RESEÑAS
Resetear el “Roxy”

Sonidos demenciales
“Izquierda arriba, derecha abajo…” De esa forma los hermanos RUIZ DIAZ eligieron estrenar el sonido de su primer show. Una voz dispersa que brotaba de los cincos frentes de sonido retumbaba en todos los ángulos.
Para aquellos que no sabían de qué se trataba el 5.1, esto les sirvió para que se sumerjan en una sensación sensoround nunca antes experimentada. Un ejemplo de ello es el sonido de los DVD o de los cines más modernos.
A diferencia de los ya gastados cuadrafónicos, nos estamos refiriendo a cinco frentes de sonido independientes que interactúan todos al mismo tiempo produciendo un efecto envolvente. Esta última columna fue agregada en el techo del escenario, justo sobre el público, y que según ellos se pasaron soldando toda la tarde.
El secreto es estar justo en el medio. Según la posición que se tenga se escucha una mezcla u otra y en el medio todo suena más armonioso.
El ritual: gritarle al de enfrente
Luego de horas de espera y un retraso dilatado por el frío y la incesante lluvia, se escucharon los primeros acordes de “Origen extremo”. ¿Hacia que lado mirar? Hay dos escenarios enfrentados. FERNANDO (voz, guitarras) y el nuevo baterista, JAVIER HERRLEIN, en el principal. GABRIEL (bajo, computadoras, y no olvidar la palanca de sensibilidad infrarroja; otra que el arpa láser) y el tecladista MACABRE, en el “auxiliar”.
Esta disposición ya se había visto el año pasado pero con rayos láser que viajaban de un lado al otro. En esta oportunidad quizás faltó un poco más de interacción entre ellos, y al escenario extra se lo usó bastante poco.
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Clichés de estreno
“Sonanado” y “Perfectos Cromosomas” (con una excelente vocalización final de FERNANDO) sonaron antes de “Mamá me dijo que no viniera…”. Para abrir este tema una nueva voz apareció en escena. Una mujer que taraba la cabeza con un “…abrigate, bañante, estudiá, se prolijo…”. Nuevamente el 5.1 jugaba de titular: un ping-pong de consejos que rebotaban de acá para allá.
Hay que rescatar también la actuación de los hermanos cuando, siguiendo los cortes de la música, se congelaban de a ratos y volvían de repente a la realidad. Todo esto generó un momento de risas y sorpresas entre los catupequeros presentes.
Fue algo nuevo. Entre las voces en off y lo que se acababa de ver, muchas ideas vinieron a mi cabeza: sincronización, tecnología, cyber-rock, innovación, digitalización, potencia, arte. Y CATUPECU siempre cambiando…
Para los viejos catupequenses
Excelente y emotiva versión la de “Entero o a pedazos”, con FERNANDO en criolla, HERRLEIN en acordeón y GABRIEL en coros. Algo parecido a lo que se vio en su primer show del año en Capital, pero esta vez influenciado por los nuevos sonidos que le dieron unos ecos buenísimos.
Lo mismo sucedió con todos los temas de “DALE!”(1997). Algunos de ellos fueron <ï>“Hay casi un metro al agua”, “La llama” – el solo de FERNANDO de la noche – “El sueño”, “Calavera deforme” y “Le di sol”, tema en el cual HERRLEIN destrozó el pedal “importado” de su flamante batería.
El objetivo era tocar todos los temas de sus discos repartidos en las presentaciones que se fueran dando.
La sorpresa de todos fue “Dale!”. El power trío decidió colarla casi a la mitad del show y no dejarla para su rutinario final, sino que la elegida para este fue “Soltemos las riendas”, con HERRLEIN acompañando en voz.
El pogo de la gente fue total y absoluto, incentivado por el grito de FERNANDO -aunque no tan verborrágico esta vez- “¡Los quiero ver a 7.4!” (nueva traducción de a 80 cm del piso). Cuando cerraban el tema, GABRIEL dejó que los que estaban más cerca tocaran su legendario bajo.
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El Roxy, la vena latiendo
Una tormenta de gotitas de ¿sudor condensado? caían de los tubos de hierro del techo y mientras tanto los cuerpos de los infaltables (y esta vez numerosos) moshers atravesaban el cuadrilátero Roxy de punta a punta.
Cero bengalas, cero banderas, ninguna pantalla; sólo las luces que iban sincronizadas con la música y el bloque mayormente adolescente que se movía al son de los sintetizadores y de esos sonidos metálicos y punzantes.
Mientras tanto el cerebro de la banda, el hombre multifunción, se movía hiperkinético de un escenario a otro cruzando un secreto pasadizo. De la compu al bajo y del bajo a “La Palanca Gigante”. Un caos perfecto.
Todo esto anticipaba el a capella de “Grandes esperanzas” y “Cuadros dentro de cuadros”, tema que lo lograron en diferentes escenarios y que le da el nombre a su último y riesgoso disco.
La marea de gente se calmaba hasta que se reunieron todos en el principal para tocar “Gritarle al viento”, “Cuentos decapitados”, “Eso vive” (congelándose todos otra vez con la voz en off que marcaba la hora)y “Y lo que quiero es que pises sin el suelo”. Este mismo fue una metáfora para todos los inundados y sus suelos colmados de agua, “…la que se llevó todo”. Este tema también fue incluido en la función del día siguiente, junto a CARLA RITROVATO.
Venga, pase, suba al escenario, lavatuto…
El invitado fue CESAR ANDINO de CABEZONES. Ese mismo que estuvo junto a los CATUPECU en el pasado Obras. Juntos tocaron el bis de “Héroes Anónimos”, de METROPOLI. Dedicaron el tema a todos los héroes de Santa Fe.
FERNANDO confesó sus orígenes santafecinos y pidió por sus parientes que estaban bajo el agua. El recital fue dedicado a la provincia una vez más.
Todo pasa, todo queda
Un recital demoledor y prolijo pensado por músicos anticonformistas que empiezan a ver más allá, porque el más acá lo conocen hace tiempo. Los hermanos de Villa Luro que empezando por el hardcore funky lograron ponerle la estampa al rock de una nueva generación. Una banda de rock que sabe remixar el orden y el desorden
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