RESEÑAS

Punk rock adicts en Niceto

Por  | 

Sobredosis de alegría. Así me sentí yo, ya que en tan sólo 72 horas, tuve el placer de ver en vivo a MÖTORHEAD y a los BUZZCOCKS, en dos oportunidades. ¿A quién le importa esto? Tal vez a nadie, pero bueno, es algo que no pude contener y tuve que contárselos.

Cómo no ponerme contento, si iba a volver a ver a aquella banda que hace ya seis años, un helado viernes de junio en un no tan concurrido Cemento, había visto por primera vez, logrando llenar de magia y emoción las pintarrajeadas y actualmente sordas paredes del tugurio de la calle Estados Unidos.

Con unos cuantos kilos de más y bastantes pelos menos, pero con la misma emoción que en aquella oportunidad, durante la noche del sábado 5 y lunes 7 del corriente, volví a ser encantado por esa marca registrada de la banda.

Marca basada en canciones pegadizas de tres tonos y no mucho más de dos minutos de duración, acompañadas de punteitos de guitarra, todo esto mechado por las chiclosas voces de STEVE DIGGLE -quien el lunes festejó su cumpleaños en escena- y PETE SHELLEY (los únicos dos miembros originales de la banda en la actualidad), cantándole a los amores frustrados, la adicción a los orgasmos y las “operaciones manuales”, mientras rasgan las cuerdas de sus guitarras.

Cómo no ponerse la piel de gallina, al ver a ANDREA PRODAN (su hermano era gran fan del grupo), completamente excitado, presentándolos en escena durante la noche del viernes, segundos antes de comenzar el show. Cómo no dibujarse una sonrisa con el riff de guitarra que da comienzo a ”Flat pack philosophy”, primer tema del último disco de mismo nombre, que dio comienzo a ambas funciones. Cómo no ponerse contento, al escuchar en vivo a esas pequeñas perlitas que a lo largo de la secundaria -rebobinado a birome mediante-, escuchaba a escondidas una y otra vez en la escuela.

Aquella cortina musical que cualquier joven común y corriente amante del estilo, viene escuchando hace varios años, en esta oportunidad se podía disfrutar en vivo. Y cómo no bailar atolondradamente, en una mezcla de pogo y dulzura, aquellas canciones que alegraron nuestra juventud.

Cómo no estallar en un grito simultaneo y general de unas mil gargantas, al comienzo de manjares musicales como ”I don´t mind”, “What do i get”, “Promises”, “Orgasm addict”, “Reconciliation”, “Even fallen in love” y “Paradise”, entre otros tantos más, que a lo largo de poco más de una hora, convirtieron al lugar en un templo de felicidad.

Cómo no sonreír, al ver a STEVE a los saltos en el escenario, chocando las manos con la gente que miraba desde abajo del escenario, y usando esas camisas ridículas que tan sólo él puede usar, y sin estar muy preocupado por el qué dirán, por más que tenga la edad de tus padres.

Pero bueno, nada es eterno en la vida, sobre todo cuando se disfruta lo que se hace, y como dice el dicho, “lo bueno, si breve, dos veces bueno”, parece haber sido acertado en este caso. Dejando a todos con ganas de más, pero con la satisfacción de haberlos visto (gula que se le dice) en ambas funciones, el cuarteto que completan TONY BARBER en bajo y el joven DANNY FARRANT en batería, de a poco fue abandonando el escenario –previo revoleo de púas y palillos a la multitud-, dejando en el aire una sensación de satisfacción inocultable.

Quizás para los lectores más ortodoxos, esta nota no tiene el contenido periodístico necesario. Pero bueno, en esta oportunidad quise escapar un poco al modelo tradicional, y dejarlo estampado como lo viviría cualquiera de ustedes, al lado mío y abajo del escenario.

1 Comentario

Tenés que estar logueado para escribir un comentario Iniciar sesión