RESEÑAS
Psicodelia porteña en el Salón Pueyrredón

Corrían la 1.30 y el show de INFRADISCO estaba comenzando ante poca gente. Se puede decir, en una primera impresión, que se trata de una banda simple sin demasiadas pretensiones que se mueven por distintos bares o “alguna que otra fiesta” -como comenta DAMIAN TEJERO, voz líder del grupo- y no aspiran a otra cosa, por lo menos por ahora.
La realidad es que arriba del escenario ponen todo lo que tiene para dar “una banda de rock donde lo más importante son las canciones y la energía para tocar”, como ellos mismos se auto-definen. Pero no todo se acota al género: los temas tienen sí una base rockera pero matizada y adornada con unas gotas de psicodelia (muy porteña) y algo de funk.
Tocaron cerca de ocho temas y es casi inevitable que la mayoría de los estribillos no remitan a un estilo parecido a LOS CABALLEROS DE LA QUEMA, banda de la que proviene uno de los guitarristas, PATRICIO CASTILLO.
Con un repertorio de melodías pegadizas que, por momentos, invitan a bailar, como en “Karina” o “Mondo Cane”, INFRADISCO intenta mostrase entero y entregar todo.
La onda sónica
Cerca de las 2.50, es el turno de RITCHER y el Salón Pueyrredón está bastante más poblado. El escenario se vuelve más oscuro y la onda sónica da comienzo al show.
Para aquellos que no la conozcan, esta es una banda pop y un poco más consagrada que INFRADISCO: tiene un disco, ”Epicentro” (del sello Polígono Sónico) y participó en varios tributos a agrupaciones como LOS BRUJOS o LOS FABULOSOS CADILLACS, sumado al premio “Banda garage 2003”, otorgado por el programa Volver Rock, de la señal de cable Volver.
A diferencia de INFRADISCO, RITCHER no transmite la misma energía desde la actitud, aunque cabe aclarar que los efectos electrónicos, acompañados por una especie de fantasmagoria de fondo, logran que el cuerpo se mueva casi por inercia. Casi obligatoriamente.
Ahora bien, arriba del escenario, la banda se mantiene estática. Salvo algunas poses robóticas de ZENITRAM, la voz de la banda, parecen desconocerse entre sí. Falta fuerza. Carecen de actitud. Es más, los temas parecen ser uno solo separado por pequeñas pausas. Pero bien, será cuestión de tiempo.
Tocaron tanto temas de Epicentro, como de su segundo trabajo discográfico que estarán presentando próximamente en “El Duende Azul” y que incluye, entre otras canciones, “Televidente”.
Terminaron casi de repente. Nadie se lo esperaba. ¿Sería eso parte de la actuación? Quién sabe.
A las 3.30 en punto, empezó a sonar el tema “I love rock & roll” (¿Sería eso un comentario para los muchachos de RITCHER?), lo que da pie a la fiesta que organiza el lugar. Como suele suceder, los presentes se dispersan y comienzan a bailar. Y es así como pasa otra noche en la calle Santa Fe. Una noche de psicodelia. De psicodelia porteña.
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