RESEÑAS

Quilmes Rock – Día 4 – Reyes del rock

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Fue volar hasta la adolescencia frente al video de las dos guachitas de “Crazy” en Mtv, que después te enterabas que una era la hija y la flasheabas. O estar horas cara a cara con el minicomponente recién comprado clavado en repeat y la letra de “Livin’ On The Edge” en la mano, practicando cada verso, cada chillido, cada riff. O aquellos primeros lentos con “Crying” luchando para que un padre no venga a prender las luces y poder meter esa primera mano. O esas primeras tristezas con “Janie’s Got A Gun” y esa intro oscurita.

Sí, claro, no me olvido que primero había pasado AMY LEE y sus EVANESCENCE por las tablas de RIVER, con toda su garganta llena de notas y un metal ñugoticalterna (¡uf!) para un gran publico de pequeñas adolescentes vestiditas de negro, grandes militantes de la causa, que disfrutaron por más de una hora un homogéneo set.

Ah, sí, antes de eso tocó TURF en una de esas decisiones inexplicables de la organización, y después los RATONES PARANOICOS le hicieron mover la patita a más de uno con su lista hitera para festivales.

Cómo no contar que cuando caía la noche, y ya había más de 50 mil personas en la cancha, cayó el groso de WEILAND, el mítico SLASH, DUFF y MATT, más un pelado que se llama DAVE, y le rompieron la cabeza a todos bajo la insignia VELVET REVOLVER.

Repasando su “Contraband” (2004), presentando algún tema nuevo de “Libertad” –se edita en julio- y también inaugurando la nostalgia de la noche con “It So Easy” y “Mr.Brownstone”, de los GUNS AND ROSES, con una excelente voz impostada por SCOTT que maravilló al público.

También sorprendieron con “Crackerman” y “Sex Type Thing”, de los STONE TEMPLE PILOTS, que pasaron desapercibidos para la gran mayoría pero no para esos pibes que pegados a la valla no podían quitarle los ojos al cantante, que desplegaba todo su histrionismo de manera letal.

Para completar su noche fantástica, WEILAND protagonizó junto a SLASH una hermosísima versión del clásico de FLOYD “Wish You Were Here”, donde el Tío Cossa de los guitarristas maniobró una viola de doble cuello a su antojo.

Y después sí, era el cierre de la noche y de las cuatro noches, y eran los AEROSMITH de TYLER y PERRY, esos que se conocen hace 40 años, que son muy amigos, que fueron bautizados como los TOXIC TWINS (porque se metían cualquier cosa en el lomo), que se recuperaron de toda adicción y hoy llevan la bandera del rock norteamericano cuando están bordeando los 60 pirulos, y la llevan con prestancia y estilo, con ese abanico de hard rock, glam, blues, y rock & roll clásico.

El arranque fue conmovedor, la gente extasiaba desde todos los costados. Fueron “Love in an Elevador”, “Toys in the Attic”, “Dude Looks Like a Lady”, “Fallin’ in Love (Is a Hard on a Knee)” “Crying”, “Crazy” y “Jaded”. Siete joyas, una tras otra, y las ganas de que no termine nunca jamás ese show, que sigan tocando toda la noche y toda la vida.

STEVEN TYLER llega a todas las notas como si el tiempo no le pasara, entrega toda su humanidad a la velada bailando sensualmente, corriendo de punta a punta y comiéndose la cámara que lo refleja en las pantallas, que a su vez se devoran al público; JOE PERRY lidera desde su Gibson Les Paul la maquinaria musical y saca chapa de lo que es, un verdadero héroe de la guitarra; completan la banda el guitarrista BRAD WHITFORD, el bajista TOM HAMILTON y el baterista JOEY KRAMER, esos tres famosos desconocidos, que se la bancan desde el fondo.

A tanto éxtasis le llegaron los matices y la banda se metió de lleno en el blues con “Baby Please don’t go” y “Stop messin’ around”, más zapadas, menos hits, pero siempre en un nivel altísimo.

Hubo más emociones y melancolía en “Janie’s Got a Gun”; para el estallido de “Livin’ on the edge” aparecieron imágenes de la película de AL GORE “Una verdad incomoda” -que trata sobre el calentamiento global-, y la empalagosa balada “I Don’t Want to Miss a Thing” fue de un disfrute intenso.

Cuando parecía que se venía otra ráfaga de clásicos, la gente tuvo que conformarse con ese riff que introduce “Walk this way”, aquel tema que le abrió mercados a los AEROSMITH de la mano del rap, que iba a ser la última canción de una noche mágica.

Hubo una gran silbatina cuando se prendieron las luces, no eran por disconformismo con lo visto; todo lo contrario. La gente quería escuchar muchas canciones más. Y sí, es una lista inmensa la de los “temas que quedaron afuera” para una banda con tanta historia. Hay que decir que por ejemplo “Walk on The Water” estaba en la lista, pero lo cambiaron por “Crazy”, y la gente deliró.

Para agrandar el orgullo un poco más, si revisan el diario de la gira en acá van a ver que quién escribe dice que el del domingo 16 fue el mejor show que le vio a la banda en el último tiempo. También pueden ver ahí algunas cuestiones más íntimas de sus días en nuestro país y una opinión sobre el estadio de Obras muy sincera y graciosa.

El del final fue un gustito amargo, pero solo por la ambición de tenerlos sobre el escenario por más de dos horas a estos genios del rock, que brindaron un show que los hace detentar ese título más que nunca, que los coloca como una de las bandas del siglo, esa que fue uno de los principales ladrillos para muchos, como para mí, en este muro del rock que cubre nuestras vidas.

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