RESEÑAS
Retorno exitoso

Luego que Mario Pergolini les haga de presentador, los Massacre tuvieron que sufrir la falta de volumen, aunque en ningún momento se quejaron de esta situación. Si bien grandes canciones como “La respuesta es fácil”, “Te leo al revés” y “Mi mami no lo hará” perdieron brillo, el oficio de Wallas las mantuvo en un nivel óptimo.
La simpatía de su cantante también ayudó a que el público se mantenga entretenido, sobre todo cuando arremetía con sus frases armadas, aunque no por ello menos graciosas. “Los padres de hijos separados le decimos sí a la inseguridad”, fue la que causó mayor gracia.
En definitiva, Massacre ya se tornó un clásico de los festivales, por eso sus sets son esperados y disfrutados.
Después de seis horas de música estaban por llegar el momento deseado por todos: Green Day tocaría en el país tras 12 años de ausencia (31 de octubre y 1 de noviembre de 1998, en Parque Sarmiento). Distintas generaciones de fans se reunían en Costanera Sur para escuchar a la banda integrada por Billie Joe Armstrong (voz y guitarra), Mike Dirnt (bajo y coros) y Tré Cool (batería).
Cuando se apagaron las luces del predio y comenzó a sonar la intro “Song of the century”, el público entró en un estado ficticio, que se alargaría durante las próximas tres horas. Con la banda ya en escena y ejecutando las tres primeras canciones, pertenecientes a su último disco, los planos fijos mostraban la emoción de las niñas y las no tanto.
Sin embargo, los espectadores que se encontraban al fondo miraban el show con algo de fastidio porque el volumen no era el necesario. Si bien jamás fue el ideal, se encontró una medida interesante para poder disfrutarlos plenamente.
Billie Joe arengó a la gente desde el acorde inicial y no detuvo su frenético paso en ningún momento. De un lado al otro del escenario, con la palabra “Argentina” como su caballito de batalla, se ganó el amor de todos (de los padres, los jóvenes de 30, adolescentes y demás).
La banda iba mechando viejos himnos como “Burnout”, “F.O.D.” y “Stuck with me”, con las canciones más poperas y melosas de sus dos últimos discos como “Give me novocaine”, “Are we the waiting” y “Boulevard of broken dreams”.
Acá se notaba las dos generaciones disimiles de fans. Los post “Dookie” (1994), que enloquecían ante aquellas viejas glorias, y los post “American idiot” (2004), que aullaban ante esas melodías más sensibles.
Tal como sucedió en 1998, a Billie le gusta interactuar con su gente y hacerlos participar del show. El momento de gloria fue con “Longview”, cuando hizo subir primero una chica a cantar, y luego a un chico que terminó siendo el cantante de Euforia.
Tocar acordes de melodías ultra conocidas es una parte central de su show, donde el público se divierte y ellos a su vez se distienden: “Iron Man” (Black Sabbath), “Rock ‘n roll” (Led Zeppelin), “(I can’t get no) Satisfaction” (Rolling Stones), “Hey jude” (The Beatles), algunas de las que sonaron.
Estas distintas etapas musicales quedaban evidenciadas cuando sonaban “Basket case”, “She” y demás, después se despachaban con una progresiva y entretenida “Jesus of suburbia”, de nueve minutos.
El final acústico bajó la adrenalina y despidió a la masa en un clima más sensual, especialmente con la coreadísima “Wake me up when septembers ends” y “Good riddance (Time of your life)”.
El paso del tiempo no parece haber hecho mella en Green Day, ya que la energía que transmitían en 1998 es similar a la que transmiten hoy. Si bien han madurado notablemente en sus discos, esto lo dejan a un lado durante sus directos. Un show que quedará en el recuerdo para muchos.
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