RESEÑAS

Quilmes Rock – Día 2 – ¿Volvió el rock?

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“Miren lo que han hecho con el duende del rock. Lo han destrozado”. La frase babasónica parece resumir a la perfección el mal sabor de boca que dejó la segunda fecha del hipermediático festival Quilmes Rock. Matices más, matices menos, la jornada que parecía la más cercana a la temática pop fue el marco menos favorable para los participantes: ESTELARES, ARBOL, PSYCHEDELIC FURS, BABASÓNICOS y KEANE.

La exquisita sutileza de ESTELARES se perdió para los que viven bajo el yugo de los horarios laborales. A las 17.45 se dio el puntapié inicial para una seguidilla de casi siete horas de… ¿rock?

ARBOL, de pie en el escenario a las 18.40 a pesar de mosquitos y las ráfagas de viento, parecía cercenado y casi extraño sin EDUARDO SCHMIDT, quien abandonó la banda el año pasado. Una mezcla de familias tipo y cuasi púberes exultantes de energía nutrían el público que siguió con voces y cuerpos el primer tema, “Cosacuosa”, seguido por “Suerte” y “Prejuicios (Osvaldo)”.

Las novedades y temas del próximo disco de la banda dieron la frescura de un set ya corroído por la difusión radial. “El campo sin fin”, “No me ofendas” y “TCT”; perteneciente a la banda de sonido de “Filmatrón”, película de Farsa Producciones; se entre mezclaron antes del tema final: “La Balsa”, en versión coral, como reemplazo al clásico ricotero, “Jijiji”.

La diferencia generacional fue una de las causas más barajadas para explicar los escasos aplausos que suscitaron los ingleses de PSYCHEDELIC FURS. Chaleco y pantalón negro, los puños de la camisa blanca del gentleman inglés RICHARD BUTLER acompañaban su voz ronca, que por momentos bordeaban la desafinación.

Pero considerar que el tiempo fue la única razón para la distancia entre artistas y público no parece suficiente. Sobre todo cuando se recuerda la sensación de los golpes de batería pegando en el pecho durante todo el set y las perfectas melodías del saxo.

Pantalón azul ajustadísimo, camisa con mangas y chaleco marrón fueron la vestimenta de batalla para ADRIÁN D´ARGELOS, de BABASÓNICOS. “Así se habla” fue el potente tema inicial que movilizó a un público que apenas cubría un tercio del estadio de River Plate.

Un puñado de hits de los últimos dos discos, “Infame” y “Anoche”, sumado a los clásicos “Desfachatados” y “Deléctrico” conformaron el set que dio una perfecta postal: D´ARGELOS y el guitarrista, uno al lado del otro en “Pobre duende”. Solo dos bises, “Luces” e “Irresponsables”, y minutos más tarde vendría KEANE.

Muchachas emocionadas, una que otra hasta verter lágrimas, decenas de celulares sacando fotos y una gran mayoría que sólo cantó en los cortes de difusión se convirtieron en los accesorios para el set del trío inglés. “Everybody’s Changing”, “Somewhere Only We Know” y “Is It Any Wonder?” fueron los temas clave para sentir la voz del público, además de algún que otro grito colmado de histeria, propia de las fanáticas.

Brotes de demagogia con la dedicatoria de “Try again” para Diego Armando Maradona, un supuesto compromiso con lo social en “A Bad Dream” y el constante agradecimiento del cantante, TOM CHAPLIN, al público argentino fueron parte de una presentación que no tuvo ninguna sorpresa o vuelvo interesante.

Públicos de bandas discordantes que aún así podrían convivir armónicamente en el marco de un festival se vieron casi diezmados por precios arriba del promedio. Artistas que son, quiérase o no, estandartes en el mainstream local fueron bastardeados por una situación monocorde. Dos bandas extranjeras que en un show adecuado a sus seguidores y convocatoria hubiesen dado resultados artísticamente más brillantes. Estas son las consecuencias de la lógica “atrapa todo”. Ustedes lo pedían, ustedes lo querían; ahí lo tienen. Lo han destrozado.

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