu Chao no se caracterizan por sorprender. Quienes lo hayan visto en vivo más de una vez, saben de qué se trata y que se encontrarán con esos simpáticos clichés del francés y su banda, la Radio Bemba: arengas con el puño en alto, ruiditos, reggae que deriva en punk, baladas que derivan en punk, rocks que derivan en punk… en fin, en el punk se terminan de cocer los temas, más de treinta, que tocan en cada actuación. Todos, o casi todos, terminan de la misma manera, muy arriba, a los saltos, como si fueran los últimos que alguna vez se vayan a tocar.
En ese marco, hablar de lo que sucedió en All Boys el sábado por la noche, sería redundante. Porque seguimos a Manu y su troupe por Rosario. Porque también lo vimos cuando vino en marzo de este año. Y porque, por supuesto, también estuvimos cuando tocó por primera vez en la cancha del albo, en el 2005. Pero bien vale destacar que, a diferencia de los shows de principios de año, este fue mucho más compacto y más prolijo. Quizás algo más corto, lo que reduce esa sensación de estar escuchando todo el tiempo la misma canción.
Algo que merece la pena ser apuntado es el carácter cautivo del público, a merced de todo lo que suceda en el escenario. Será por la energía optimista de Chao, que con sus latiguillos hace fantasear a los espectadores con que es posible un mundo mejor. “Dedicado a todos aquellos que alguna vez perdieron la ilusión”, dice antes y durante de “Día luna, día pena”. Ahí también es cuando grita con insistencia “Contra el mundo”, sacándole ternura al mensaje y dándole la violencia que se necesita para hacer una revolución de corazones. Ese es el enganche perfecto para un tema guerrillero como “Machine gun”, clasicazo de la Mano Negra que siempre es muy festejado.
Otra muestra de pasividad ocurrió cuando subió una “compañera mapuche” para tomar el micrófono y hablar sobre la situación de esa comunidad de nativos del sur del país. También aprovechó para repudiar “a la derecha” y a los constantes pedidos de seguridad de ese inexistente sector social. Hablar de derecha o izquierda hoy en día es anacrónico, pero es efectivo a la hora de arrancar una ovación de todo un estadio (llenísimo el campo, como hace mucho que no se ve en recitales. ¿Será por los precios de las entradas?), en el que quizás hayan estado presentes muchos de los que se unen a grupos en Facebook para organizar marchas “contra la inseguridad”. Siendo menos prejuiciosos, también se permite la duda de saber si realmente a muchos de los que aplaudieron, les interesa la situación del castigado pueblo mapuche. En fin, aplaudir y comprometerse con la causa, aunque sea por treinta segundos, es un lindo gesto.
Fuera de libreto, aparecieron como invitados (cada uno en su momento) Tonino Carotone y Fermín Muguruza. Ambos cantaron canciones de su propia cosecha y se agruparon a la perfección a la onda del grupo. Mano Negra le allanó el camino a muchísimos artistas de su palo, en los que se pueden encolumnar a estos dos. Y sus apariciones en un show del Manu pueden entenderse como una especie de agradecimiento.
Aquello que se inició casi tres horas antes, con la seguidilla de “Panik, panik”, “El hoyo”, “Politik kills” y “Rainin in paradize”, llegó a su fin con “Les rues de L’Hiver”/”Pinoccio” y la actualización de “Santa Maradona”, titulada “La vida tómbola”.
Todo esto se repetirá en la nueva fecha que se agregó ahora: el próximo martes 1ro de diciembre tocará en el Microestadio de Argentinos Juniors, para festejar los 20 años de FM La Tribu. Desde hoy, lunes 30, se podrán conseguir las entradas a un valor de $ 50. Además se solicita concurrir con un alimento no perecedero, que será recibido por la gente de Semiyero.
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